Sociologia
analarana8 de Diciembre de 2014
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La conformación reflexiva de las identidades trans
Apartir de 1949 algunos reportes de investigación científica estado¬unidenses dan a conocer por primera vez el término trans-sexual (transexual) para describir la condición de las personas que desea¬ban profundamente realizar un cambio de sexo, que anhe¬laban someterse a tratamientos médicos y quirúrgicos para atempe¬rar los rasgos de su anatomía que los identificaban como miembros de un sexo y acercar su apariencia fisiológica a la del sexo opuesto. Doctores como David Cauldwell y Harry Benjamin pretendían destacar las caracteristicas de pa-cientes que habían sido diagnosticados como inver¬tidos, homosexuales, edonistas, trasvestidos o trasvestis.
Con el tiempo el término gana consensos entre mé¬dicos, psiquiatras, endocrinólogos, biólogos, genetistas, cirujanos, psico¬terapeutas y psicoanalistas, quienes patologizan, en un sentido médico, a través de estas categorías, expresiones identitarias que previamente habían sido criminalizadas. Con ello contribuyen a que los sujetos de prácticas sexuales desviadas sean destinados al hospital donde se les trata en busca de una posible cura en lugar de a la cárcel. Desde homosexuales hasta transexuales, pasando por bisexuales, personas trasvestidas, travestis, transgénero y un número creciente de combinaciones de las mismas, las identidades sociales que cues¬tionan los géneros tradicionales (hombre y mujer) se multiplican. Al hacerlo, revelan lo conflictivo de la asociación canónica entre sexo, género y orientación erótica, pero no lo hacen de manera unívoca ni carente de contradicciones.
El objetivo central del presente artículo es mostrar que las lla¬madas identidades trans emergen como efecto reflexivo de la con¬ fluencia entre diversas prácticas discursivas, entre las que destacan: a) el discurso experto; y b) la militancia política. Por ser transversa¬les al género, estas identidades quebrantan el binarismo normativo a pesar de que los tres tipos de discurso que las nutren siguen na¬turalizando (cada uno a su manera) la oposición masculino-feme¬nino. Esta consecuencia paradójica puede leerse como un síntoma del efecto deconstructivo característico de la modernidad reflexiva.
Se señala que la emergencia social de las identidades trans, sus reivindicaciones y el impacto que tienen en el imaginario colectivo en general y en el imaginario político en particular. La presencia pública a nivel mundial de los colectivos denominados con este mote deliberadamente ambiguo se remonta a un par de décadas y, por ello sus contornos se dibujan y desdibujan cotidianamente en una agonística frenética del imaginario discursivo.
Es por eso que el discurso trans se encuentra en la ilusión de la fragmentación y la irrepetibilidad: ya en el siglo xxi se hace evidente que los miembros del colectivo se niegan a ser encasillados en la definición de su sexo, su género o su sexualidad, identificándose en cambio como quienes transitan fluidamente por las determinaciones.
Si en un principio, acudiendo al lenguaje especializado que sis¬tematiza la experiencia clínica de un número importante de sujetos de estudio, las personas transexuales se describían a sí mismas como habiendo nacido en el cuerpo equivocado, esta caracteriza¬ción pronto fue cuestionada por quienes afirmaban no querer in¬terferir en la discordancia entre su sexo y su género manifestándose, por ejemplo, como mujeres satisfechas con su pene, que no deseaban esforzarse en disfrazar su cuerpo masculino.
Este tema de la homosexualidad pone énfasis en uno de los puntos más importantes en la construcción del discurso público de las identidades trans: el posicionamiento frente al esen¬cialismo.Curiosamente, a la par que las identidades trans se han separa¬do de lo gay, también han reivindicado a su manera un discurso conservador que se aparta radicalmente
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