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Principios y valores de la DSI


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2021  •  Apuntes  •  5.862 Palabras (24 Páginas)  •  65 Visitas

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BIEN COMÚN SOCIAL, SUBSIDIARIDAD Y SOLIDARIDAD

                                                         José Marcelo Vera

El Bien Común de las Asociaciones

                

                Los hombres nos realizamos en la consecución de bienes, por ejemplo en la conquista de una adecuada formación académica, en la preservación y cuidado de la salud, en la práctica de la amistad, y otros; inclinamos y tensamos nuestras capacidades para la obtención de específicos bienes según el proyecto o ideal de vida que develamos y juzgamos congruente con la personalidad que entendemos que debemos cultivar. Esta tarea no se realiza de una manera estrictamente individual (en la soledad de un Robinson Crusoe), ni sin originales y pretéritas pertenencias a lazos sociales (normalmente no empezamos creando grupos, sino que partimos de los ya establecidos); más bien, y de un modo relevante, nos integramos a asociaciones que nos ayudan a lograr esos bienes que apetecemos. Nuestra inserción en esas asociaciones o grupos se efectúa bajo la premisa, más o menos conciente, de que sin el lazo comunitario muy difícilmente, o en términos de absoluta imposibilidad, alcanzaremos de un modo rápido y efectivo el logro de los bienes que coadyuvan al desarrollo de nuestra personalidad.

                Sin las asociaciones difícil o imposiblemente podremos conquistar los bienes que nos perfeccionan, esta aseveración que se infiere de la argumentación precedente viene a corroborar, a la par de potenciar la comprensión de la naturaleza social de la persona humana; esto es, el hombre no se actualiza como tal sin la presencia operante de asociaciones que dimanan de la misma acción del sujeto humano. Cada grupo posibilita el logro de un bien determinado y particular para la persona humana, y este bien, que asocia y solidariza a los hombres motivados por el logro y práctica del mismo, viene a decantar como el común propósito de los imbricados en el quehacer del grupo; por ser común a una praxis humana específica, que se desarrolla al interior de una estructura asociativa, se denomina con propiedad bien común de la asociación o del grupo. Así, resulta que el bien común de una asociación es el que puede ser participado por todos y cada uno de sus miembros.

                En el grupo el bien común actúa como causa final, porque para él existe la asociación o comunidad; si él se debilitara, o por alguna razón dejara de ser necesario (porque, por ejemplo, el bien en cuestión ya se ha conseguido por todos los integrantes o dejó de ser de interés para los mismos), entonces el grupo comienza a debilitarse y puede desaparecer; de ese modo la causalidad final del bien común, en cuanto éste está vivo y operante, se manifiesta como estructurante porque imprime orden al grupo. En este sentido la filosofía clásica ha entendido a la sociedad en general, y a cada asociación o grupo, como “unión moral y estable de personas en orden a un bien común”[1]; precisamente como unión porque las personas definen sus relaciones en particulares estructuras conectivas, moral en cuanto esencialmente la estructuración proviene de actos humanos y no conexiones físicas (como encolumnarse en fila o sentarse en círculo), y en orden a un bien común en cuanto éste se constituye como auténtico fin de la asociación. El bien común de una asociación, que es fin para todos sus miembros, es cualitativamente distinto a los bienes diversos o ajenos al de ese grupo –porque no coinciden con ese bien asociativo- y al de los bienes particulares de los miembros de la asociación –en cuanto son meramente individuales-.

 

                Cada asociación, en consecuencia, se define por el bien común que ofrece a la realización perfectiva de los hombres que la integran, y en modo eminente da testimonio de la naturaleza social de la persona humana; la actuación u operatividad de la índole social del hombre queda objetivada en la existencia de múltiples y variados grupos, orientados cada uno de ellos a un determinado bien común; de este modo encontramos, a manera de ejemplos, el sindicato que favorece la promoción de los derechos del trabajador, la escuela que educa en la transmisión crítica de la cultura, la universidad comprometida en la búsqueda y transmisión de la verdad científica. La importancia de las asociaciones, que se afincan en el ineludible carácter social del hombre, ha sido resaltada en numerosas enseñanzas del magisterio eclesial; de entre ellas señalamos las siguientes citas:

- “Como ya advertimos con gran insistencia en la encíclica ‘Mater et magistra’, es absolutamente preciso que se funden muchas asociaciones u organismos intermedios, capaces de alcanzar los fines que los particulares por sí solos no pueden obtener efizcamente” (Pacem in terris, n 24).

- “Pero Dios no creó al hombre en solitario. Desde el principio ‘los hizo hombre y mujer’ (Gén I, 27). Esta sociedad de hombre y mujer es la expresión primera de la comunión de personas humanas. El hombre es, en efecto, por su íntima naturaleza, un ser social, y no puede vivir sin desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás” (Gaudium et spes, n 12).

- “La sociabilidad humana no es uniforme, sino que reviste múltiples expresiones. El bien común depende, en efecto, de un sano pluralismo social. Las diversas sociedades están llamadas a constituir un tejido unitario y armónico, en cuyo seno sea posible a cada una conservar y desarrollar su propia fisonomía y autonomía” (Compendio, n 151).

El Bien Común Social

                El variado y rico conjunto de asociaciones, que se inicia en la praxis de hombres que han venido a la vida y se perfeccionan en ella por su integración a la familia, constituye un amplio conjunto social en el que cada persona encuentra las condiciones y medios suficientes para su actualización perfectiva natural y temporal; excelencia que, como ya precisaremos, se define no de un modo clauso o inmanente al hombre, sino de manera abierta, receptiva y acogedora de la bondad trascendente, sobrenatural y religiosa. Este extenso conjunto de asociaciones proporciona todo lo necesario y suficiente para la perfección humana secular, porque cada grupo, comunidad o asociación, ofrece un bien común que asociado e integrado con los bienes comunes provenientes de las otras asociaciones configura y decanta en una pluralidad de bondades, las que se ofrecen para ser alcanzadas y así facilitar el desarrollo humano personal y social.

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