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Julius Wilhelm Richard Dedekind

deliamBiografía9 de Septiembre de 2015

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Los invito  a  libar  en  la  misma copa en que yo  he libado.

                Sentimientos  de  gratitud hacia:

Las aves que con su vuelo, me

inspiran  el deseo constante

de superación y libertad.

Al aire que con su ca-

ricia suave y fres-

ca,  me  hace sen-

tir  con vida.

A las

serpientes

del desierto,

por enseñarme

que aún  en  las condiciones

más adversas, la vida  está presente

 y que siempre   habrá   una  esperanza.

Gracias  a  la  familia Pinzón  Cantor,  por  haberme invitado al  sitio donde viví lo que  aquí relato. Es un lugar mágico  que  fue  habitado  hace  más de  mil  años  por  mis hermanos  los  indios  muiscas.  Está  situado  en cercanía  del  pueblo de  Socha (Boyacá).

Desde  allí se  contempla  imponente  la catarata  del  Tirque   y la cumbre  del  Cerro del Cóndor,  que  parece  que estuviera  cubriendo con sus  alas  a esta  bella  población.

PROEMIO

Estimado  lector:

Esto  no  es   un cuento, historia, ni  realidad. No  es mentira; tampoco es verdad. Es  simple   y llanamente fantasía.  

Al fin y al cabo  la vida  es   eso: fantasía.

Fantasía  es  la  juventud, la  salud, el dinero,   el  poder,  la  amistad  y  lo  que  la  gente  llama  amor.

Ni  lo  que  el  común de  la  gente  llama  muerte  es  realidad.  Es  pura  fantasía. O  quien  ha   visto muerto  un  átomo de  hierro,  de  calcio, de  magnesio,  de fósforo,  de  zinc o de  molibdeno.  De todo  esto y  mucho  más estamos compuestos  los seres  vivos y  si esto  que  es  materia  no se  muere,  mucho menos  morirá  nuestro  espíritu  que  está  hecho  a  imagen  y semejanza  del   Creador.

No  digo  aquí  nada  nuevo.  Lo  que  pasa  es  que  no me  gusta  guardarme  las  cosas y en cambio me gusta  contar  mis  vivencias   y mis  sentires.

EL  AUTOR

La  paradoja  del poder

Los  caminos  del  Universo  son  infinitos; los  de  la  tierra  están plagados  de  obstáculos. Unos fáciles  de  vencer;  otros  algo  difíciles y  hay también los  que   sólo   pueden ser superados por los   valientes. No  sólo valientes  en el sentido  de   ser más forzudos  y   temerarios que  los  demás, sino en haber desarrollado la capacidad de  aceptarse  tal como  son  y buscar  dentro de  sí  el  máximo de  posibilidades para ponerlas  a  funcionar no  sólo en bien  propio sino  en  el bien común.

En uno de    tantos  caminos  que   hay en la tierra, se  encontraron  en un  instante de la vida (porque  la vida  se compone  sólo de  instantes),  en la  ladera  de  una escarpada montaña de  exótica belleza  , un  hombre  y una gota de  agua.    Él  iba  ascendiendo  sudoroso y cansado, ella sólo  estaba sobre  una  brizna  de  hierba.  A  pesar  de  que  había  visto a lo largo de  su  vida  millones  de  gotas  de agua,  ésta  le  llamó  la  atención  por el poder  que   tenia  de   reflejar  la  luz  del  sol. Tanto  que  parecía lanzar  destellos propios.

Pensó que  era  el  cansancio que  lo  hacía  ver  las  cosas  diferentes; sin embargo  en  ese  momento sintió ganas  de  hablarle con la  secreta  esperanza  de  que  ella   le  iba  a  contestar,  cosa  que  así  ocurrió y entre   ellos  comenzó  a  desarrollarse  el siguiente  diálogo:

-Mira que mientras   yo  voy hacia  aquella esplendorosa   cumbre en busca  de  fama y  reafirmación de  mi poder,  tu te  quedas  estática  aquí sin ninguna  función. Por  algo  soy llamado  el  rey de  la  creación. Debido a mí  poder.

 Ella le  respondió: -pues  aunque no soy tan poderosa  como tú, voy camino a  la inmensidad  del  mar. Recorreré  muchos  caminos, conoceré  muchos  pueblos, besaré los  pies de  todos  los  hombres, sean humildes o poderosos; reflejaré  el rostro de  muchos niños  y de mujeres  hermosas. Daré   vida  a muchos  seres  hasta  llegar  a mi destino.

-Pues  yo no necesito -dijo el  hombre- besar  los pies  de  nadie para  llegar a  la   cumbre; lo  haré  con mis  propias  fuerzas y cuando esté  arriba  todos  me envidiarán. En cambio tú  vives  de  ilusiones.

Por  lo  que  yo  sé, el  mar  está  muy lejano;  ni  siquiera  está  a  la  vista, mientras  que  mi  meta  si la  tengo a  la  vista.  Tardarás mucho en  llegar; es  más, no creo que  llegues.

