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Racismo


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2012  •  Informes  •  660 Palabras (3 Páginas)  •  521 Visitas

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Hoy por hoy, se considera a los indios un peso muerto para la economía de los países que en gran medida viven de sus brazos y un lastre para la cultura de plástico que esos países tienen por modelo.

Pareces indio, o hueles a negro, dicen algunas madres a los hijos que no quieren bañarse, en los países de más fuerte presencia indígena o negra.

Los indígenas son cobardes y los negros asustadizos, pero ellos han sido siempre buena carne de cañón en las guerras de conquista, en las guerras de independencia, en las guerras civiles y en las guerras de fronteras de América latina.

esa raza abyecta y degradada, como la llamaba el escritor peruano Ricardo Palma, fue enviada al matadero

Trabaja como un negro, dicen los que también dicen que los negros son haraganes. Se dice: El blanco corre, el negro huye. El blanco que corre es hombre robado; el negro que huye es ladrón. Hasta Martín Fierro, personaje que encarnó a los gauchos pobres y perseguidos, opinaba que eran ladrones los negros, hechos por el Diablo para tizón del infierno, y también los indios:

El indio es indio y no quiere apiar de su condición, ha nacido indio ladrón, y como indio ladrón muere.

Negro ladrón, indio ladrón: la tradición del equívoco manda que ladrones sean los más robados.

Desde los tiempos de la conquista y de la esclavitud, a los indios y a los negros les han robado los brazos y las tierras, la fuerza de trabajo y la riqueza; y también la palabra y la memoria.

Como casi todos sus colegas, Compte no tenía dudas sobre este principio esencial: blancos son los hombres aptos para ejercer el mando sobre los condenados a las posiciones sociales subalternas.

Cesare Lombroso convirtió al racismo en tema policial.

Según Lambroso, los delincuentes nacían delincuentes, y los rasgos de animalidad que los delataban eran los mismos rasgos de los negros africanos y de los indios americanos heredados de la raza mongoloide.

Herbert Spencer fundaba en el imperio de la razón, las desigualdades que hoy por hoy son ley de mercado. Aunque ha pasado más de un siglo, suenan como de ahora, muy de nuestros neoliberales tiempos, algunas de sus certezas.

Y desde entonces, hasta nuestros días, el desprecio racial y social continúa invocando el valor científico de las mediciones del coeficiente intelectual, que tratan a las personas como si fueran números.

El racismo, mutilador, impide que la condición humana resplandezca plenamente con todos sus colores. América sigue enferma de racismo; de norte a sur, sigue ciega de sí.

Esas raíces, ignoradas pero no ignorantes, nutren la vida cotidiana de la gente de carne y hueso, aunque muchas veces la gente no sepa o prefiera no enterarse, y ellas están vivas en

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