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Paseo Nocturno


Enviado por   •  19 de Diciembre de 2011  •  567 Palabras (3 Páginas)  •  711 Visitas

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Paseo nocturno

Me gusta mi casa de noche y a oscuras, me gusta pasear por ella, descalzo, adivinando los escollos que pueda encontrar. Mi madre me quiere sacar el vicio, que ella me impuso cuando nació Malena mi hermanita, que, ante el primer bullicio, ésta despertaba para no volver a dormir, con el consiguiente cansancio de ella.

Pero ya es tarde… Ahora me gusta pasearme, como ya lo dije, por las distintas habitaciones sorteando obstáculos, en silencio, sin siquiera abrir los ojos para no ver los hilos de luz que se filtran por las ventanas, del alumbrado callejero. Todo no es más que un juego, es verdad, pero una vez dejó de serlo, aun que no alcanzó para quitarme la costumbre. Había dormido la mitad de la noche, cuando desperté con mucha sed, y esta vez usé mis pantuflas con cara de gato para hacer mi rutina, el frío no era broma, a pesar de la calefacción se hacía sentir, el pijama no era suficiente tampoco, por lo que abandoné pronto mi “hobbie”.

Volví a la cama lo más rápido que pude, mi padre acostumbrado a mis paseos nocturnos, me “invitó” con un leve chistido a hacerlo. Malena que ya estaba grandecita, no me oyó volver, ya que dormíamos en distintas habitaciones, ella también se levantó y creyendo que aún estaba caminando por ahí, siguió buscándome por el living, luego a la cocina, de allí al lavadero, donde dormían las dos enormes perras, que guardaban nuestros sueños de ladrones y otras fechorías.

Al poco rato mi madre acaricia su camita para ver si continuaba bien abrigada, y ¡cual fue su sorpresa al no encontrar a la pequeña! El revuelo fue tal, que se levantó todo el barrio porque no hallaban a la criatura, hacían oler la ropita de Malena por una de las perras, la más sabuesa, (la otra ni se había levantado) para que continuara la búsqueda, pero ella insistía en volver una y otra vez a su lugar de dormir… Mi padre muy enojado despotricaba en contra de ella, mientras hablaba con el policía que tomaba cartas en el asunto.

Al poco rato era un hervidero de periodistas y camarógrafos que señalaban donde había sido vista la niña por última vez. Mi madre, va en busca de un abrigo para cubrirse de la nieve que comenzaba a caer, al lavadero, y Murcia, la perra le gruñe como pidiendo silencio. Toma el abrigo, y le dice: sólo a ti se te ocurre tener a tus cachorros esta noche, ni pienses en ayuda! Tu debieras estar ayudando a buscar a Male, le dijo entre sollozos.

Fue allí donde Murcia se corrió un poquito y le mostró que entre sus patas y su cuerpo no había nuevos cachorros, sino ¡estaba Malena!…

Con tan poco

Me hubiese bastado con tan poco

Tan solo un gesto, una mirada

Una llamada, un simple murmullo

Y

...

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