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Economia Social

yusila20 de Octubre de 2011

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INTRODUCCIÓN

La perspectiva disciplinar fragmentó el conocimiento, los

saberes, las prácticas y los protocolos. A cada disciplina correspondió

un campo de acción determinado. Fronteras invisibles

quebraron la cosmovisión y comprensión total del hombre y los

hechos sociales. Ruptura que ha imposibilitado el logro de una

civilización integrada e integradora, tanto de realidades como de

dinámicas. Por ello, resulta especialmente significativo que desde

lo social se valore y reivindique la visión transdisciplinaria para

la comprensión y transformación de la realidad. Mirada holística

que ahora, desde la Revolución Bolivariana, se inserta en la agenda

de discusión sobre políticas públicas integradas.

Como primera aproximación, este paper constituye la síntesis

de múltiples reflexiones desde distintos referentes. Es decir, se

constituye en una construcción discursiva intersubjetiva. En consecuencia,

desde las rutinas disciplinarias resulta previsible la

valoración de los contenidos de este documento de trabajo como

un texto caótico. La elaboración de este material, como proceso

y resultado, es concebido en la perspectiva de una constituyente

económica, y el desarrollo de experiencias concretas de economía

autogestionaria en nuestro país. Aspiramos a que las reflexiones

aquí contenidas, junto a la ratio productiva1 y otros documentos

que están comenzando a circular, doten del aliento social

necesario a la economía solidaria; para que de una vez por todas

se convierta en la plataforma pública para la transformación integral

de la sociedad venezolana.

Economía social

Luis Bonilla-Molina y Haiman El Troudi

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Luis Bonilla-Molina y Haiman El Troudi

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Luis Bonilla-Molina y Haiman El Troudi

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ECONOMÍA SOCIAL

PARA LA DERROTA DE LA POBREZA

Y LA EXCLUSIÓN

La Revolución Bolivariana desarrolla la concepción de un

Estado inclusivo para los más pobres, los simples, las mayorías

de venezolanos y venezolanas quienes durante siglos fueron

parias en su propia patria. Las dinámicas de inclusión obligan a

la revisión y reconfiguración paradigmática, operacional, discursiva

y de diálogo, de la relación entre gobierno y ciudadanos.

Dinámicas que adquieren especial significación a la luz de la

emergencia social actual, ante la aspiración de derrotar su más

nefasta expresión: la pobreza. La economía clásica cimienta sus

desarrollos conceptuales y operativos sobre unas concepciones

de pobreza, desarrollo, felicidad, bienestar, libertad y progreso,

que tienen como punto de partida la aspiración de acceso al beneficio

de la acumulación de capital y el equilibrio fiscal mediante

mercancías, objetos y elementos que demuestren riqueza expresada

en la posesión de bienes de consumo; bienes y servicios que

suelen ser valorados como indicadores ciertos de logro. En contraposición,

desde la economía social se procura avanzar en la

revisión de estos determinismos, a partir de la crítica a los conceptos

de pobreza y riqueza que históricamente orientaron el discurso

político y las temáticas de gestión desde los referentes

gubernamentales.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela

(CRBV, 1999), desarrolla la idea de la riqueza colectiva en oposición

a las nociones de acumulación de bienes, competitividad y

darwinismo social, que en muchos casos sirven de sustento teórico

para justificar la pobreza de un sector de la población.

Respetando la diversidad de expectativas y modos de vida, la

Revolución Bolivariana apuesta por las posibilidades de acción

equilibrantes e inclusivas del Estado. Si bien desde el lenguaje

constitucional se impulsan claras orientaciones para el desarrollo

de un modelo económico solidario, autogestionario y de profun-

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do anclaje local, para alcanzar este objetivo se hace necesario

construir, con carácter previo, claras líneas de gestión orientadas

a la derrota del desarraigo cultural (en sus expresiones económicas,

políticas y antropológicas) de gran parte de la población

venezolana. Esfuerzo que parece asociarse a la noción bolivariana

que busca vincular una nueva concepción de desarrollo local

al modelo emergente de economía social.

