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Desastres

carloslira0113 de Julio de 2015

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Asentamientos humanos, energía e industria.

Enviado por Jano Navarro el Lun, 23/06/2008 - 14:54

El cambio climático ha de afectar los asentamientos humanos.

Los asentamientos que dependen en gran medida de la pesca comercial, la agricultura de subsistencia y otros recursos naturales son particularmente vulnerables.

También están expuestas a riesgos las zonas de tierras bajas y deltas, las grandes ciudades costeras, los campamentos precarios situados en llanuras inundadas y en las laderas abruptas, los asentamientos en las zonas boscosas en que pueden aumentar los incendios naturales estacionales, y los asentamientos sujetos a la tensión del crecimiento demográfico, la pobreza y la degradación del medio ambiente. En todos los caso, las poblaciones pobres serán las más afectadas. Si bien el cambio climático con frecuencia tendrá menos impactos en este sector que en el desarrollo económico, el cambio tecnológico y otras fuerzas sociales y ambientales, es probable que exacerbe la tensión total a que están sujetos los asentamientos.

La infraestructura será más vulnerable a las inundaciones y deslizamientos de terreno.

Los episodios de precipitaciones más intensos y frecuentes deberían según lo previsto intensificar las inundaciones urbanas. También estarían más expuestas a riesgos de inundaciones los asentamientos situados a lo largo de ríos y dentro de llanuras anegadas. Los mayores riesgos de deslizamientos de tierras se plantearían en las zonas situadas en las laderas de montañas.

Se prevé que los ciclones tropicales sean más destructivos en algunas zonas.

Estos masivos sistemas de tormentas también conocidos como huracanes y tifones combinan los efectos de una intensa lluvia, vientos fuertes y tormentas repentinas y aumento del nivel del mar. El riesgo consiste en que la temperatura más cálida de los océanos aumente la frecuencia e intensidad de dichas tormentas.

El calentamiento, las seguias y las inundaciones podrían socavar los abastecimientos de agua.

Los asentamientos situados en regiones en las que ya escasea el agua, incluida gran parte de África del Norte , Oriente Medio, Asia sudoccidental, partes septentrionales de América del Norte y algunas islas del Pacifico, deberían según lo previsto hacer frente a una demanda aún mayor de agua a medida que el clima se calienta. No hay maneras obvias y económicas para obtener el mayor suministros de agua dulce en estas regiones. En algunas, las inundaciones retiradas podrían crear problemas con la calidad del agua.

Podría aumentar el riesgo de incendios.

Sin embargo, hay muchas incertidumbres acerca de la manera en que el clima más cálido y seco se combinaría con otros factores para influir en el riesgo de incendios. u La agricultura y las pesquerías son sensibles al cambio climático. En algunos casos, la producción agrícola podría reducirse hasta en varias decenas porcentuales como resultado del clima más cálido, la mayor evaporación y la menores precipitaciones, particularmente en la regiones medias continentales en pleno crecimiento. Sin embargo, otras regiones podrían resultar beneficiadas y experimentar mejor producción. Las pesquerías se verán afectadas debido a que los cambios en las condiciones oceánicas causadas por el calentamiento podrían tener efectos sustanciales en la ubicación y los tipos de las especies de que se trata.

Las olas de calor se convertirían en una mayor amenaza para la salud humana y la productividad.

Las olas de calor tienen sus efectos más graves en los ancianos, porque parecen enfermedades crónicas, y los muy jóvenes. Los probables efectos en el índice general de mortalidad son menos claros. Los efectos de las islas de calor urbanas más fuertes exacerbarían los efectos opresivos de las olas de calor al aumentar las temperaturas experimentadas en el verano en varios grados centígrados. En el ínterin, en la medida en que el tiempo se vuelve más caluroso, disminuye la productividad económica de las poblaciones que viven en zonas no protegidas y a la intemperie.

El aumento del nivel del mar ha de afectar a la infraestructura costera y la industria basada en recursos.

Muchas líneas de costa están desarrolladas y contienen asentamientos humanos, industrias, puertos y otras infraestructuras. Muchas de las regiones más vulnerables abarcan pequeños países insulares, deltas de tierras bajas, países en desarrollo y costas densamente pobladas que actualmente carecen de sistemas sólidos de defensa del mar y costeros. Varias industrias como el turismo, el recreo, principales fuentes de ingreso para muchas economías insulares, dependen particularmente de los recursos costeros.

