El Mensaje Multicultural De Jose Maria Arguedas
xxxxsandroxxxx10 de Agosto de 2011
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El mensaje multicultural de la obra narrativa de José Maria Arguedas
La tensión y conflicto de las obras literarias de José María arguedas es una cuestión literaria con los intentos de explicar su psicología o patología una mirada mas profunda a la literatura con respecto al conflicto de la identidad peruana , y las diferentes variedades de culturas que abarcan en nuestro país.
El Perú es un país que engloba una infinidad de culturas y lenguajes la cual sirve de inspiración a Arguedas para referirse al Perú. Los últimos años los estudios de la cultura se imponen mas a la critica literaria y la literatura parece perder importancia .sin embargo la critica cultural están implícitos en las obras literarias y la creación verbal por sí sola puede comunicar una voz auténtica de una cultura a los lectores de otros países. Siendo la literatura, clave para comprender la
Cultura la cual forma parte del fondo de imágenes básicas de una nación, donde la renovación de imágenes mantiene viva la cultura.
La obra de arguedas tiene como principal objetivo esta potencia creativa. La cual se pueden percibir aun sin conocer los contextos que insinúan en su texto. La literatura es un campo donde lo común y lo diferente no se excluyen. Posibilita ver lo otro y, a la vez, descubrir cercanías íntimas entre regiones tan distantes como América Latina y Europa Central.
La lectura de arguedas posibilita tal encuentro cultural y personal. En las novelas de Arguedas hay un ansia de armonía que posibilita relacionar su obra con la tradición idílica de proveniencia
Europea. José María Arguedas contradice la idea de una irradiación de la creatividad desde un centro metropolitano a las regiones periféricas. La cual Abandona la relación centro/periferia, asumiendo otro punto de vista. Cada región y cada cultura es un foco de creatividad.
La cultura andina no se subordina a otra cultura, sino todo lo contrario: se apropia de sus elementos y los transforma: “Ocurrió lo que suele suceder cuando un pueblo de cultura de
Alto nivel es dominado por otra: tiene la flexibilidad y poder suficiente como para defender su integridad y aun desarrollarla, mediante la toma de elementos libremente elegidos o impuestos.
José María Arguedas concibe la relación entre las culturas como una “superposición”. Este concepto aparece en los ensayos de Mariátegui y más tarde en los de Octavio Paz. La crítica
no suele relacionar a Arguedas con Paz, pero ambos coinciden en temas fundamentales: la posiblidad de revivir la unidad originaria del universo (el “eterno presente” de Paz); el pensamiento
Analógico; la superposición de distintas tradiciones culturales que se mantienen en convivencia dramática sin fusionarse. La coincidencia de ambos escritores también revela una relación
Orgánica entre el ansia de armonía de illud tempus y la visión conflictiva de la convivencia multicultural. En México el estrato no moderno parece más oculto, mientras que en el Perú es visible. En los dos países la tradición indígena forma la base – igual que en la arquitectura de los palacios cusqueños. El muro incaico del primer capítulo de Los ríos profundos no es un muro de Sacsayhuaman, sino el de una casa en que, sobre las piedras incaicas ondulantes como el río, posa el segundo piso geométrico de construcción colonial: “La pared blanca del segundo piso empezaba en línea recta sobre el muro. La arquitectura de la novela es similar: su experimento lingüístico, que incorpora al español la morfología, sintaxis, entonación y visión del mundo del quechua, construye la escritura sobre las bases de un estrato profundo de una cultura oral.
