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4.1 Impacto Social De Las Enfermedades Infecciosas Y Pobreza


Enviado por   •  11 de Octubre de 2014  •  1.387 Palabras (6 Páginas)  •  946 Visitas

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4.1 Impacto social de las enfermedades infecciosas y pobreza

Las enfermedades emergentes son aquellas cuya incidencia aumenta debido a cambios duraderos en su epidemiología tras invadir una población huésped, y su impacto en la población huésped suele ser particularmente grave. Al igual que en las enfermedades de humanos y animales, las enfermedades de las plantas más destructivas son las emergentes. Entender el fenómeno de la emergencia de enfermedades requiere conocimientos desde campos diversos, y el objetivo de un Simposio Internacional organizado recientemente por la Fundación Ramón Areces ha sido reunir a investigadores implicados en estas distintas áreas.

Las enfermedades infecciosas tienen un alto impacto socioeconómico por sus efectos negativos en la salud y bienestar de los humanos y los animales domésticos, y en la producción agrícola y forestal. Además, cada vez hay más datos que indican que las enfermedades infecciosas pueden tener un papel importante en la composición y dinámica de los ecosistemas. Las enfermedades emergentes son aquellas cuya incidencia aumenta debido a cambios duraderos en su epidemiología tras invadir una población huésped, y su impacto en la población huésped suele ser particularmente grave. Ejemplos bien conocidos de enfermedades emergentes devastadoras en humanos son las pandemias de gripe de 1918 y de los años 1950, la pandemia actual de SIDA, y en otros animales las epidemias de mixomatosis o de fiebre hemorrágica, y de moquillo, que han diezmado al conejo europeo, y a la foca del Mar del Norte, respectivamente, en la segunda mitad del s. XX. El gran público es menos consciente de las enfermedades emergentes de plantas. Sin embargo, epidemias como las del mildiu de la patata en Europa a mediados del s. XIX, del tungro del arroz en Asia Sudoriental, o de la grafiosis del olmo en Eurasia, ambas en la segunda mitad del s. XX, han tenido consecuencias sanitarias, ecológicas, socioeconómicas y políticas de primer orden, comparables a las de las enfermedades humanas o animales más devastadoras.

La conciencia de la importancia de las enfermedades de las plantas ha aumentado en las circunstancias actuales, en que la humanidad se enfrenta a la necesidad de alimentar a una población creciente que demanda alimentos accesibles, sanos y de calidad. Este desafío debe de responderse atendiendo a severas limitaciones de sostenibilidad y de disminución de la superficie agrícola per cápita. Las enfermedades reducen la producción agrícola mundial un 15% de media. Las pérdidas de producción agrícola debidas a enfermedades son proporcionalmente mayores respecto a las causadas por los otros dos grandes grupos de agentes nocivos, plagas y malas hierbas, cuanto más tecnificada es la agricultura. Esto es debido a que se dispone de menos herramientas para controlar los patógenos que para controlar plagas y malas hierbas, y por ello la eficacia del control es menor. Entre los distintos grupos de patógenos la eficacia del control es mayor para los que se dispone de plaguicidas eficaces, como los hongos y oomicetos, que para aquellos que no, como los virus. Además de reducir la producción agrícola, las enfermedades de las plantas pueden ser factor limitante de la elección de cultivos y variedades por parte de los agricultores. Por último, las enfermedades disminuyen también la calidad de los productos agrícolas y de los alimentos derivados de ellos, aumentan los costes de producción, y las medidas de control a menudo conllevan la contaminación de los alimentos o del medio con productos tóxicos.

Al igual que en las enfermedades de humanos y animales, las enfermedades de las plantas más destructivas son las emergentes, que a menudo tienen impactos en la producción mucho mayores que las medias antes señaladas, y que alcanzan a la pérdida total de la cosecha. Un ejemplo típico es la enfermedad de la tristeza de los cítricos, causada por el virus del mismo nombre (Citrus tristeza virus, CTV). España es el país que más ha sufrido por esta enfermedad, con más de 40 millones de árboles muertos desde el primer brote epidémico, en 1956, hasta el año 2000, lo que representa más de un tercio de los naranjos y mandarinos. La mitad de estas pérdidas tuvo lugar entre 1957 y 1989, y la otra mitad entre 1990 y 2000. Esta aceleración de la epidemia se debió a un cambio en las poblaciones de pulgones, con

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