La demanda de energía es sensible al cambio climático.

Las necesidades de calefacción en las latitudes y altitudes medias y elevadas disminuirían, pero aumentarían las necesidades de enfriamiento. El impacto global neto de estos cambios en el uso de la energía dependería de las circunstancias locales. Por ejemplo, si los aumentos de temperatura se producen primordialmente durante la noche, y durante los meses de invierno, la demanda de calefacción será menor, así como la demanda de enfriamiento y riego. Mientras tanto, los sistemas de suministro de energía serán vulnerables a los cambios resultantes del calentamiento mundial. Por ejemplo, el mayor déficit de agua, la reducción de la nieve en el invierno para alimentar los cursos de agua en el verano, y la mayor demanda de abastecimiento de agua dulce afectarían la producción de energía hidroeléctrica.

La infraestructura en las regiones de permafrost es vulnerable al cambio climático.

La fusión del permafrost representa una amenaza para la infraestructura en estas regiones, debido a que aumenta los deslizamientos de terreno y reduce la estabilidad de los cimientos de las infraestructuras. Entre otros impactos podría mencionarse el mayor daño causado en los ciclos de formación de hielo-deshielo. Además, se estima que el derretimiento del permafrost es fuente de emisiones de metano y dióxido de carbono.

La capacidad local es fundamental para conseguir la adaptación.

La capacidad de las comunidades locales para adaptarse tiende a estar estrechamente relacionada con los recursos económicos, el capital humano y la solidez institucional. Las soluciones sostenibles más eficaces son las que se desarrollan y están respaldadas en el plano local. Seguidamente, la función de los órganos de alto nivel será prestar asistencia técnica y apoyo institucional. Un mensaje claro para los encargados de la formulación de políticas será siempre prever los probables impactos futuros del cambio climático cada vez que adoptan decisiones relativas a los asentamientos humanos o hacen inversiones en infraestructura.

Fuente: Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Secretaría sobre el Cambio Climático (UNFCCC).

LA URBANIZACIÓN Y EL CAMBIO CLIMÁTICO GLOBAL

LOS EFECTOS QUE EL cambio climático puede tener en los asentamientos humanos son particularmente importantes para México, debido a la rapidez con la que nos hemos convertido en un país predominantemente urbano. Actualmente el número de ciudades en el país es muy alto, y entre ellas encontramos no sólo las grandes metrópolis que son centros económicos de enorme importancia, sino además ciudades chicas y medianas vinculadas con actividades manufactureras, turísticas, petroleras y de prestación de servicios que desempeñan un rol productivo, comercial y de servicios muy relevante en las diferentes regiones del país.

A la vez que los centros urbanos son centros neurálgicos de la concentración económica y poblacional, son un ejemplo claro de las desigualdades socioeconómicas y las deficiencias de infraestructura que están presentes en nuestra sociedad. El acelerado proceso de urbanización que México experimentó en la última mitad del siglo veinte no permitió que la política urbana dotara al mismo ritmo de empleos y de servicios públicos (vivienda, drenaje, agua entubada etc.) a la población urbana. De esta forma, estas mismas deficiencias incrementan la vulnerabilidad de las ciudades a los probables cambios climáticos como se tratará de explicar más adelante.

El crecimiento de la población y su tendencia a concentrarse en ciudades es uno de los factores más importantes que propician la emisión de gases que aumentan la temperatura global del planeta, y que dan lugar al llamado “efecto invernadero” (ver el capítulo ¿Qué es el efecto invernadero?, de R. Garduño, en la sección I). El proceso de urbanización y las actividades económicas asociadas a él, como la industria, la generación de electricidad o el transporte, crean en diferentes grados prácticamente todos los tipos de gases con efecto invernadero. De hecho, el bióxido de carbono es el gas que más se genera, y es producido sobre todo por el sector energético, que incluye toda la actividad industrial y el transporte, así como los usos residenciales y comerciales (ver los capítulos Los gases de efecto invernadero y sus emisiones en México, de L.G. Ruiz X. Cruz, y Los principales países emisores, emisiones históricas, de J. L. Arvizu, en la sección.

I). De acuerdo con lo anterior, en cada país es necesaria una política para reducir la emisión de gases de efecto invernadero con el objeto de contribuir a disminuir los efectos de un cambio climático. Las acciones locales y de cada asentamiento cobran una gran importancia para mitigar los efectos del cambio climático (ver los capítulos de la sección IV).

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