El humano egoísta y su ética

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El humano egoísta y su ética

Hobbes decía que el ser humano es egoísta por naturaleza. Este ser egoísta jamás dejaría privilegios para ayudar al prójimo si no le trae beneficios; se agrupa en sociedad para poder tener un bien mayor que sólo logra junto demás individuos. Sinceramente, me gustaría pensar que Hobbes está equivocado. Hay varias normas que rigen nuestra vida, ya sean jurídicas o morales. Si decides ir en contra de algunas de estas leyes traerá unas consecuencias, unas más objetivas que otras; si es una ley, una sanción penal; si es una norma moral, atentas contra tu ética.

La ética tiene distintas definiciones, etimológicamente viene de ethos, este término ha tenido varias acepciones. La primera fue con los griegos quienes le dieron el significado de morada, donde tu esencia habita. Aristóteles, por el otro lado, la define como una costumbre o un hábito. Si retomamos la filosofía de Hobbes mencionada anteriormente, la última acepción mencionada parece quedarle mejor. Tomando en cuenta el egoísmo y la costumbre del hombre, se aclara la razón por la cual vivimos en sociedades con éticas de máximos y mínimos. Una te promete un ideal y la felicidad, la otra es más objetiva y se remite a las normas que debes de cumplir para seguir siendo un miembro aceptado de la sociedad. El común denominador es que en ambas hay alguna recompensa de alguna forma.

La ética de mínimos es simple: el ciudadano tiene que cumplir las normas y leyes ya sean morales y jurídicas que le permitan estar en armonía con la sociedad. Este tipo de ética se torna como una de las más aceptadas, puesto que tiende a encajar a la sociedad moderna en la que vivimos. Estas leyes, normas o valores forman a la sociedad y son universalmente aceptados, pues no toman en cuenta ninguna parte de alguna religión. Sin embargo, pienso que hay mínimos básicos como los Derechos Humanos y mínimos que cambian según la persona, su profesión y sociedad.

Tomemos la ética de máximos, la religiosa. Dogmas repetidos una y otra vez por innumerables creyentes de todos los tipos. Los valores impartidos en cada una de las religiones coinciden entre sí y normalmente están profesando la búsqueda para una felicidad que no es comprendida por el ser humano; sobre todo la felicidad de saber que no eres un ser fútil en este planeta. En lo personal, siempre he considerado a la religión un mal necesario. Es el opio del pueblo, según Karl Max y “gracias a Dios” que existe. No puedo imaginarme las atrocidades que cometería el hombre sin fe o alguna moral, sobre todo para la gente ignorante cuya gran devoción a la religión los convence de atenerse a los malos actos; no vayan a irse al infierno.

Estoy plenamente de acuerdo con Hobbes, somos egoístas. En la ética de mínimos, la recompensa que tenemos es pertenecer a la sociedad y no

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