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Biografía De Fernando Daquilema

JuanSantiago1722 de Diciembre de 2014

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DAQUILEMA , EL GRAN DAQUILEMA

En diciembre de 1971 la opinión progresista del Ecuador conmemoró el centenario de la insurrección de los indígenas en Chimborazo, guiada por Fernando Daquilema. La Federación Ecuatoriana de Indios, la Federación Provincial de Trabajadores del Guayas, la Federación de Trabajadores Agrícolas del Litoral y otras organizaciones de masas de los trabajadores del país, así como el Partido Comunista y la Juventud Comunista del Ecuador enviaron delegaciones a depositar una ofrenda floral al pie del lugar en que falleció el caudillo de la insurrección.

Sería infructuosa la búsqueda de algún dato referente a Daquilema en las enciclopedias y en los trabajos sobre la historia del Ecuador. No encontraremos una sola palabra sobre Fernando Daquilema y la insurrección indígena encabezada por él en las investigaciones salidas de la pluma de los científicos burgueses como, por lo demás, tampoco hallaremos nada sobre acontecimientos de este tipo, que dejaron una huella imborrable en la historia del país.

Fernando Daquilema

Fuente de la foto: www.memoriadequito.net

La única excepción es el libro del estudioso ecuatoriano Alfredo Costales Samaniego1, editado con una tirada sumamente restringida, y que no llegó a ser patrimonio de la masa de lectores.

Los historiadores marxistas ecuatorianos denunciaron de un modo persuasivo la conjuración de silencio en torno de Fernando Daquilema, así como las tentativas de tergiversar los hechos relacionados con !a insurrección. La Editorial "Claridad" publicó en 1971 una interesante investigación de Oswaldo Albornoz2, quien cita datos sistematizados acerca de numerosas acciones de los indígenas, a partir del período colonial hasta nuestra época, contra la opresión racial, por los derechos humanos, por la tierra y contra la horrible explotación a que están sometidos. Albornoz proporciona también datos sobre la sublevación de Fernando Daquilema.

Con motivo del centenario de la sublevación, el semanario El Pueblo, órgano del CC del Partido Comunista del Ecuador, publicó una serie de artículos referentes a este acontecimiento de significación histórica. También en el periódico Tribuna Popular, órgano oficial del Partido de la Unión Democrática Popular, apareció un artículo dedicado a la memoria de Daquilema.

. . .Corría el año de 1871. La sangrienta dictadura de García Moreno cometía desenfrenos, encubierta por la Constitución de 1869, denominada por el pueblo "Constitución negra"3. La Constitución estipulaba que sólo los católicos podían ser ciudadanos del Ecuador. El país vivía ajustándose a los cánones del reglamento monástico. Con anterioridad, el presidente García Moreno había firmado con el Vaticano un Concordato, según el cual la Iglesia obtuvo un poder ilimitado en el Ecuador4. Regresaron los jesuítas, expulsados antes del país. Un torrente de monjes, curas y demás servidores del culto irrumpió en el Ecuador, procedente de Europa. Los centros de enseñanza se subordinaron a la Iglesia. El país se convirtió en un Estado teocrático. El fanatismo religioso de García Moreno no tenía límites: rompió las relaciones con Italia, cuando Roma fue declarada capital del Estado italiano, e hizo una ofrenda de 10.000 pesos al Papa, en concepto de "indemnización"5.

Juan Montalvo, gran escritor y publicista ecuatoriano y apasionado patriota, escribía: "García Moreno dividió al pueblo ecuatoriano en tres partes iguales: la una la dedicó a la muerte, la otra al destierro, la última a la servidumbre. . . "6. La ausencia de las libertades elementales conjugaba con una explotación monstruosa del pueblo, con un refinado sistema de impuestos y tributos, que se recaudaban tanto para el fisco como para la Iglesia. Las cárceles, las torturas, los fusilamientos y el exilio acechaban a quienes trataban de alzarse contra el dictador.

Mas, a pesar de las crueles represiones, el pueblo no cesaba de combatir contra el régimen, que personificaba la reacción y el oscurantismo medieval.

Una de las acciones más importantes por su envergadura y significación contra el orden despótico establecido por el dictador fue la sublevación espontánea de los campesinos indios, dirigida por Fernando Daquilema. El 18 de diciembre de 1871, los indígenas del pueblo de Yaruquíes (cerca de la ciudad de Riobamba, en la provincia de Chimborazo) se negaron a trabajar en la construcción de una carretera. Se les sumaron de inmediato los aborígenes de los pueblos vecinos de Punín, Cajabamba, Sicalpa, Licio y muchos otros. El movimiento abarcó a decenas de miles de indígenas7.

