Jaime Jaramillo

Jaime Jaramillo nació en Manizales, Colombia y desde muy pequeño descubrió que existían injusticias sociales y decidió ubicarse del lado de los débiles. A través de su vida ha recibido diferentes señales, que de una u otra manera lo han inspirado a soñar y actuar. A la edad de 7 años recorriendo los cafetales de su finca encontró a una niña y a un niño campesinos, que jugaban con los restos de una desvencijada muñeca y un viejo camión de madera, prácticamente inservible. Por eso mismo le propuso a su padre que le permitiera sembrar semillas de café y con los ingresos que eso le generaba, comprarles una muñeca y un carro nuevo a aquellos niños. En la navidad del año 73, la señal fue tan fuerte que lo iluminó para encontrar su verdadera misión en este mundo. Él aún recuerda a aquella niña de la calle, que recogió llena de ilusión, la caja vacía de una muñeca que había caído de un carro. Él transitaba por esa vía, y la niña por mirarlo se distrajo y no advirtió que venía un camión a gran velocidad, que la atropelló arrebatándole su vida y sus sueños. Desde ese momento, él empezó a recorrer las calles para llevar a aquellos niños y niñas un pedazo de pan; para tratar de calmarles su dolor, ayudarles a sanar las heridas del alma y darles una luz de esperanza para salir de la oscuridad en que vivían. De ahí en adelante, mientras realizaba su especialización en Europa, en prospección geofísica y exploración de petróleo en las Universidades de Mainz y Montana, ideaba la manera de ayudar a los niños con problemas de salud, entre ellos los minusválidos, epilépticos, sordomudos, niños con retraso mental y con deformaciones genéticas, además de aquellos que habían iniciado su vida en la drogadicción y la delincuencia común. Años más tarde, nuevamente en Colombia, otra niña de la calle aparentemente atropellada por un carro, apareció en su camino, y fue ella quien lo llevó por primera vez a conocer el oscuro mundo de las alcantarillas. Fue así como desde aquel instante, en medio de ese lugar en que la noche era eterna y la desesperanza y el miedo reinaban, él visualizó el sueño de rescatar del desamor a todos los hijos de la oscuridad en su amada Colombia. Gracias a esta decisión miles de niños y jóvenes que vivían en la oscuridad, aprendieron a soñar en la Fundación Niños de los Andes. Su labor humana continuaría creciendo día a día con las visitas a los basureros, alcantarillas, túneles subterráneos y barrios marginales, donde sembró la suficiente confianza para perpetuar su ayuda hasta ser nombrado cariñosamente como "Papá Jaime", el padre de los intocables por la sociedad. Él siguió con su trabajo como Geofísico explorando petróleo por más de 20 años y paralelamente vio crecer a la Fundación Niños de los Andes, por la cual han pasado más de 65.000 niños y hoy en día atiende a más de 6000 personas al año. De igual manera sus hijos biológicos, Esteban

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