Reflexión sobre el trabajo de Antonia Darder

Por: Diego David Palacios Sebastián

Reflexión sobre el trabajo de Antonia Darder

Vivimos en una sociedad que durante años ha obstaculizado la transformación del mundo y la educación, la cual debe reconocerse como instrumento relevante para lograr dicho cambio, sin duda alguna el pensamiento de Paulo Freire seguirá estando vigente y hoy más que nunca. Por eso, su recuperación es una exigencia para los educadores y educadoras progresistas.

El trabajo de Antonia Darder se trata de una obra cuyo objeto es la realidad histórica, social y política. De hecho, los modelos que construye son prioritariamente prácticos y aunque sean, en sentido estricto, crítico-prácticos, en ellos se trata de poner a prueba el modelo propuesto de análisis de las prácticas educativas. Además, su camino hacia la realidad es un camino hacia el sujeto, hacia la transformación del sujeto por y desde sí mismo, con lo cual se trata de exponer prácticas reales de libertad y de construcción de experiencias democráticas. Podemos reconocer a primera vista temas como el falso mito de la sociedad, la industrialización antes que el progreso, entre muchas más que solo nos hace reflexionar que si no cambiamos los medios y estrategias para encaminar nuestro futuro, corrigiendo desde las escuelas, nunca dejaremos de ser un país subdesarrollado y alimento de las grandes potencias.

Dentro de mi trabajo de investigación hago una desconstrucción de la educación, y este problema es vigente desde tiempos antiguos donde se prioriza que los ciudadanos aporten lo que el país necesita para cumplir las expectativas de los gobernantes y no para tener profesionales de calidad que contribuyan con la innovación y mejora del país. La revolución está en las escuelas donde debe empezar el cambio de estudiantes y docentes, donde se motive y promueva la democratización, justicia y libertad; aspectos que lastimosamente no existen ya ni en los centros laborales, escuelas, y ni siquiera en la sociedad misma.

El papel del docente en este cambio es fundamental, por ello una formación basada en la moral y deontología ayudará que tengamos profesionales de calidad. En el mismo sentido impulsar trabajos de investigación revolucionarios en educación, que desafíen al sistema mismo, podría ser una gran oportunidad para comenzar con el cambio. Donde haya opresión siempre existirá la rebeldía y esta naturaleza, en el buen sentido, nunca debe perderse. Solo así conseguiremos un nivel de pensamiento crítico en nuestros ciudadanos que lleven a una mejora progresiva de un país que tiene problemas no solo en el ámbito educativo, sino también en el político, social y moral.

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