“Ensayo: Cicerón”
Carla Bettancourt ÁvilaApuntes16 de Noviembre de 2015
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“Ensayo:
Cicerón”
Marco Tulio Cicerón nace el año 106 a. C. en Arpino, en el seno de una familia poco conocida, pero bien acomodada. Realizó sus estudios superiores en Roma, donde conoció a las mentes más ilustres de su época (Molón de Rodas).
En un primer momento se dirigió hacia la jurisprudencia, la filosofía y la retórica, viaja por Grecia para conocer la cultura helenística, en este viaje hace importantes contactos políticos. Regresó a Roma y contrajo matrimonio con Terencia, iniciando el cursus honorum un año después.
Fue nombrado cuestor (jueces encargados de los casos de asesinato y de insurrección o alta traición) en Sicilia, destacando por su sinceridad y honestidad, en el año 67 obtiene el cargo de pretor (magistrado romano que ejercía jurisdicción en Roma o en las provincias) desde el cual apoyó a Pompeyo. Años más tarde fue electo cónsul, consiguiendo descubrir el motín dirigido por Catilina que aspiraba a terminar con su vida. Con las “Catilinarias” consigue convencer al Senado de dar pena de muerte a los conspiradores.
El Triunvirato de Pompeyo, Craso y César ocasionaría el ocaso de Cicerón ya que fue exiliado por un año, a causa de haber ejecutado sin juicio previo a los partidarios de catilina. A su regreso dio su apoyó abiertamente a Pompeyo, induciendo el enfrentamiento con César que lo lleva a retirarse a Brindisi.
La muerte de César lo acerca nuevamente a la política al escribir contra Antonio sus “Filípicas” en memoria de Demóstenes, entrando en la lista de desterrados durante el Segundo Triunvirato. Antonio dirige en su contra a sus sicarios, que le dieron muerte cerca de Fornia.
No se le hizo fácil acceder a las magistraturas (los nobles lo miraban con cierto desprecio como homo novus que era), pero lo hizo, y además, suo anno, de lo que no tenía reparos en vanagloriarse.
En política amparó la concordia ordinum, la cooperación integral de las distintas clases para la base de las instituciones republicanas. Pero conquistó tanto las iras de los optimates (conservadores), como de los populares (demócratas). Los unos por haber apoyado a Pompeyo, los otros por su dictamen de pena de muerte contra los partidarios de Catilina.
Antes de estallar la guerra civil intentó mediar, sin éxito, entre los contendientes, y durante el tiempo de ésta se inclinó por el bando de Pompeyo. Cuando éste fue derrotado, César trató a Cicerón con benevolencia. A partir de dicho momento se dedicó más a las letras que a la política.
Luego del homicidio de César, Cicerón retorna a la política, apoyando a Octavio y oponiéndose con ímpetu a Antonio, pero Octavio lo traiciona cuando Antonio, contra el que Cicerón había lanzado fuertes ataques, pidió su proscripción. En el 43 a. C., partidarios de Antonio lo detuvieron cuando intentaba huir y lo asesinaron.
Son dos los casos que le dieron fama: el primero es la “defensa de Quintio”, y el otro es el famoso caso de acusación de parricidio cometido por Roscio, personaje político muy conocido en esa época.
De Oratore es su primer manuscrito (55); luego en el año 54 escribe De Republica, y De Legibus en el 52. La política romana está De sus obras merecen citarse: Partitione oratoria, De finibus, Tusculanas, que presenta sobre la inmortalidad del alma. También escribe sobre la vejez, la amistad, y se está al tanto de variadas epístolas que envía a sus amigos. Son conocidos algunos escritos filosóficos. Es un orador y escritor brillante por su estilo elegante y conciso.
Cicerón pone de manifiesto en sus cartas su verdadera personalidad. El día de hoy aún se conservan alrededor de 900 cartas, parcialmente por Petrarca a mediados del siglo XV.
Cicerón escribió diversos tratados de retórica en los que compilaba todos los conocimientos que había alcanzado estudiando la retórica griega e investigando la historia de la oratoria romana, adyacentes con los que había extraído de su experiencia personal como abogado y estadista.
Cicerón puso en práctica sus nociones sobre retórica en sus propios discursos, que, publicados en gran número, se transformaron en obras literarias. Sus secretarios los tomaban abreviadamente, y después él los redelineaba a su comodidad.
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