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BENITO MUSSOLINI


Enviado por   •  9 de Mayo de 2013  •  3.963 Palabras (16 Páginas)  •  526 Visitas

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Una amistad trágica

La relación que mantuvieron durante varios años Benito Mussolini y Adolf Hitler quizás no encuadre en el concepto tradicional de amistad. La elevada posición que ambos ocuparon en sus respectivos países con una imagen de mito a nivel popular, impide hablar de una relación normal de amistad entre dos hombres. Sin embargo, existió entre ambos una estrecha conexión que supera largamente el típico trato diplomático entre dos jefes de Estado.

Analizando los hechos históricos parece evidente que se trató de una vinculación en sentido único. Hitler con su devoción casi enfermiza hacia Mussolini quedó en vuelto en un espiral de desastres militares que a lo largo le costaron la guerra. Mussolini, por su parte, nunca se cansó de denigrar y despreciar a Hitler, a pesar de todo lo que éste hizo por él. Si existiera un monumento a la amistad nadie lo merecía más que Hitler en su relación con Mussolini.

La admiración de Hitler por Mussolini ya era de índole fanática en los años veinte cuando por todos los medios intento acercarse al Duce. Pero éste se mostró inflexible durante muchos años e incluso llegó a negarle un autógrafo. Recién en 1934 el Duce se dignó a recibir a Hitler, quien por entonces ya era jefe de Estado. El primer encuentro entre ambos tuvo lugar en Venecia y los contrastes se hicieron evidentes desde el momento en que el canciller alemán bajo del avión. Un Hitler con impermeable y de aspecto burgués fue recibido por un Mussolini que vestía su mejor uniforme. La personalidad arrolladora del Duce conmovió a Hitler mucho más de cuanto éste pudiera suponer.

En su viaje de regreso a Alemania, Hitler repetía en estado de trance que Mussolini era para él el hombre más importante que había nacido en los últimos mil años. Mussolini, por su parte, se refería a Hitler en su círculo íntimo de un modo despectivo y a menudo lo tildaba de homosexual.

La admiración de Hitler por Mussolini lo cegó por completo y alcanzo niveles enfermizos durante la guerra. Aún sabiendo que Mussolini hacia un doble juego tratando de establecer alianzas con los aliados, lo siguió apoyando a pesar del consejo de sus generales y ministros en el sentido de deshacerse de Italia. Cuando en 1943 los alemanes ocuparon Italia descubrieron un arsenal increíble de armas que jamás fueron usadas y depósitos llenos de combustible escondidos a nivel subterráneo. Durante tres años, Mussolini recibió de Alemania todo tipo de recursos (carbón, nafta, gasoil y otros productos primordiales) sin utilizar gran partes de ellos. Cuando los alemanes descubrieron esta dura realidad, tras la caída del Duce, en vez de fusilarlo lo rescataron en un operativo espectacular. Goering, Goebbels y otros altos exponentes de la Alemania nazi quedaron indignados con la actitud de un hombre que supo explotar la debilidad de Hitler por su persona.

Mientras los aviones de la Luftwaffe caían en el Canal de la Mancha por falta de combustible, cientos de trenes cargados habían salido de Alemania para satisfacer las pretensiones de Mussolini. Pero a pesar de las abrumadoras evidencias, Hitler hizo caso omiso al consejo de sus hombres y siguió protegiendo a su amigo hasta el final. Cuando en 1937 Mussolini pronuncio un celebre discurso en alemán ante un millón de personas en Munich dijo que cuando se tiene un amigo había que marchar con él hasta el final. Sin embargo, fue Hitler quién se mantuvo leal a su amigo hasta el final. Tras el rescate de Campo Imperatore, Hitler le creó a Mussolini una República fantoche en el norte de Italia para tratar de resucitar al antiguo Duce. A pesar de todos los daños, mentiras y traiciones que le provocó, Hitler de desvivió para que Mussolini se sintiera cómodo en un mundo de ilusiones.

Una República fantasma bajo la tutela alemana, una sede ficticia de gobierno en Gragnano custodiada por hombres de la SS y un Duce que era la sombra de aquél gran estadista que alguna vez había sido, conformaron una obra de teatro que Hitler montó para sí mismo.

Casi sin darse cuenta transformo a Mussolini en una marioneta que le reportó muy poca utilidad a Alemania durante los dos últimos años de guerra. La presencia de Mussolini en el norte de Italia seguía despertando adhesiones entre su gente y esto resultó de cierta utilidad para los alemanes invasores. Pero desafortunadamente para Hitler, el Duce siguió buscando la forma de traicionar a su aliado firmando la rendición por separado con los ingleses. Sus devaluadas acciones no le permitieron ganarse el interés de los ingleses quienes finalmente decidieron negociar con los alemanes. En un último acto de ingratitud hacia Hitler, poco antes de morir, Mussolini repetía ante quien quisiera oírlo, que el Eje había perdido la guerra por culpa de ese homosexual de Hitler que no lo había escuchado y con su gran cinismo acuso a los alemanes de haberlo traicionado.

La doctrina del fascismo

En los años 20 aparecen en Europa, como reacción contra la marea ascendente de los socialistas, una serie de movimientos ideológicos que con los medios de la revolución de izquierdas hacen una revolución de derechas. El contenido doctrinal pasa a segundo plano, se das más importancia a los hechos; así Hitler se resiste, al principio, a presentar un programa y Mussolini exclama:

"Nuestra doctrina es el hecho". Aunque el proceso afecta a varios países europeos sus realizaciones modélicas se materializan en Italia y Alemania. Algunas notas pueden resaltarse en unos movimientos que arguyen el valor adjetivo de las ideas frente al sustantivo de los hechos:

a.Omnipotencia del Estado: Los individuos están totalmente subordinados al Estado; será la fórmula. El Estado totalitario no tolera la separación ni el contrapeso de los poderes, que es cambio el símbolo de los Estados democráticos. En el campo político se suprime toda oposición a la que se la considera sólo como una perturbación para el buen gobierno; en el campo intelectual el Estado monopoliza la verdad y la propaganda, al tiempo que se rechaza cualquier crítica. "Todo en el Estado, nada fuera del Estado", sentencia Mussolini.

Esta desigualdad esencial de seres humanos ofrece reflejos diversos. En primer lugar una desvalorización de la mujer. Las mujeres, dirán los ideólogos nazis, deben estar en su lugar, su objeto debe ser las tres k (Kinder, Küche, Kirche: niños, cocina, iglesia). Argumentando que las mujeres son incapaces de usar las armas se convierten automáticamente en ciudadanos de segunda clase y se procura evitar la mano de obra femenina; el papel de las mujeres centra en el hogar, donde vive subordinada al marido.

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