El Esclavo

Dílvar, Anand. (2001). El esclavo. México.El camino rojo ediciones.

Este libro es una novela que habla de un chico que sufre un accidente, acusa de sus adicciones al alcohol y consumo de drogas.

Narra sobre su familia, la cuál, tiene problemas de comunicación, y al ver a su hijo mal, todos se comienzan a unir.

El chico no puede hablarles, ya que está en estado de coma, y sólo puede comunicarse con su guía espiritual, éste le ayuda a comprender que no siempre hay que pensar en nosotros mismos sino, que hay que comprender a los demás, ponerse en la situación de otras personas para saber como ellas se sienten.

Esta novela me hizo comprender que no necesariamente tenemos que envolvernos de un problema o un accidente para expresarles a nuestros seres queridos el afecto que les tenemos, que nuestros sentimientos podemos manejarlos; no necesariamente si tuvimos un mal día tenemos que estar enojados, también me enseñó, que todo lo que nos pasa lo creamos nosotros, sea algo bueno o sea algo malo, es decir nosotros somos dueños de nuestros pensamientos, de nuestras acciones y nuestro estado de ánimo, nadie nos puede obligar a cosas que no queremos hacer, tú decides si quieres hacer las cosas o no, sin embargo, somos tan egoístas y arrogantes que pensamos que todo lo que nos sucede es por alguien más, siempre buscamos culpables cuándo el culpable eres tú mismo.

Hubo una parte de la novela que me conmovió mucho, la cuál, fue en que Laura, novia del chico le daba la noticia de que iban a ser padres, para él, fue un momento de desesperación y una impotencia de no poder moverse y demostrar su sentimiento de emoción y felicidad, así como reaccionar para estar junto a su hijo, a pesar de que una enfermera estaba matándolo poco a poco.

Lo que me puso a pensar esta novela, es que tenemos cada uno de nosotros una mente tan poderosa que nos hace reaccionar y poder hacer tantas cosas que nosotros mismos nos sorprendemos.

En una parte de la novela narra sobre como es el papá del chico, decía que era una persona fría, no demostraba sus sentimientos, y siempre se hacía ver fuerte, pero al ver la situación en la que se encontraba su hijo, cambió por completo, en ese momento fue cuando me di cuenta que a veces aparentamos ser otra cosa y que cada uno de nosotros tenemos debilidades, y momentos en los cuales, ya no podemos más y rompemos en llanto, pero, como ya había dicho, no siempre tenemos que estar en esas situaciones para demostrar lo que sentimos.

Me enseñó también que no necesitamos de alguien más para poder ser feliz, sino que nosotros podemos ser felices solos cuando aprendes a valorarte, a sentirte bien contigo mismo y sobre todo a quererte y confiar en ti.

Que cada problema que tenemos no es una puerta cerrada, son solamente obstáculos en la

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