Grigori Yefímovich Rasputín
papanatas14 de Mayo de 2013
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Grigori Yefímovich Rasputín
Grigori Yefímovich Rasputín fue un místico ruso con una gran influencia en los últimos días de la Dinastía Romanov. Aunque tradicionalmente en español es más conocido como Rasputín, la pronunciación en ruso es Raspútin. También fue conocido como «el Monje Loco».
En su lugar de origen pretendía darse una apariencia de Jesucristo y tenía fama de sanador mediante el rezo, razón por la cual y gracias a una amiga de la zarina llamada Anna Výrubova, en 1905 fue llamado al palacio de los zares para cortar una hemorragia de su hijo único Alexis Nikolaevich de Rusia, que padecía de hemofilia. El zarevich efectivamente mejoró —algunos investigadores sostienen que fue mediante hipnosis— y la familia Romanov, especialmente la zarina Alejandra, cayó bajo la influencia de este controvertido personaje. Rasputín llegó a tener tanto poder dentro del palacio de los zares que prácticamente no había decisión que no pasase por su juicio. La aristocracia rusa no veía con buenos ojos la presencia de aquel hijo de campesinos analfabetos en asuntos gubernamentales. Sin embargo era tal la capacidad de convicción, y el terror que su firmeza ejercía sobre todo, que nada pudo detener su escalada dentro del poder del gobierno del zar Nicolás II.
Los biógrafos no dejan de pintarlo como un verdadero monstruo diabólico, capaz de ejercer una dictadura feroz, completamente despiadado y concentrado en romper la barrera de cuanto pecado capital hubiera.
Ya sea desde los banquetes espectaculares que terminaban en grandes orgías o desde la toma de decisiones de gobierno, todos sus actos eran revestidos de un halo místico que obturaba cualquier oposición. Su mirada penetrante, su estampa la de guerrero bravo, su rostro anguloso y su barba oscura, hacia imaginar una fuerza extraña detrás de aquel simple hombre.
Como dijimos antes: existían sectores de la aristocracia cuyo mayor deseo era la desaparición de Rasputín. Algunos lo habían intentado con tal suerte que muchos llegaron a pensar que aquel ser era inmortal.
Presentado como un hombre de Dios, en realidad su vida era de lo más libertina. Un "jlysty" convencido, es decir: alguien dispuesto a cometer los mayores pecados ya que, según su filosofía, el mayor placer de Dios es perdonar a los más grandes pecadores.
Hechas estas consideraciones, no nos tentaremos es verter sobre Rasputín ningún juicio de valor, si es que ya la presentación no ha caído en ello con tanto adjetivo.
Nos ocuparemos de narrar, según las declaraciones del protagonista principal de la jornada del 28 de diciembre de 1916, las últimas horas del aparentemente inmortal Rasputín.
El príncipe Yusupov y un grupo de hombres habían preparado lo que sería la trampa para cazar a la bestia. En el sótano del palacio de Yusupov se disponía la mismísima tentación para un hombre de las características de Rasputín. Narrar los por menores de todo lo que debieron planear aquellos hombres para al fin alcanzar su objetivo sería demasiado extenso. Así pues, imaginemos la escena anteúltima: el príncipe Yusupov y Rasputín sentados en aquel sótano lleno de manjares, con una decoración cuidada y con un hogar de leños crepitantes.
Los amigos del príncipe habían dispuesto todo al detalle y esperaban en el piso de arriba el desenlace ansiado. Rasputín había sido engañado, no se imaginaría nunca que aquella sería su noche final.
La fabulosa leyenda del pene de Rasputín
Generalmente y salvo excepciones, nuestro cuerpo al fallecer se corrompe quedando, poco más, que algunos huesos y un montón de cenizas. Entre esas excepciones se cuentan los cadáveres de personajes de la historia que embalsamados o momificados, osaron, desafiar a la muerte. De algunos de esos seres míticos o relevantes en la historia, sin embargo, no han podido menos
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