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PORFIRIO DÍAS ¿ANGEL O DEMONIO?


Enviado por   •  26 de Octubre de 2014  •  904 Palabras (4 Páginas)  •  334 Visitas

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Hablar de Don Porfirio Díaz es de hablar de toda una nación ya que influyo tanto en lo positivo como en lo negativo dentro de su gobierno, se dicen un sin fin de argumentos cuando se da conocer de este magnate dictador y de todas sus hazañas negativas y positivas durante su gobierno, sin embargo, todos los mitos, creados durante y después de la vida de Don Porfirio, tuvieron un origen y un claro fin político, pero cada uno se fortaleció con base en una corriente historiográfica poderosa, pero últimamente distorsionada. Por lo tanto, para empezar a acercarse con más exactitud a la vida de un personaje tan importante, y tan polémico, es imprescindible entender cómo la imagen de Díaz ha sido creada y denigrada y, sobre todo, cómo ha sido objeto de apropiación a lo largo del tiempo.

La historiografía porfiriana puede dividirse en tres categorías principales, cada una con una cronología, un enfoque y, cabe decir, una distorsión específicos. Estas son: el porfirismo, el antiporfirismo y el neoporfirismo. El porfirismo pone de relieve, sobre todo, la longevidad del régimen, particularmente en contraste con sus predecesores en el México del siglo XIX, y su éxito al lograr una estabilidad y una paz política por un periodo de casi 35 años: su patriotismo, su heroísmo, su dedicación, su sacrificio personal, su tenacidad y su valentía.

La portada típica de las numerosas biografías de Díaz, publicadas durante los últimos años del régimen, se elegía con la intención específica de mostrar la imagen del patriarca austero, pero benigno, del héroe militar, del constructor de la nación y del anciano estadista en pleno control del destino de la patria; en pocas palabras, del héroe con el clásico molde republicano. El deliberado culto de la personalidad se promovió de manera activa a lo largo del régimen, pero especialmente después de la tercera (y muy polémica) reelección de Díaz en 1892, y vio su glorificación en las fastuosas fiestas del Centenario de la Independencia. Con una ironía suprema, las celebraciones de 1910 representaron también la némesis del régimen. Menos de dos meses después, en noviembre de 1910, empezó la revolución que despojaría a Díaz del poder. Seis meses más tarde, había fracasado y había sido obligado a un exilio del que nunca regreso.

Una de las principales consecuencias de la Revolución Mexicana fue la destrucción del culto porfirista y su sustitución por un antiporfirismo igualmente poderoso. Sin embargo, el antiporfirismo no fue producto exclusivo de la Revolución, aunque se expresó con mayor fuerza después de 1911, en lo que devendría la interpretación estándar y ortodoxa. Según el antiporfirismo, el régimen de Díaz era el ejemplo máximo de la tiranía, la dictadura y la opresión, el mismo Don Porfirio quedaba condenado por su corrupción, su autoritarismo y su traición a los intereses nacionales.

El antiporfirismo dominó la historiografía mexicana durante casi tres generaciones de la posrevolución. Sin embargo, en la década de 1990 hubo fuertes indicadores de que la imagen de Díaz y la interpretación de su régimen habían sufrido una marcada transformación. Se empezó a interpretar la época de Díaz bajo una luz mucho más positiva, que se llegó a identificar como un culto neoporfirista. En consecuencia, las nuevas tendencias de la historia social, política, económica y cultural se han reflejado profundamente en la imagen tradicional del México porfiriano. Cada vez más se rechaza la división tradicional de Porfiriato y Revolución, así como su categorización como fenómenos separados. Ahora se interpretan las tensiones y conflictos de la época como un choque "cultural" (en el sentido más amplio del término) entre una sociedad "tradicional" y las fuerzas de la “modernidad”.

Igual de importante como fuente de nuevas interpretaciones ha sido la transformación de la política nacional a partir del decenio de 1980. En este contexto político más amplio, el cambio en la actitud oficial y pública hacia el régimen de Díaz en el México contemporáneo es, claramente, un reflejo de la reestructuración radical de la economía política mexicana a raíz del impacto devastador de la crisis de los años ochenta. Evidentemente, no es una casualidad que la reciente evaluación positiva de la estrategia económica porfirista coincida con la estrategia neoliberal de las administraciones posteriores a 1982.

Obviamente, en términos de herencia historiográfica, una de estas tradiciones más queridas y uno de los vicios más intolerables del legado histórico de la Revolución han sido, sin duda, la denigración y la satanización del personaje que esta misma arrancó del poder. El retrato de Porfirio Díaz como un dictador brutal siguió una lógica muy clara, relacionada directamente con el proceso de mitificación de la propia Revolución. Desde la perspectiva del México posrevolucionario, la justificación principal de la Revolución fue la expulsión de lo que llegó a considerarse una dictadura opresiva y tiránica. Con estas circunstancias, la evaluación equilibrada de Díaz o del régimen era, en el mejor de los casos, difícil y, en el peor, imposible.

Su poder sin duda tuvo mucha influencia dentro del país ahora solo nos queda pensar realmente fue Porfirio Díaz como muchos lo describen o hay una parte de su vida que nos queda por indagar y reconocer que no fue el cruel dictador como lo han catalogado a lo largo del tiempo, creo que todo ha quedado claro. Solo queda la opinión personal y designar por nosotros la imagen que queremos ver de Don Porfirio Díaz.

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