BIOGRAFÍA GABRIELA MISTRAL

Un 08 de abril de 1889 nacía Lucia de María Godoy Alcayaga en Vicuña, Chile. Hija de Jeronimo Godoy Villanueva, exseminarista devenido en maestro  de escuela, talentoso literario y Petronila Alcayaga Rojas, borbadora y costurera. En 1908 publicó su poema llamado “Del pasado” en el diario Coquimbo, utilizando el seudónimo Gabriela Mistral, el cual quedó inmortalizado en su obra, fue maestra rural, poeta, diplomática, profesora y pedagoga. Peleó por conseguir la educación pública y obligatoria de su país, defensora incansable de los pueblos originarios y de la identidad latinoamericana. Su vida estuvo marcada por sus luchas, entre ellas conseguir la igualdad de derecho para la mujer, fue reconocida en todo el mundo  y  la primer escritora de habla castellana en recibir un premio Nobel.[pic 2][pic 3]

Su infancia

Transcurrió en la pequeña ciudad del valle de Elqui, Chile. Su padre Juan Jerónimo Godoy, fue maestro de escuela con una sólida formación en latín, griego, filosofía, literatura y teología. Lucila crece en la Unión entre canciones de cuna que su madre le canta, pero no bastarán para tapar la ausencia de su padre, quien en 1892 abandona definitivamente a su familia y su niña de 3 años. Algunos historiadores señalan fue por falta de trabajo y no poder mantener la economía de la familia. Ese mismo año Petronila, su madre, decide establecerse en Montegrande, lugar donde vive su hija mayor de un matrimonio anterior, quien es maestra rural. Ya en 1894 de la mano de su hermana Emelina recibe sus primeras lecciones escolares y aprende a leer. Lucila vivió una infancia rodeada de montañas de los andes de Elqui, que le será de musa para sus poemas y añoranzas;

(…)Un río suena siempre cerca.
Ha cuarenta años que lo siento.
Es canturía de mi sangre
o bien un ritmo que me dieron.

O el río Elqui de mi infancia
que me repecho y me vadeo.
Nunca lo pierdo; pecho a pecho,
como dos niños, nos tenemos.

Cuando sueño la Cordillera,
camino por desfiladeros,
y voy oyéndoles, sin tregua,
un silbo casi juramento.

Veo al remate del Pacífico
amoratado mi archipiélago
y de una isla me ha quedado
un olor acre de alción muerto… (…)                          Gabriela Mistral.

Su formación autodidacta

Las montañas, los ríos, el canto de los pájaros conformarán su posterior universo poético. En 1898 Lucila comienza a tomar clases de botánica, biología, geografía y astronomía de la mano de Adolfo Iribarren. De su infancia rural, dirá Gabriela años más tarde que devolver a nacer no elegiría a otro lugar para hacerlo, allí aprendió cuentos, fábulas y leyendas de la región.

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En 1900 Lucila abandona su adorado Valle de Elqui para ingresar en la Escuela Superior de Niñas de Vicuña. Pero su estadía sería difícil al tener que enfrentar una acusación de robo, por lo que las compañeras la apedrearon, su inocencia no basto y abandona la escuela. Regresa a su ciudad, pero su estadía es breve porque se mudan con su madre y hermana a Serena, junto a su abuela materna, Isabel Villanueva, quién la incentiva a estudiar y conocer la biblia. Poco tiempo después la familia se desplaza a la población costera de Coquimbo, dónde la niña conoce el mar.

En 1902 a sus 13 años Lucila escribe sus primeros versos, aunque no logra matricularse en la escuela comienza su formación autodidacta. Un año después ya es maestra rural de un pueblo de la compañía Baja próximo a Serena. En la misma época, conoce al periodista Bernardo Ossandón con quien entabla una amistad y habilita un espacio en su biblioteca, donde conocerá grandes obras como la de Federico Mistral, entre otros.

En 1905 decide formarse como maestra en la Escuela Normal de Serena, pero es rechazada por sus artículos periodísticos los cuales son cuestionados y señalados como revolucionarios y ateos e impropias de una maestra que enseñará a niños. Continúa dictando clases en la escuela de la Compañía y sigue como colaboradora de el periódico La Voz de Elqui, aunque muchas veces utilizando diferentes seudónimos como Soledad, Alguien, Alma, X, Alejandra Fussler y por ultimo Gabriela Mistral el que perpetuará su historia.

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