Biografia Humana
ismaelsantos17 de Febrero de 2012
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La condición humana y los relatos de vida
Las narraciones acompañan a los seres humanos tan íntimamente
como la sombra persigue al propio cuerpo; el poder del relato
es universal: cuando somos niños leemos cuentos infantiles, ya
adultos vemos series de televisión y en cualquier tiempo escuchamos
absortos las narraciones de vidas ajenas y narramos la propia
como forjadores de nuestra propia historia. Los recuerdos, sentimientos,
acciones y circunstancias se concitan en los relatos, que
tejen la vida como una secuencia de eventos ordenados y con sentido.
El concepto de relato incluye tres elementos esenciales: unos
acontecimientos externos, vividos desde la experiencia interna y
entrelazados mediante una secuencia temporal, que incorpora a
ambas con el objeto de conseguir formas alternativas de acción y
de conciencia.
1. LOS CAMINOS ACTUALES DE LA NARRACIÓN
En la narración se antepone la perspectiva del sujeto, que otorga
significados a sus propias acciones, a la perspectiva del observador
externo, que los contempla desde la indiferencia; se valora
más el conocimiento participativo que el conocimiento del experto.
Los relatos de sí mismos se interesan más por la experiencia vital
de la persona que por la verdad disponible. Se fijan más en los procesos
sociales y culturales con los que forjamos nuestra visión del
mundo que en sus estructuras fijas y permanentes.
Podemos reconstruir las avenidas profundas, que han actualizado
la cultura de la narración.
A la búsqueda del sujeto
La metáfora narrativa se ha abierto paso entre multitud de metáforas,
que han resultado hegemónicas en los últimos años, y deviene
actual tras decaer las explicaciones mecánicas y estructurales. El
recurso a la narración en la historiografía actual significa el retorno
de un sujeto, que no se siente sofocado por la fuerza de las determinaciones
colectivas y de los condicionamientos sociales; con la
narración, se rehabilita el sujeto de la acción humana, de modo que
los historiadores han visto en la narración el modo de sustituir a los
paradigmas del estructuralismo y del marxismo, que resultaron
dominantes en décadas anteriores. El abandono de ambas ideologías
ha abierto espacios inéditos para el género narrativo.
Hoy, los historiadores han abandonado el prejuicio de que los
relatos son un obstáculo para el conocimiento científico y se han
convencido de que ellos también escriben narraciones. Las reflexiones
de Paul Ricoeur y de Michel De Certeau les han obligado, de
buena o mala gana, a reconocer la pertenencia de la historia al
género del relato, entendido en el sentido aristotélico de “poner en
intriga acciones representadas”. Como afirma Paul Ricoeur en
Temps et recit, toda historia, aún la más estructural, está construida
siempre a partir de los relatos (Chartier, R. 1998, p.19).
Al inscribir la historia en la categoría de las narraciones se quiere
distanciar de la consideración de la historia como un repertorio de
ejemplos y modelos como si fueran objetos terminados y separados
del observador. Las narraciones no sólo consisten en afirmaciones de
hechos y argumentos, sino también en elementos poéticos y retóricos.
En palabras de De Certeau “la historiografía (es decir, la historia
escrita) lleva inscrita en su nombre propio la paradoja de la relación
entre dos términos antinómicos: lo real y el discurso”.
De este modo, amplía el concepto de verdad histórica que ya no
sólo es
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