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El positivismo en América Latina


Enviado por   •  8 de Octubre de 2012  •  Trabajos  •  1.252 Palabras (6 Páginas)  •  334 Visitas

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El positivismo en América Latina

El positivismo fue una corriente de pensamiento filosófico y político que surgió en Europa como reacción a las revoluciones, por el temor al desorden y al caos, y que le permitió a la naciente burguesía diseñar un nuevo orden político y social que les garantizara la posibilidad de ejercer sus privilegios económicos. Esta corriente se opuso a las ideas liberales de cambio en las estructuras políticas y sociales, pero apoyó y legitimó el modelo capitalista con su división del trabajo, el libre juego de la producción según la ley de la oferta y la demanda, la industrialización, la división social en clases y la no intervención estatal en la producción y su poca participación en la economía.

Los positivistas como Augusto Comte, diseñaron un sistema filosófico desde una perspectiva histórica, ética y social, para abordar de manera científica todos los asuntos sociales, y así aprehender la realidad a partir de la experiencia. Tenían una concepción progresista de la historia, la sociedad y la vida, según los principios evolutivos, pero no solo en el ámbito material y técnico, sino también en la adaptación del hombre a estos cambios, es decir aceptar la modernidad para superar el estado de barbarie.

En América Latina, con el fin de remplazar la herencia colonial, se adoptaron las ideas positivistas de Comte para los proyectos de nación que estaban surgiendo en las nuevas repúblicas. Varios líderes de la región aceptaron la concepción del progreso siguiendo el ejemplo de los países industriales y capitalistas europeos, pues era vista como la única forma de entrar a hacer parte de la "civilización". Para ello dieron gran importancia a una nueva educación basada en los principios positivistas, para así superar el estado de "barbarie" de la sociedad americana, y propusieron una "mejora" de la raza a través de la inmigración europea, principalmente de países del norte de Europa.

Bajo la idea del "orden y el progreso", se planteó un gran esfuerzo por implantar en las nuevas repúblicas una forma de pensar y una sangre que no era la suya, en otras palabras, la deslatinización por medio de la filosofía positivista nacida en Europa, que implicaba una especie de sajonización que no era más que una forma autoimpuesta de "civilización". Algunas de las raíces de las ideas positivistas estuvieron presentes en importantes líderes latinoamericanos como Simón Bolívar, quienes sentían que la realidad surgida por la colonización era ajena a su proyecto de nación, pues implicaba un pasado servil a partir del cual estos hombres veían la negación de su propia identidad, lo que a su vez dificultaba la construcción y el gobierno de una nueva sociedad. A esta problemática se añadió luego el debate de la raza, con líderes como el argentino Domingo Faustino Sarmiento, que se preguntaba quiénes eran en realidad los criollos, pues no podían ser considerados igual al conquistador, ni al indígena, ni al mestizo.

Detrás de este discurso "civilizador", estaban las ideas para consolidar las nuevas naciones, pero permitiendo la inserción de los países latinoamericanos al nuevo sistema económico mundial. Bajo la realidad del siglo XIX, cuando estos países se encontraban en un proceso de consolidación de su expansión económica interna y externa, con un capitalismo dependiente de Europa, principalmente Inglaterra, y a finales de siglo de los Estados Unidos, era necesario mantener una estabilidad política y social en cada una de las naciones, a partir de la cohesión de los diferentes grupos del sector dominante. Para este propósito servía muy bien la ideología positivista y su doctrina sobre el orden y el progreso,que busca la alianza entre grupos heterogéneos por unos objetivos comunes: el crecimiento económico, la paz interior y la prosperidad nacional.

En conclusión, la base política de las ideas positivistas brindaron los elementos necesarios para el discurso que pretendía la estabilidad política necesaria para generar los cambios europeizantes, civilizadores y económicos deseados por los líderes de los nuevos estados nacionales. Este proyecto se intentó consolidar mediante la inversión de capital extranjero, la inmigración europea y una mayor secularización; siguiendo el objetivo primordial de las elites nacionales de asegurar el orden en función del progreso.

El pensamiento latinoamericano en su trayectoria ha evidenciado una marcada tendencia progresiva de contenido humanista. Ese humanismo se ha hecho mucho más patente en momentos en que las circunstancias históricas lo han demandado en mayor medida. Esto pudo apreciarse desde sus orígenes en aquellos primeros momentos en que se debatió tanto la condición humana de los aborígenes de esta región, los argumentos en favor del respeto a sus derechos, así como la justeza o no de la importación de esclavos africanos o asiáticos. Posteriormente la recepción y desarrollo del marxismo en estas tierras se explicaría no sólo por la continuidad de aquellas ideas sino porque las nuevas condiciones sociales los engendraban.

Los países latinoamericanos en su mayoría recién emergentes en su relativa independencia política aspiraban de alguna forma a reproducir las vías y modelos de desarrollo provenientes de aquellos centros del capitalismo mundial, sin percatarse fácilmente de tal imposibilidad por constituir precisamente ellos una de las condiciones básicas de la prosperidad de estos últimos.

Por tal motivo era lógico que el liberalismo, y no el socialismo, constituyese el paradigma preferente de la mayor parte de los pensadores latinoamericanos que honestamente añoraban la plena realización de las consignas aún etéreas de libertad, fraternidad e igualdad que desde el siglo anterior alimentaban el humanismo burgués.

Los presupuestos del socialista aun cuando eran comprendidos filantrópicamente por un sector muy reducido de la intelectualidad latinoamericana, por lo general no eran compartidos por considerarse no solamente ilusos, sino ante todo distantes de los criterios de lo que se consideraba -y aún hoy en día con el derrumbe del «socialismo real» se realimentan- la naturaleza individualista y no colectivista del hombre.

El historicismo, en su esencia, proclama, la originalidad, las circunstancias de tiempo y lugar; y refiere a esas mismas circunstancias el proceso de su actividad constituyente. Por esa vía América se descubre a sí misma como objeto filosófico. Se descubre en la realidad concreta de su historia y de su cultura, y aún de su naturaleza física en cuanto sostén, contorno y condición de su espiritualidad (Ardao, 1968: 124).

La asimilación que en América Latina se hizo del historicismo no obedeció a una moda intelectual fortuita, sino a la necesidad del hombre de esta región para comprenderse y revalorizar sus productos culturales e intelectuales, ello a partir de verlos como resultado de su peculiar desenvolvimiento histórico, lo cual permitió apreciar que, pese a la yuxtaposición de factores foráneos, en ese desenvolvimiento histórico preexiste una dimensión propia y de originalidad en su hacer espiritual. El historicismo conlleva, por tanto, un proceso de reconstrucción de la trayectoria y sentido cultural del continente. Y dada la índole filosófica de esta tendencia se hace hincapié especialmente en la reconstrucción de la evolución filosófica latinoamericana. El historicismo tiene como supuesto primordial el que la historicidad del hombre, y con él su pensamiento filosófico, tiene una estrecha unidad con las estructuras histórico-sociales que lo enmarcan. Así, las ideas filosóficas tienen una textura histórica a la que puede accederse desde la comprensión de la circunstancia concreta que en su gestación o adopción las han rodeado. Cada idea filosófica manifiesta una vivencia humana que tiene un valor particular e intransferible dentro del devenir cultural de las sociedades. Este supuesto del historicismo que remarca la conexión de hombre, pensamiento y circunstancia fue el basamento sobre el que erigió el proyecto continental de la historia de las ideas.

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