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PASEO NOCTURNO III


Enviado por   •  8 de Junio de 2018  •  Apuntes  •  432 Palabras (2 Páginas)  •  99 Visitas

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PASEO NOCTURNO III

DORIS JUAREZ

Llevaba mucho tiempo caminando, dos horas, tal vez tres, tres seguramente porque ya estaba oscureciendo, sin embargo no se sentía cansada, al menos no físicamente. El cansancio en realidad lo tenía por dentro como algo que la ahogaba desde hacía mucho tiempo, un pensamiento que le pesaba y que se había expandido de su cabeza al pecho. Prefirió caminar a tomar el transporte que la conducía a su casa, en realidad no quería llegar a su casa. Había encontrado por fin las pruebas de la infidelidad de su marido, podía por fin restregárselo en la cara, ahora estaba segura, siempre lo estuvo, siempre  que ella trataba de hablar del asunto su esposo lo negaba, ahora tenía las pruebas. Se lo diría esta misma noche, cuando él le preguntara -¿Por qué hasta ahora? ¿Dónde estabas?- todo había terminado. Desde ahora podía llegar a la hora que se le pegara la gana, ya no tenía ningún compromiso con él, todos estos meses haciéndola sentir como una maldita paranoica, haciéndola sentir culpable por dudar de él, pero ella estaba segura, lo sabía, no sabía como pero lo sabía y ahora tenía las pruebas. Atravesó una avenida sin mirar el semáforo, un conductor pitó el claxon pero Renata estaba tan sumida en sus pensamientos que no lo escuchó,   algunas lágrimas rodaron de su mejilla al recordar algunas palabras que leyó en las cartas de la amante: “Tu niña”, “tu princesa”. Dio vuelta a la esquina, estaba cerca, su corazón latió tan fuerte que  dolía en la garganta, imaginó poder decirle:

Mientras ella era tu niña yo era “Estas despeinada”

Mientras ella era tu princesa yo era “Estás redondita”

Mientras yo decía –así soy- tú decías- así te has dejado.

No hay una gota de gratitud en tu corazón.

Yo no quiero ser tu niña y tampoco tu mujer.

Yo no quiero ser una princesa

Yo soy una guerrera.

Así soy, no me he dejado.

Me he construido, no me abandonaré.  

Subió los escalones que daban a la entrada del edificio, el portero abrió la puerta antes de que Renata tocará el timbre y la miró con extrañeza, seguramente porque nunca la había visto llegar tan tarde.

Por fin, metió la llave lentamente, la puerta se abrió, él estaba ahí y antes de que pudiera pronunciar palabra alguna dejó caer las  cartas en el sofá, él las revisó mientras Renata aventaba los zapatos y caminó descalza hacia la cocina. –Me iré- fueron las palabras que escuchó y Renata quiso una taza de té, mañana iría a la estética y se haría un corte de cabello.

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