En Los ríos profundos no está opuesto el mundo indígena contra el mundo criollo; la polaridad consiste, más bien, en la oposición entre lo “cerrado” y lo “abierto”, entre la agresividad y la
comprensión. Frente a todo lo que ensucia el alma – la violencia, el racismo, el odio que abundan en el colegio y en la ciudad, igual que en algún pueblo hostil – existe un polo opuesto: el de la serie de gestos amistosos, de gestos de generosidad con los enemigos, de momentos de comprensión. Esta actitud parece más débil, impotente, quijotesca pero tiene una fuerza axiológica e implica una intuición del orden cósmico, formando una alternativa frente al mundo de la agresividad. El tema de la peste al final de la novela traerá una purificación: el protagonista la encontrará en la ayuda humilde a una víctima de la peste. María Arguedas deja de parecer “arcaica” también a la luz del
debate sobre la modernidad y posmodernidad. La crítica de la ilustración encuentra el error fundamental de su concepto de la autonomía del sujeto en su separación rígida de la naturaleza, y
Pone en duda el principio mismo de la autonomía que consiste en excluir. Como dice Wolfgang Welsch, hoy ya se ve que el “sujeto fuerte”, pujante y dominante, es falso, y que más vale el
“sujeto débil”, dispuesto abrirse a lo otro y capaz de sensibilidad y comprensión. El espacio heterogéneo de América Latina ha representado desde la Conquista una fuente de manifestaciones culturales y literarias que reflexionan sobre el encuentro de dos mundos en contacto, la cultura occidental y la de los pueblos precolombinos. Las tentativas teóricas de abordar un tema tan descomunal como la convivencia de tradiciones y visiones del mundo sumamente distintas ha oscilado entre los conceptos de la aculturación, el mestizaje cultural y la superposición de culturas hasta la noción de la transculturación. A su vez, en el campo de la creación literaria encontraremos obras que intentan, por medio de sus páginas, abrir el espacio que ha nacido del encuentro cultural e interpretarlo, e incluso descubrirlo para el lector occidental. Entre los autores de esta corriente literaria destaca José María Arguedas, peruano bilingüe y nos atrevemos a decir, bicultural. Su creación literaria es un caso excepcional, ya que Arguedas elaboró un lenguaje literario experimental en cuyo espacio se refleja la situación del Perú contemporáneo, construido en el legado de dos tradiciones totalmente diferentes: la cultura oral del pueblo quechua y
la cultura occidental europea. José María Arguedas, que vivió personalmente esta convivencia, intenta armonizar su carácter conflictivo por medio de su oficio de escritor. Dicho afán se
manifiesta no sólo en su obra literaria, sino también en trabajos ensayísticos sobre cultura, etnología y lengua. En su pensamiento teórico, Arguedas llega hasta el punto de
rechazar el concepto de la aculturación del pueblo indígena que vaya perdiendo su identidad y promociona el concepto de la transculturación. No sólo la civilización occidental dominante.
influye en los pueblos indígenas, sino que también estas culturas dominadas transforman creativamente los elementos occidentales hasta hacer nacer una nueva realidad independiente.
Así por ejemplo, los instrumentos de música provenientes de Europa se convierten en manifestaciones culturales muy vitales en manos de los indígenas. La invasión figura aquí como un
punto de partida para una nueva realidad. Arguedas claramente formula su actitud cultural en el ya famoso discurso No soy un aculturado (1968) diciendo: “Yo no soy un aculturado, yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz, habla en cristiano y en indio, en español y en quechua”. Sin embargo, este bilingüismo no significa para Arguedas la mera capacidad de hablar dos lenguas. Es la experiencia de vivir dos mundos y la posibilidad de ver la realidad del propio país con ojos europeos e indígenas a la vez y así poder comprender.
Al referirse al Perú, José María Arguedas dijo: “No hay país más diverso, más múltiple en variedad humana; todos los grados de calor y color, de amor y odio, de urdidumbre y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores. No por gusto, como diría la gente llamada común se formaron aquí Pachacamac y Pachacutec, Huamán Poma, Cieza y el Inca Garcilaso, Tupac Amaruc y Vallejo, Mariátcgui y Eguren, la fiesta del Qoyllur y la del Señor de los Milagros, los yungas de la costa y de la sierra”; él trató en sus narraciones de capturar paulatinamente aspectos de esa realidad múltiple. No es tarea fácil extraer fuera de contexto las dicotomías culturales que aparecen en su obra puesto que, el mundo de la novela es más complejo que cualquiera de las dicotomías. Pero lo que sí es posible es tratar de seguir paso a paso una evolución de perspectivas que se apuntalan en ciertas polaridades características de la época en que algunas obras fundamentales aparecieron en la literatura peruana. En cierta forma una búsqueda de identidad cultural es el común denominador en todas ellas. El Inca Garcilaso de la Vega fue el primer escritor mestizo del Perú. Cuando ya vivía en España fue la nostalgia y el deseo de hacerle justicia a la raza india que lo llevaron escribir sus Comentarios reales. Desde que él era hijo de una princesa incaica podía recordar a menudo las conversaciones que los indios nobles tenían sobre su pasado grandioso y que terminaban con la frase Trocásenos el reinar en vasallaje. Casi trescientos años después los escritores estaban lejos de recordar el abolengo incaico, lo que vieron fue una raza india explotada e ignorante. El pensador Manuel González Prada en 1888 afirmó que el Perú estaba poblado principalmente «por indios semicivilizados y que si se les alfabetizara recuperarían muy pronto su dignidad humana».5 A esa dicotomía civilización/
Ignorancia se añade el análisis de la novelista Clorinda Matto de Turner que en su obra Ave sin nido6 observó que la
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