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Tengo Miedo Torero


Enviado por   •  24 de Junio de 2013  •  518 Palabras (3 Páginas)  •  310 Visitas

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Pedro Lemebel se caracterizó por realizar, junto a su colectivo gay “Las yeguas del Apocalipsis”, una serie de actos que causaron conmoción dentro de la sociedad chilena. Entre éstos se encuentra el hecho de haber besado en la boca a Juan Manuel Serrat en un acto público en la Universidad Arcis, de Santiago; “La cueca fleta” que protagonizó en un cumpleaños de Nicanor Parra, junto a Francisco Casas, quebraron vasos de vidrio y procedieron a bailar descalzos sobre los vidrios rotos rompiéndose los pies y quedando ensangrentados. Además de estos hechos, Lemebel participó de una serie actuaciones llamadas “instalaciones” donde realizaba, entre otras cosas, presentaciones plásticas donde se depilaba un corazón de pelo ubicado en su pecho frente a todos los asistentes, o se instalaba desnudo con un gorro de agujas y un televisor con imágenes pornográficas tapando sus genitales. Como podemos apreciar, Lemebel representa una excepción en Chile ya que desde su propia marginalidad tanto sexual como política, sumándose el estigma del Sida, ha logrado saltar a la fama además de poseer un lugar dentro de la productividad literaria del país. Su verdadero nombre, su nombre paterno, es Pedro Mardones. “El Lemebel es un gesto que alianza con lo femenino, inscribir un apellido materno, reconocer a mi madre huacha desde la ilegalidad homosexual y travesti” En los 80, cuando la literatura había sido marginalizada por lo aparatos de la dictadura, Pedro Lemebel Y francisco Casas fundan el colectivo de arte “Las yeguas del Apocalipsis” (1987) En una actividad que fue a la vez paródica y sediciosa, estos escritores, convertidos en actores de sus propios textos, en agentes de la textualidad en devenir, desencadenaron desde los márgenes (desde la homosexualidad pero también desde el bochorno irreverente) una interrupción de los discursos institucionales, un breve escándalo público en el umbral de la política y las artes de lo nuevo. Su trabajo cruzó la performance, el travestismo, la fotografía, el video y la instalación; pero también los reclamos de la memoria, los derechos humanos y la sexualidad, así como la demanda de un lugar en el diálogo por la democracia. Lo más patente es el carácter posmoderno del quehacer de Lemebel, empezando por su radical cuestionamiento de la sociedad neoliberal, donde se reproduce una ideología represiva; y siguiendo con su práctica devastadora de los dualismos estructurantes de la normalidad excluyente. Pero lo más original de su trabajo está en la vehemencia de su ejercicio de la diferencia. Esto es, en su formidable capacidad y talento para generar la hibridez. Quizá el travestismo que baraja identidades operativas, el carnaval que canjea escenarios equivalentes, los géneros que se ceden la palabra gozosa, la performance que es una ocupación de espacio y la sexualidad espectacular que no se ahorra ninguno de sus nombres, se configuran en esa hibridez, que es el eje de la escritura

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