ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Jesse Pomeroy


Enviado por   •  4 de Junio de 2014  •  2.470 Palabras (10 Páginas)  •  364 Visitas

Página 1 de 10

Jesse Pomeroy: "El Sádico Bribón"

"Soy un niño con la adrenalina congelada.

Soy un niño aburrido con una nueve milímetros de agua.

Soy un niño asesino en serie de amigos imaginarios.

Soy un niño con el sueño prófugo.

Soy un niño suicida al borde del carrusel en movimiento.

Soy un niño esquizoide caminando por la zona roja".

Cadáver Muerto

Uno de los primeros casos conocidos acerca de niños asesinos es el del estadounidense Jesse Harding Pomeroy, nacido el 29 de noviembre de 1859 en el pueblo de Charleston, Massachusetts. Fue el segundo hijo de Thomas y Ruthann Pomeroy, personas que vivían en la medianía económica de ese entonces. Se dice que el padre de familia era un alcohólico que cometía abuso sexuales. Por cualquier motivo que lo enfureciera, llevaba a sus hijos a una cabaña donde los desnudaba y aporreaba hasta aplacarse. De estas palizas Jesse no asimiló la idea de la buena conducta, sino una forma pervertida del placer y la diversión. De acuerdo a los relatos de la época, la apariencia de Pomeroy inspiraba miedo. Él mismo estaba conciente de que era un sujeto diferente. Su cuerpo era muy grande para su edad, así como su cabeza, orejas y rasgos faciales eran poco favorecedores. Su ojo derecho carecía de iris y pupila, confiriéndole un aspecto aterrador. Se dice que ni su propio padre podía mirarlo sin experimentar un escalofrío. A causa de ser tan diferente, Pomeroy era un sujeto retraído y solitario. Nadie lo recordaba sonriendo, pero sí por los extraños ataques nerviosos que de vez en cuando lo atacaban. Durante su niñez fue pasto de los niños abusadores de su barrio. En casa de la familia Pomeroy no podía haber mascotas. De forma inesperada, aparecían muertos. Una vez, los canarios de la señora Pomeroy aparecieron con las cabezas arrancadas y después de que descubriera a Jesse torturando al gato de los vecinos, se decidió que no entrarían más animales al domicilio. En una suerte de lenta pero trágica evolución, Pomeroy decidió irse contra nuevas presas, eligiéndolas de acuerdo a su edad: niños más pequeños que él. El primero fue William Paine, quien fue hallado un día de diciembre de 1871 por dos hombres que caminaban por una calle solitaria. Habían escuchado un llanto apagado, y al acercarse a una pequeña cabaña pudieron escucharlo con mayor claridad y al entrar quedaron sorprendidos al ver al pequeño niño de cuatro años colgando de las manos, que estaban atadas con una cuerda suspendida del techo del lugar. Su espalda estaba cubierta de laceraciones. No pudo denunciar a su atacante.

Ruthan Pomeroy, madre del criminal

El siguiente fue Tracy Hayden, de siete años, quien en febrero de 1872 fue engañado por Pomeroy para llevarlo a un lugar apartado con la promesa de ir a ver a los soldados. Una vez apartados de cualquier distracción, procedió a amarrarlo y a torturarlo con la misma furia que había aplicado al pequeño Paine. Del ataque, Hayden resultó con los ojos morados, los dientes frontales partidos, la nariz rota y el torso cubierto de heridas y verdugones. Tras este episodio la policía solo pudo enterarse que el atacante era un muchachito de cabello castaño. A mediados de abril de 1872, Pomeroy prometió llevar al circo a un niño de ocho años, Robert Maier, y después de caminar hasta sus apartados dominios lo sometió como acostumbraba con sus víctimas. Lo desnudó casi por completo y mientras lo golpeaba con una vara lo obligaba a maldecir. Maier reportó que mientras Pomeroy lo vapuleaba, se masturbaba disfrutando el dolor que le provocaba. Al terminar lo soltó y le juró que lo mataría si lo delataba con alguien. Después huyó del lugar. La policía comenzó a actuar interrogando a numerosos adolescentes de cabello castaño. Los medios comenzaron a mostrarse nerviosos y los padres advertían fervientemente a sus hijos no hablar con extraños en la calle. Por alguna razón desconocida, la descripción del sádico bribón derivó en la de un adolescente de barba y pelirrojo. Mientras tanto, el lampiño y castaño Jesse Pomeroy escapaba con comodidad de la búsqueda policial. El siguiente golpe, a mediados de julio, fue contra un niño desconocido de siete años de edad, a quien le fue propinado el mismo tratamiento que a los demás: una feroz paliza hasta que Pomeroy alcanzó el orgasmo. Esta vez la policía ofreció una recompensa de $500 dólares a quien ayudara en la captura de "El Sádico Bribón", como fue llamado desde entonces el adolescente que atormentaba a los niños de Boston. En ese momento, Ruth Pomeroy decidió que su familia se mudara al sur de Boston. Se especula que sospechaba acerca de la posible responsabilidad de su hijo en los recientes ataques a infantes. Sin embargo, la madre de Jesse siempre permaneció fiel a su hijo, y negaría las imputaciones formuladas contra él.

George Pratt andaba en las calles cuando fue abordado por Pomeroy y con la promesa de recompensarlo con dinero a cambio de un mandado, lo condujo a un lugar solitario donde comenzó su ataque. Después de atarlo y desnudarlo, lo aporreó sin misericordia con un cinturón. Esta vez elevó el nivel de sus atrocidades, mordiéndole la mejilla y arañándolo profundamente en la piel. Varias veces le enterró una larga aguja en diversas partes del cuerpo. Intentó inclusive clavársela en un ojo, pero Pratt logró colocarse en posición fetal antes que Pomeroy lograra su objetivo. Frustrado, le dio un tremendo mordisco en una nalga y después huyó. El siguiente desventurado fue el niño de seis años, Harry Austin. Aparte de la usual paliza, esta vez empleó su navaja de bolsillo para apuñalar en brazos y hombros a su víctima. Se disponía a rebanarle el pene cuando fue interrumpido por la cercanía de unas personas. Pocos días después, atacó al niño Joseph Kennedy, a quien a la vez que aporreaba lo obligaba a proferir oraciones religiosas plagadas de obscenidades. A Kennedy le provocó una fuerte cortada en la cara con su cuchillo y luego lo llevó a la orilla del mar para echarle agua salada en las heridas. Robert Gould, de cinco años, fue el siguiente en caer engañado por Pomeroy cerca de una estación de trenes. Cuando amenazaba al chico con la punta de su navaja en el cuello, Pomeroy se dio cuenta que era observado por unos ferrocarrileros y tuvo que huir. Para fortuna de la policía, Gould aportó pistas más concretas,

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (14.7 Kb)  
Leer 9 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com