Aunque el alzamiento fue espontáneo, las causas del mismo no eran perecederas. El 3 de agosto de 1869, García Moreno promulgó un decreto, según el cual los indios debían trabajar gratuitamente dos veces por semana —o sea, 104 días al año— en la construcción de carreteras, o aportar la suma correspondiente en dinero8.

Los apologistas de García Moreno, procedentes de los grandes feudos y del alto clero, lo proclamaron resurrector de la Patria, ensalzando por todos los medios sus méritos en el progreso de la economía, la construcción de carreteras, de edificios administrativos, etc. Pero nada decían de que todo ello era fruto de la despiadada explotación del pueblo y, en primer término, de los indígenas, su sector más desamparado, carente de los derechos humanos elementales, que constituía la mitad de la población del país. En efecto, en 1871 en el Ecuador se construyeron 250 kilómetros de carreteras y 90 puentes9. El decreto de García Moreno testimonia que el progreso logrado por el Ecuador en la construcción de carreteras se lo debe, ante todo, al sudor y la sangre de los indígenas. El gobierno no pagó a los constructores un solo centavo.

Aparte de los trabajos subsidiarios, los indios debían pagar tributos al Estado y a la Iglesia. Muchos impuestos se conservaban desde el período colonial, otros habían sido instituidos por diferentes presidentes, por lo común conservadores, que se sustituían unos a otros en el poder desde que se proclamó la independencia en 1830. Una de las cargas impositivas más duras y odiadas por los indígenas era la contribución decimal, que se recaudaba a favor de la Iglesia. En realidad, no se trataba de una décima parte, sino de mucho más, ya que las "cuentas" las hacían las autoridades con absoluta arbitrariedad, sin tomar en cuenta para nada qué poseía el indio en realidad. Tratándose de la cosecha, se hacían las cuentas antes, y no después de la misma, o sea, cuando los sembrados estaban en las mejores condiciones. Existía, además, el denominado sistema de "concertaje", que, de hecho, convertía a los indígenas en esclavos. Si los indios no podían pagar todos los impuestos ni hacer las prestaciones, dejaban de ser "libres" para convertirse en "conciertos", o sea, pasaban a subordinarse íntegramente a los dueños terratenientes, que los explotaban a su arbitrio.

La historia del Ecuador registra —tanto en el período colonial como en el republicano—, muchos ejemplos de lucha heroica y abnegada de los indígenas por su libertad; pero a la sublevación de 1871 le corresponde un lugar especial. Comenzó espontáneamente, pero se convirtió en una poderosa guerra cam¬pesina de gran escala. Desde Yaruquíes los indios marcharon hacia el pueblo de Cacha, donde ejecutaron a Rudesindo Rivera, odiado funcionario que recaudaba la contribución decimal. Ese mismo día se adhirieron a los insurrectos los indígenas de los pueblos de Cacha y Anulá. El 19 de diciembre, la tropa mandada por Daquilema asaltó Cajabamba y San Francisco de Punín. Del 21 al 24 de diciembre, los indígenas atacaron las poblaciones Cachabamba, Licio, Licán y otras 10. En las operaciones militares partici¬paron decenas de miles de indígenas. Muchas indias actuaron en esas operaciones y asistieron a los heridos. El pueblo guarda en su memoria los nombres de Cecilia Buñay, Cecilia Bansuy, Manuela León11. Daquilema probó ser un brillante organizador y estratega. Contra los indígenas combatía la población blan¬ca, apoyada por los mestizos. El gobierno de García Moreno envió urgentemente en ayuda de los sitiados a nutridas unidades del ejército. El 20 de diciembre el gobierno declaró en la provincia de Chimborazo el estado de sitio, formó tribunales militares de campaña y ordenó tomar cualquier medida para exterminar no sólo a los insurrectos, sino a la población indígena en general. Las tropas de García Moreno cometían atrocidades: masacres, violación de mujeres, incendio de pueblos. Los bienes usurpados a los indígenas se consideraban trofeos de guerra. Sólo los conquistadores habían procedido así. Por lo menos, la historia del Ecuador no había conocido nada semejante. Las autoridades no podían confiar sólo en la fuerza armada, y recurrieron a falsas promesas, intentando azuzar a los indígenas de unas comunidades contra los de otras. Entre los sublevados y las tropas gubernamentales se libraron cruentas batallas; pero las fuerzas eran desiguales. Daquilema, que gozaba de enorme respeto entre los indios por su valentía, honradez, inteligencia y decisión, veía los crímenes que estaban cometiendo los soldados del ejército de García Moreno. Al precio de su vida resolvió salvar a los indígenas que participaron en la sublevación, así como a sus familias, amenazadas del exterminio total. Confiaba que si él se entregaba al gobierno cesaría la sangrienta represión.

E1 27 de diciembre, Daquilema y sus ayudantes más cercanos se entregaron voluntariamente prisioneros. Mas no cesó el asesinato en masa de los indígenas. El 8 de enero de 1872, más

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