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Por Que Colombia Es Pobre


Enviado por   •  28 de Abril de 2013  •  1.701 Palabras (7 Páginas)  •  416 Visitas

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mbianos somos más inteligentes que los japoneses".

La afirmación, a decir verdad, sorprendió a muchos. ¡Y no es para menos! Sobre todo si se tiene en cuenta que el mundo entero admite que la mente de los japoneses funciona en dimensiones superiores en las ramas de la ciencia, la educación y la tecnología. Así las cosas, el solo pensar que nosotros superamos los niveles de inteligencia de los nipones, llama mucho la atención.

El argumento de este hombre, de 31 años de edad, colombo-japonés, y quien ha emocionado a más de un colombiano al hablar de las riquezas de nuestra tierra, resume una de sus magistrales conferencias, titulada: 'Mitos y Verdades sobre Colombia y Japón'.

Él se atreve a decir que el colombiano ha demostrado ser más brillante que muchas personas en el mundo: "es creativo, hábil para los negocios, tiene carisma, es feliz y espontáneo, es buena gente y, sobre todo, se le mide a cualquier tarea".

Lo único que le hace falta a nuestra gente, según expresa, "es un ingrediente clave para explotar su sabiduría: la disciplina".

Argumenta que la disciplina de los japoneses, y no la inteligencia, es la que ha convertido al país nipón en el más desarrollado y seguro del mundo. De hecho, esa es una tierra en donde no existen robos; porque allá el hurto es inconcebible en su mentalidad.

"Es por la disciplina que en Japón, en la entrada de algunos museos, el visitante se expide su propio boleto dejando el dinero en un cesto y proporcionándose él mismo el cambio. Usted puede dejar el bolso encima de la mesa de un restaurante e ir por la comida, pues nadie se lo tocará. En Colombia no pasa lo mismo, porque no hay disciplina en la educación", afirma.

Yokoi Díaz nació en la Capital de la República, pero se crió entre Costa Rica, Panamá y Brasil. En 1989 toda su familia viajó a Japón, la tierra natal de su padre. Sin embargo, la zona marginal de Bogotá, conocida como Ciudad Bolívar, había marcado sus primeros años de infancia, pues allí vivieron sus abuelos maternos.

Cuenta que tras su llegada a Japón le impresionó, de manera profunda, la diferencia cultural que existe con Colombia. Allí estudió, cursó su universidad y hace poco más de seis años regresó a Bogotá para "ayudar a crecer a los jóvenes en principios y valores".

De manera precisa ayer estuvo, por primera vez en Bucaramanga y, por supuesto, Vanguardia Liberal habló con él:

¿Cómo es eso de que somos más inteligentes que los japoneses?

El japonés no es inteligente, es disciplinado; ese es su secreto. El colombiano sí es brillante de verdad: lo que no sabe se lo inventa, pero no es disciplinado. Es un sencillo juego de palabras que tiene mucho sentido. Japón es un país pobre, pero descubrió después de una guerra que si valoraba el recurso más grande que tiene un país, que no es su oro, ni su petróleo, ni sus esmeraldas, ni sus flores, sino la gente; entonces llega el éxito y el progreso. Colombia sí es rico, Japón es un país que vive en la riqueza.

Pero usted no puede negar que la pobreza 'reina' en Colombia, incluso al canza los niveles alarmantes del 41%...

No creo en la pobreza de Colombia, creo que hay mentalidad de pobreza. La verdad es que Colombia es un país rico que se da las mañas de vivir en la miseria. Dicho en otras palabras, sufrimos de pobreza mental, nos creemos pobres, creemos que no tenemos, y esto es alimentado por donaciones, limosnas y pesares.

Según las cifras de la encuesta de percepción ciudadana del programa ¿Cómo Vamos?, 81% de los bumangueses consideran que las cosas se están haciendo bien en su ciudad. ¿Cómo explicar ese porcentaje de optimismo del bumangués, a pesar de las variadas problemáticas sociales que enfrenta?

Hay formas de enfrentar nuestra realidad: una es con mucho resentimiento social y la otra es dándonos cuenta de que si estamos vivos podemos sonreír y enfrentarlo con alegría. Me parece que esto último es lo que prima en la capital santandereana. Creo que el bumangués y, en general el colombiano, aprendió a enfrentar sus dificultades. Y a pesar de lo que padece día a día, aprendió a transmitirles a sus hijos lo importante de estar vivo.

Pero no se puede 'tapar el sol con las manos' y negar los problemas que nos afectan...

Sabe que el colombiano está cansado de que le digan que es violento o que le digan que es pobre. Aquí diez personas aplauden una obra y no es noticia; pero una de ellas bosteza y todos los noticieros lo publican. Si yo fuera redactor de un periódico pensaría primero en las cosas positivas, antes de editar la primera página. Hay que entender que el cambio comienza con una mentalidad positiva.

A su juicio, ¿cómo se puede relacionar la felicidad con el progreso de una ciudad como Bucaramanga?

Usted puede decidir ser feliz o infeliz en Bucaramanga o en cualquier lado del mundo. La felicidad no tiene nada que ver con lo que está a nuestro alrededor. El problema que enfrenta su ciudad va más allá; es un tema de conciencia, de ponernos de acuerdo para tener sentido de pertenencia y de canalizar bien nuestra felicidad.

¿En qué consiste su proyecto denominado: 'Turismo con un Propósito'?

Se trata de aprovechar la calidez colombiana como potencial atractivo para los turistas. La alegría y la fraternidad son las ventajas que este país suramericano tiene sobre algunos más desarrollados como Japón. En esa felicidad inciden muchos factores como las ganas de vivir y, por ende, las ganas de salir adelante.

¿Es cierto que usted trae frecuentemente turistas de Japón a Colombia para mostrarles el concepto de felicidad?

Sí y lo hago porque sé que Colombia está bien; es más, el extranjero lo sabe y por eso viene e invierte aquí; lo importante es que el colombiano descubra que está en uno de los países más ricos de toda la tierra y debe aprender a vivir en ella.

Con singulares historias usted sumerge a sus auditorios en un viaje de lecciones sobre la filosofía samurai, aplicada a la vida y a las empresas. ¿Por qué recurre a estas parábolas?

Déjeme responderle con una parábola: un samurai es un guerrero, pero su mayor fortaleza no está en la violencia sino en sus acciones cotidianas; y la seguridad de los movimientos de su espada son marcados por su paz interior. Es fácil

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