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Amor En Tiempos De Colerea


Enviado por   •  4 de Junio de 2013  •  5.325 Palabras (22 Páginas)  •  274 Visitas

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CAPITULO I

Era un día de pentecostés cuando el doctor Juvenal Urbino muy temprano entro al cuarto de un gran amigo, don Jeremía de Saint – Amor, que había tomado lamas lamentable de las decisiones, se había encerrado en su cuarto con un sahumerio de cianuro de oro quien al lado de su fiel amigo el perro, debieron tener un lento fallecimiento. El doctor Juvenal al presenciar aquello, ordeno que no se le realizara ninguna autopsia al comisario ni al estudiante auxiliar que fuese alumno, puesto que don Jeremía era uno de los amigos del doctor, y se reunían cada noche para jugar una partida de ajedrez. El comisario encontró un sobre dirigido al doctor Juvenal, el cual al ser leído por el doctor encontró unos once pliegos de petición y revelación apenas leyó las primeras partes y ordeno que se le entierrase a don jeremía de la manera más digna y lo más pronto posible evadiendo todos los trámites burocráticos. También indicó al comisario que dijese a la opinión pública y a la prensa que había muerto por muerte natural. El doctor era una de las pocas veces que había de faltar a la misa de pentecostés, pero lo que tenía que hacer valía la pena, al leer las revelaciones de su amigo Jeremía, el doctor ordenó a uno de sus sirvientes que le llevara en su coche a una de las zonas de la ciudad, la más marginada. Al ir por aquellas zonas, con un carruaje de la época colonial, bien conservada con todos los lujos, algunas pandillas de grupos juveniles estaban tras el carruaje, pero el cochero con el látigo del los caballos los espantaba. Al llegar a la dirección indicada en el sobre el doctor Jeremía se encontró con una mujer vestida de luto y con una rosa; el doctor se sorprendió muchísimo al saber que aquella persona había sido la amada del don Jeremía, y más aún cuando esa persona supo de la muerte del mismo. La mujer le explicó por qué Jeremía había decidido quitársela vida, don Jeremía era una persona bastante culta y por lo tanto sabia y cuando él era joven decía que “yo nunca seré viejo” solo era interpretar estas palabras para entender su cometido. El Doctor Juvenal se marcho de aquel barrio desconcertado por aquellas palabras y más aún al observar esa otra parte de la ciudad que no conocía, considerándolo lugares precario e incivilizados. Cabe señalar que el Doctor Juvenal era una persona un tanto discriminadora, puesto que su clientela era gente de un estatus social bastante elevado, de tal manera que ignoraba aquella parte de la ciudad. Cuando llego a su hogar, un lugar bastante amplio con todas las comodidades y lujos se encontró con su esposa doña Fermina Daza, con quien había pasado los mejores años de su vida y con quien tenía un hijo y una hija. El doctor Juvenal al encontrarse con su esposa le conto lo sucedido, pero no causo mucha impresión en doña Fermina Daza puesto que no lo conocía en persona solo sabía que era un lisiado de guerra y que era un gran jugador de ajedrez y excelente fotógrafo de niños. Esa tarde el doctor Juvenal tenia planificado un almuerzo por el aniversario de bodas de plata de su colega el Dr. LacidesOlivella, que era el mayor acontecimiento social del año. Sin embargo el Dr. Juvenal era un hombre bastante planificado y rutinario, y que empezaba su jornada con los primeros cantares de los gallos e iba a visitar a su paciente.

La tarde después del almuerzo se ponía a leer en la terraza distintos libros en compañía de su loro que era un experto en hablar y cantar en más de cuatro idiomas. Esa tarde no fue la excepción, ya se había olvidado de su amigo Jeremiah puesto que aquello ya estaba predicho. Luego doña Fermina Daza empezó a alistarse y de la misma forma al Dr. Juvenal puesto que éste ya tenía81 años y le dificultaba actuar solo. Lo mismo le pasaba con su memoria, ya estaba sintiendo los distintos síntomas de la vejes y esto no le agradaba al Dr. Juvenal Ya cuando se marchaban al acontecimiento social de su colega el Dr. Olivilla se enteraron que su Loro se había escapado de su jaula al tratar de cortarle las plumas que habían crecido demasiado, el Dr. Juvenal no lo tomo mucha importancia e indico que llamasen a los bomberos, puesto que él era uno de los fundadores de esa institución. Al llegar al lugar se encontraron con un clima desagradable, de viento y lluvia, de tal manera que los anfitriones determinaron ir dentro de la casa, que parecía una catedral; sin embargo para la cantidad de invitados se quedaba corta y existía un calor desesperante puesto que las ventanas estaban cerradas paraqué no entrase el viento ni la lluvia. En aquel almuerzo uno de los invitados especiales era el Dr. Juvenal, de tal manera que se encontraban al centro de las mesas al lado de su esposa y el arzobispo. Cuando terminó el almuerzo esperaron un momento el postre, ya que se había demorado un poco, puesto quien tenía que traer era el hijo del Dr. Juvenal, que cuando llego les contó el incidente que los bomberos estaban en casa de su padre y habían hecho grandes destrozos. Cuando el Doctor Juvenal llego a su casa se sorprendió más. De los destrozos provocados por los bomberos, que por el loro. Ya dando por perdido a su loro el doctor se puso a leer en la terraza un libro que ya estaba por terminar, fue ahí donde lo vio al loro y con el afán de agarrarlo subió a una escalera pero en el intento sufrió el mayor de los infortunios la muerte. Su esposa corrió desesperada para ver qué pasaba y se encontró con aquello, y ella ordenó que lo velaran con personas íntimas a su familia. El Dr. Jeremías era una de las personas más reconocidas de aquel lugar y muchos quisieron agarrar aquella imagen para fines propios, pero la esposa no lo permitía ya que argumentaba que a los muertos había que dejarlos descansar. Uno de los que colaboró muchísimo fue don Florentino Ariza un amigo antiguo de doña Fermina Daza. Cuando se marcharon todas las personas que dieron los sentidos pésames, al trancar su puerta, observó que seguía don Florentino Ariza y éste dijo que había esperado esa ocasión durante mucho tiempo para decirle sus sentimientos; pero doña Fermina le ordenó que se marche y que no regrese nunca más. Esa noche se acostó triste pidiendo el día de mañana no despertar pensando en su esposo difunto, pero lo paradójico fue que cuando al día siguiente despertó, fue pensando más en Florentino Ariza que en su esposo que había muerto.

CAPITULO II

Cuando el padre de Florentino Ariza falleció, éste se quedo muy triste y atónito se quedo huérfano por la muerte de su padre, el cual siempre se preocupo por el bien estar de su hijo Florentino. El estaba muy adolorido por la muerte de este quedándose solo junto

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