Productividad en la industria mexicana: Una reflexión

Productividad en la industria mexicana: Una reflexión

En un mundo que cada vez abre más sus fronteras (al menos comercialmente) ¿la clave para acelerar el desarrollo y potencial de la industria a nivel nacional radica en buscar más aliados comerciales? Quizá en las respuestas a este cuestionamiento podamos también analizar cómo es que en realidad trabaja nuestra industria, entender cuáles son sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y vislumbrar qué le deparará en un futuro. [pic 1]

En cualquier país del mundo las operaciones y el crecimiento económico, impulsado desde la iniciativa privada deben tener una estrecha relación con el Estado y los modelos con los que éste trabaja. En primera instancia, cuando las personas hablan de cómo la industria en México sufre por irregularidades, generalmente pienso en qué tanto afecta la situación política en nuestro país. Considero un hecho que la corrupción está estrictamente ligada a la informalidad que abunda en nuestro sistema de empleos, esto representa un problema base.

Así mismo, de la relación entre el empleo y la intervención del Estado se deriva el tema del salario mínimo, y con ello también podemos regresar al primer cuestionamiento de este ejercicio. Si bien hay empresas de todo el mundo que están volteando hacia México como una opción de inversión valiosa, casi siempre esto tiene que ver con los bajos precios de producción que existen aquí, sobre todo en cuestiones de mano de obra. En un principio parece que la opción más lógica para combatir la informalidad en el empleo es ofrecer mejores salarios. Pero al estudiar los conceptos básicos de Economía, nos damos cuenta que de hecho, esto puede provocar el efecto contrario (o al menos puede llegar a fomentar el desempleo).^[1]

Habiendo entendido lo anterior, creo firmemente que la tecnología y la innovación deben ser las dos herramientas principales para aumentar la productividad y la eficacia en nuestro país, pues “gracias a la innovación, los productos que se elaboran son más competitivos, lo que permite a las empresas ampliar los mercados a los que pueden acudir”.^[2] La globalización, así como tecnologías que están al alcance de la mayoría, como las redes sociales, nos permiten convertirnos en emprendedores, con una ventana de oportunidad que abarca el mundo entero. La mentalidad de las personas debe apuntar hacia una cultura emprendedora. Teólogos como Schumpter han desarrollado posturas al respecto. Es un tema que cada vez va más en auge, y si bien es cierto que el mayor obstáculo que el emprendimiento enfrenta es la falta de capital, también es un hecho que adentrarnos en este ambiente nos hará conocer nuevas oportunidades para financiar un proyecto que también habrá de generar empleo.

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