Avanzar en la inserción societal de los preceptos constitucionales

en materia económica, implica el develamiento del tipo de

Estado que tenemos, sus protocolos y rutinas, formas de relacionarse

con el ciudadano y de dialogar con la otredad ciudadana;

para poder, de esta forma, acometer con la suficiente solidez y

dinamismo la tarea de construcción de un nuevo tipo de Estado

para un nuevo modelo político: la democracia participativa y protagónica.

De hecho, la CRBV (1999) refleja procesos de reflexiones

y praxis sociales emergentes, a partir de las cuales es posible

develar cómo detrás de las formas de vida, las nociones de pobreza,

riqueza, desarrollo, progreso, triunfo y felicidad, se esconden

formas de opresión o de liberación del ser humano que pasan por

la identidad y el sentido de pertenencia de la población venezolana.

Se entiende, entonces, a Denis (2002) cuando señala que

“estamos partiendo de la idea de que la economía social no constituye

en sí un modelo económico acabado que podría encerrarse

dentro de lo que tradicionalmente se ha definido como economías

solidarias o sociales, ni en sus formas institucionales más

conocidas: cooperativas, microempresas, empresas mutuales, etc.

La economía social es, en primer lugar, y dentro del contexto

socioeconómico específico a naciones periféricas a los centros

mundiales de capital como la nuestra, aquella economía que se

desarrolla precisamente sobre los márgenes de los grandes nudos

de acumulación de capital”. (2002. Inédito).

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En consecuencia, la economía puede ser vista más allá de los

límites de las formas de producción y acumulación de riqueza,

asumiéndola como un campo de cruce transdisciplinario e implicaciones

holísticas en todos los campos de vida y gobierno social.

En esa perspectiva, las formas de vida, de resistencia, de sobrevivencia

de la población, pasan a ser temas de la agenda económica.

Estaríamos hablando, entonces, de una economía social, de

una economía solidaria, que rescata el carácter humanista de

cualquier campo disciplinar; sujetándolos a su incidencia en el

centro de la actividad territorial: el hombre y su medio ambiente.

Es decir, el interés en este desarrollo de la economía no está centrado

en las formas mediante las cuales una minoría se apropia de

la riqueza de las mayorías, sino en cómo estas últimas alcanzan

mayores niveles de desarrollo autodeterminado que, imbricados

a expresiones geoculturalmente pertinentes de felicidad y bienestar,

se funden en nuevas lecturas de lo que implica una auténtica

calidad de vida.

En esa perspectiva, la derrota de la pobreza deja de ser un

tema estrictamente económico, permeando los aspectos culturales,

sociológicos, antropológicos, espirituales y de diversa índole

que rodean a toda actividad humana. Es decir, se avanza hacia

nuevas formas de valoración y logro construidas desde referentes

intersubjetivos, los cuales son mediados por redimensionadas

premisas culturales. La economía social adquiere la significación

de herramienta para la derrota de la pobreza no sólo económica,

sino también cultural, política, ideológica; para la revisión de las

formas de vida y el rescate de concepciones de progreso, bienestar,

desarrollo y progreso fundadas en la propia historia nacional.

Es decir, la economía social se constituye en estrategia articuladora

de las propuestas emancipatorias nacionales y las concepciones

revolucionarias que postulan un Estado que defienda la

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perspectiva local ante el avasallante imperio de lo global.

Un modelo económico de ese tipo, de carácter solidario y

compromiso social, no sólo permite derrotar la pobreza cultural,

política, educativa, de modos de vida y económica, sino que

garantiza la inclusión de todas y todos los venezolanos y venezolanas

en la construcción de la patria bolivariana. Por ello, se considera

que las tareas de primer orden para el impulso de la economía

social residen en la superación de:

1.- El determinismo capitalista neoliberal.

2.- La visión reduccionista que limita las posibilidades de

rompimiento con la economía global a la experiencia del

llamado “socialismo real”, que resultó incapaz de desarrollar

todas las posibilidades del ideario socialista.

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