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El Acto De Cuidar


Enviado por   •  26 de Junio de 2013  •  2.282 Palabras (10 Páginas)  •  1.355 Visitas

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LAS RELIGIONES ANTE EL ABORTO

Vamos a examinar aquí la postura de las grandes religiones del mundo respecto al aborto. De forma histórica y doctrinalmente la posición de la Iglesia Católica sobre el tema, así como las citas bíblicas en que apoya su inveterada condena del crimen en todas sus formas. También de la religión judía, así como la del Islam. Comentaremos también la actitud de las religiones orientales hinduismo, budismo acerca del derecho a la vida.

La doctrina de la Iglesia Católica derivada de la Sagrada Escritura1 es que Dios creó al hombre, en cuerpo y alma y semejanza suya que Dios nos ha conocido como personas antes de ser concebidos como a Ismael Génesis 16:11, a Isaac Gen.17:19, a Josías I Reyes 13:2, a Salomón I Crónicas 22:9, a Juan el Bautista Lucas 1:13 y a Jesús mismo Mateo 1:21.

La Iglesia también sostiene que es pecado interferir con los planes de Dios; Que los hijos son un don de Dios; Que los niños son los más inocentes de todos y que es un pecado abominable matar al inocente. En vista de este cuerpo doctrinal, es evidente que el aborto es un asesinato y que todos los cristianos deben evitarlo y condenarlo.

Sin embargo, hay cristianos y no cristianos que buscan agujeros en esta doctrina para justificar el aborto y argumentan que no está claro cuándo entra el alma en el cuerpo. Algunos sostienen que esto no ocurre hasta el nacimiento. Con este argumento consiguen su propósito de sembrar una duda insoluble, pues es evidente que no hay forma alguna de comprobar su suposición ya que es imposible medir la presencia del alma. Pero lo que sí se puede conocer científicamente es la presencia de un corazón y de un cerebro desde el primer mes de gestación, y ambos son considerados como la sede del alma. Más aún, el ser que existe antes de la formación de estos órganos, también es la sede del alma. Así pues, ante la imposibilidad científica de determinar el momento de la animación del cuerpo, la Iglesia establece que es objetivamente un grave pecado atreverse a correr el riesgo de cometer un asesinato (Declaración sobre el Aborto Provocado). En caso de duda, siempre hay que optar en favor de la vida y la seguridad de la persona.

Otros pro - abortista alegan que los Padres y Doctores de la Iglesia no tenían una doctrina clara sobre el tema. Sin embargo, aunque San Agustín, Santo Tomás de Aquino y San Jerónimo tuvieron dudas acerca del momento de la insuflación del alma en el cuerpo debido a la teoría de Aristóteles de que los niños en gestación no se hacían humanos hasta 40 días después de la concepción, la Iglesia ha sostenido desde sus inicios la sacralidad de la vida en gestación. Así en la Didajé II, "No matarás a un niño no nacido ni a un niño recién nacido" y en las Epístolas de Barnabás, que vivió entre los años 70 y 138, dice "Amarás a tu prójimo más que a tu propia vida. No matarás a un niño por medio del aborto" Vol. II, pg. 19. También Tertuliano A.D. 197 en su obra Apologeticus pg. 9 afirmaba. Para nosotros los cristianos el asesinato está terminantemente prohibido; por lo cual, incluso cuando el niño está en el vientre, mientras la sangre de la madre sirva para formar el ser humano, no nos es lícito destruirle. Prohibir el nacimiento no es más que un asesinato. Es hombre aquél que se convertirá en un hombre; el fruto está siempre presente en la semilla.

Aten ágoras de Atenas, en carta a Marco Aurelio en el año 177 conocido como Legatio pro Christianis Súplica en favor de los cristianos decía así "Aquellas mujeres que utilicen drogas para abortar cometen un asesinato, y tendrán que dar cuentas a Dios por su aborto". Clemente de Alejandría c. 155-220, sacerdote y Padre de Teólogos dice así en sus escritos". Si no matáramos la raza humana que nace y se desarrolla según el plan de Dios, viviríamos toda nuestra vida en armonía con la Naturaleza. Las mujeres que hacen uso de alguna clase de fármaco abortivo mortal, matan, no sólo al embrión, sino, con él, toda la bondad humana."

El teólogo Minucio Félix c.200-225, en su obra Octavius pg. 30 pone el dedo en la llaga de la verdadera naturaleza del aborto, hay mujeres que por el uso de pociones medicinales, destruyen la vida no nacida en sus entrañas y asesinan al hijo antes de darle a luz. Estas prácticas derivan, sin duda, de una costumbre establecida por vuestros dioses. Saturno, aunque no abandonó a sus hijos, ciertamente los devoró. Esto recuerda la frase de San Pablo acerca de los sacrificios antiguos a los dioses lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican (I Cor.10:20). Sin duda que los dioses modernos a los que se sacrifican los niños en el siglo XX son los mismos demonios del egoísmo, la lujuria, la pereza, la cobardía, la avaricia. Los cuerpos descuartizados de los niños abortados no se distinguen en nada de los sacrificios humanos que los paganos ofrecían a sus dioses.

Todo lo anterior está resumido en el Catecismo de la Iglesia Católica, que en su párrafo 2271 dice así. Desde el s. I, la Iglesia ha enseñado el mal moral de todo aborto provocado. Esta doctrina no ha cambiado y permanece inmutable. El aborto directo, es decir, aquél que se procura como un medio o como un fin es gravemente contrario a la ley moral. El aborto y el infanticidio son crímenes abominables. En cuanto a la pena, el párrafo 2272 dice así. La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. Quien procura un aborto, si se produce, incurre en excomunión latae sententiae, es decir, automática. Sólo hay una salvedad a esta pena canónica y se conoce como el principio del "doble efecto". Establece que en los casos en que la muerte del niño sea resultado de un tratamiento para salvar la vida de la madre y no exista intención de matarle, no puede considerarse un aborto, pues su muerte sería un efecto indirecto de la intervención quirúrgica o terapéutica. Sin embargo, en palabras del Papa Pio XII, debe hacerse todo lo posible por salvar la vida de ambos, madre e hijo. Acta Apostolicae Sedis 43 1951, pg. 855. Esta afirmación se basa en el principio de libertad de conciencia surgido del Concilio Vaticano II y defiende que cualquier acción es excusable en la medida en que la conciencia esté tranquila. A esto contesta en una nota al pie de página el documento Declaración Sobre Libertad Religiosa del Concilio Vaticano II: La Declaración no otorga su autoridad a la teoría generalmente aceptada por esta expresión que uno tiene derecho a hacer lo que su conciencia le dicte. Esta es una teoría peligrosa. Su peligro particular es el subjetivismo, la idea de que, en última instancia,

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