- No discuto tus  razones  puesto que  eres  tan poderoso -dijo  la   gota  de  agua -pero  humildemente  te  invito  a que me acompañes  en mi recorrido.

-¿Me  desafías? ¡Cómo  te  atreves  a  hacerlo!

-No.  Nunca  te desafiaré;  te  estoy extendiendo la más humilde  de  las  invitaciones. Será  un honor  para mí que  alguien  tan poderoso  me acompañe  aunque sea   una  parte de  mi largo camino.

-Te  acepto la  invitación  aunque sea  sólo para  verte  desaparecer en la  primera  parte  de  tu iluso  recorrido.  ¡Andando,  vamos!

La gota  de  agua solamente  se deslizó  hasta  la  punta  de  la  hierba y se dejó caer 20  metros  abajo, cayendo  justo dentro de  la  corola de  una  hermosa   flor,  la cual  la recibió con alegría y sus  colores  se  hicieron  más  resplandecientes.

Como  el hombre  la  siguió con la mirada, se  dispuso  a acompañarla. Tuvo que  realizar  muchas  acrobacias y tronchar muchas   plantas; unas  llenas  de  espinas  y otras  de  hermosas  flores para  llegar  a  donde  estaba  la  gota de agua.  Cuando llegó  jadeante  ella  le  dijo:

-¿seguimos?

-un  momento_ dijo el hombre mientras  miraba la  ladera  rocosa  por  donde tenía  que  descender. Déjame  que  tome  aliento.

-Está bien; sólo  te  pido que  me   ayudes a  salir de  donde  estoy cuando  vayamos a  emprender  el camino.

-¿te das  cuenta  que  yo si soy poderoso?

No necesité de  tu ayuda  para llegar  hasta aquí y ahora  si tu  quieres  seguir si necesitas  de mí.

-Oh,  claro que  eres  muy poderoso;  pero  humildemente  te  pido te  dignes  inclinar  hacia abajo el tallo  que  sostiene  la flor donde  estoy.  Con eso yo podré continuar  mi camino.

Como la  planta  de  donde  salía  la  hermosa  flor estaba  enraizada  en una  saliente  del desfiladero, con una ligera  inclinación de la rama  se  deslizó como rayo  hasta  casi hacerse  invisible a  la vista  del hombre para ir  a detenerse  100 metros  más  abajo  en una  pequeña  explanada cubierta  de  fina hierba, en medio de  la  cual había un pequeño hueco que contenía muchas  gotas  de  agua, todas  unidas formando  un espejo donde  se reflejaba  la  luz  del sol. Al caer en el centro de  este espejo se  formaron unas  ondas muy hermosas y  hubo  gran cantidad  de destellos de  luz.  De  esta  forma el hombre  pudo darse  cuenta donde  había ido a  parar  la  gota.

Fueron muchos  los  sustos que  tuvo que pasar  y los  rasguños  que  tuvo que  sufrir para  poder  llegar  a donde  ella  estaba.

Llegó a una parte  donde  no tenía de  donde asirse para  llegar  a  la pequeña explanada y todavía le  faltaban algo  más  de  dos  metros. Distinguió  a  la  pequeña gota  entre  las  miles  que   allí  habían y le  dijo:

-Si  no hubiera sido por  mi ayuda no habrías  llegado  hasta  aquí. Deja  que encuentre  la   forma de  llegar  hasta  donde  tu estás   y de  ahí en adelante  no te  prestaré  ninguna  ayuda y  ya  veremos como es  que   vas  a  llegar   al  mar.

Se sentó en el borde  del precipicio a  pensar  como  iba  a   hacer  para  llegar  a donde  estaba  la gota,  pero no hallaba  la forma  adecuada  ya  que no tenía ni un arbusto  de  donde  agarrarse y  más  abajo sólo se  ondeaban en el vacío las  verdes   ramas  de  unos  sauces que  tenían sus   raíces    más  abajo como a   unos   30  metros.

Se  acercó  más  al borde  del precipicio  y vio que  debajo de  los  sauces  había un espejo   grande  formado  por   miles  de  millones de  gotas que  cuando reflejaban  los  pocos   rayos de   sol  que  las   ramas dejaban pasar, semejaba  un  nido  de  pequeñas  estrellas. Miro  nuevamente  hasta donde  se  hallaba  su pequeña  compañera  de   viaje y  le  dijo: _Hasta  aquí  llegó  tu  fantasioso  viaje  hacia  el mar, pues   no puedo  bajar  a ayudarte y estás condenada  a permanecer  en ese  lugar  hasta que te  desvanezcas.  En cambio yo aunque con dificultad escalaré  la ladera  y llegaré  a  la cima  pues tengo movimiento  propio. No  como  tú que  esperas siempre  la  intervención de  alguien  más. Acepta  que   tu viaje  al mar  solo fue  un  bello  sueño.

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