América latina
Pilar94Tesina3 de Marzo de 2015
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Carmen Bernand
De colonialismos e imperios: respuesta a Annick Lempérière
[08/02/2005]
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Géographique :
América latina
Chronologique :
siglo XVIII
Palabras claves :
cuestion colonial
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La controversia suscitada por la presentación oral de Annick Lempérière giró en torno al significado (anacrónico según ella) de las nociones de colonialismo e imperialismo empleadas por numerosos historiadores entre los cuales la que suscribe se cuenta. Para Annick Lempérière el uso de esos términos conlleva una interpretación ideológica y reductora de los tres siglos de dominio español en América. Uno de los argumentos esgrimidos es que ambos vocablos son relativamente recientes y han sido forjados a lo largo del siglo XIX para dar cuenta de fenómenos específicos que poco tienen que ver con la experiencia americana. Calificar de « coloniales » hechos complejos impide o impediría analizar con sutileza esas sociedades de « antiguo régimen » como las llama, siguiendo a Jacques Poloni-Simard. Los indios, recuerda Annick Lempérière con razón, eran « vasallos » de la Corona.
Este planteo incita a cuestionar toda reflexión basada en la utilización de modelos interpretativos construídos fuera de los contextos de orígen. Si bien comparto con Annick Lempérière el mismo recelo ante toda forma de descontextualización, creo también (y lo uno no niega lo otro) que los modelos y los conceptos nos ayudan a entender los hechos, y que mas allá de la singularidad y de la contingencia, aquellos nos ayudan a trazar tendencias, orientaciones, configuraciones formas o estructuras comparables. Hace pocos meses la revista Annales publicó un interesante artículo de Bin Wong en el cual el autor examinaba la pertinencia del análisis braudeliano de « región » para el estudio de Asia. El Mediterráneo, en la perspectiva de Braudel, constituye un modelo exportable a la manera que los tipos ideales de Max Weber lo son, es decir a condición de no reducir los hechos al modelo teórico sino utilizar esta construcción (basada en hechos empíricos por supuesto) para distinguir las variaciones posibles.
2Estas líneas no pretenden presentar un análisis weberiano del colonialismo. Se trata de comentar brevemente el ensayo de Annick Lempérière a partir principalemente de referencias al siglo XVI, es decir, a una época en que « colonial » no tenía ninguna carga « peyorativa ». Tampoco la esclavitud fue considerada como una institución deplorable por la mayoría de la gente (aunque algunos se alzaron para denunciarla). Eso no significa que no podamos tratar ese fenómeno ni interrogarnos sobre el sentido que tenía la palabra « libertad » para los esclavos, sentido muy próximo al de hoy. Relativizar la « libertad », estudiar en qué contextos se expresa y con qué sentido no excluye tomar en cuenta el significado fuerte (y presente en todos los documentaos sobre esclavos) que es el de autonomía de movimientos y de disposición de su propio cuerpo.
3Algunos ejemplos bastarán en el marco de este diálogo electrónico. Empecemos con las nociones de « imperialismo » y de « colonialismo ». El que estas palabras no aparecieran en los escritos de la época no significa que los hechos designados por ellas no existieran. Se entiende por imperialismo (y seguimos aqui la definición minimalista que nos brinda el diccionario Quillet-Flammarion), la « politique par laquelle un grand Etat cherche à étendre sa domination ». Se puede ciertamente discutir si la España de fines del XV era « un gran estado » o una monarquía incipiente. El hecho es que ya a comienzos del XVI , en 1509 precisamente (y antes de la elección de Carlos a la dignidad de Emperador de los Romanos), Antonio Nebrija escribe lo siguiente:
« ¿quien hay que no vea que aunque el título del imperio esté en Alemania, el imperio en si está en poder de los reyes de España, que dueños de una gran parte de Italia y de las islas del Mediterráneo, se disponen ya a llevar la guerra a Africa y, siguiendo al despachar sus flotas el movimiento del cielo, tocan ya las islas colindantes con los pueblos de las Indias ? Y sin contentarse con eso y tras haber explorado la mayor parte del mundo, poco falta para que el extremo occidental de España y Africa se una con el cabo oriental del globo terráqueo ».
4Esta progresión imperial (porque no hay otra palabra para describirla) implica la expansión de un idioma, el castellano, lengua y vehículo del poder, mientras que el latin adulterado del Santo Imperio Romano Germánico refleja, según Nebrija, su decadencia. El castellano inaugura una era nueva para España, tema que varios decenios mas tarde retoma López de Gómara en su proemio de su Historia. Para Pero Mexía, cronista oficial de Carlos Quinto, la « Cesárea Majestad » entronca con Trajano y Adriano, « españoles ». Conocemos la importancia de la divisa del Emperador, « Plus Ultra ». La figura del Emperador Carlos, la expansión de su imperio (« Tomaste por letra Plus Ultra, dando a entender el señorío del nuevo mundo » (proemio de López de Gómara), la idea importante de la translatio imperii (une nueva manera de interpretar las profecías de Daniel) asi como la translatio ecclesiae , son concepciones « imperialistas » en el sentido neutro que le da el diccionario citado, sin que sea necesario recurrir a la prosa actual ligada a una nueva forma de « imperialismo » y de un nuevo « orden mundial ».
5La vocación imperial precede a la elección del Emperador Carlos V. Recordemos que el tratado de Tordesillas de 1494 divide el mundo (totus orbis) entre España y Portugal. Se trata de una forma de imperialismo « avant la lettre » justificado por la evangelización, conclusión en cierto modo lógica de la serie de bulas papales que durante el siglo XV habían legitimado las empresas de los portugueses en Africa. El descubrimiento del paso hacia el Pacífico por Magallanes y la circumnavegación (inesperada) de Sebastián Elcano permiten simbólicamente al Emperador la edificación de las columnas de Hércules « a la entrada de otro estrecho para que pudiesen mostrar claramente que […] el mundo no tenía ni límites ni confines .
Nadie pone en duda que los vocablos colonial y colonialismo son de uso moderno. Sin embargo la “situación colonial” tal como la ha descrito Georges Balandier en 1955 es un tipo ideal cuyas variantes pueden ser analizadas en distintas épocas, fuera del hecho que después de la independencia se viera el período colonial como “despótico, inquisitorial o oscurantista”. La colonización, en la acepción mas general, implica imposición de un poder exterior a las poblaciones sometidas; explotación de los recursos en beneficio principal sino exclusivo del país “colonizador”, ausencia de derechos políticos a los indígenas, asimilación forzada. Todos estos rasgos son aplicables a la expansión ibérica en el Nuevo Mundo. Ello no excluye modalidades específicas.
6La expansión imperial suscitó en su época debates y opiniones críticas. Bartolomé de las Casas obró para que la Corona pusiera un freno a la arbitrariedad de los encomenderos. Que exagerara en el número de víctimas de la conquista es hoy un hecho admitido, pero no se trata de una batalla de cifras sino de una posición política en favor de los señoríos naturales y de los derechos de los indios. Pero no citaré aqui al dominico, sino a otros españoles actores de los hechos.. Demos la palabra al bachiller Luis Sánchez (1566) :
“Los que los favorescen de veras (a los indios) que es con obras y palabras, son tan raros que en diez y ocho años que he estado en las Indias no he visto cuatro[…] La causa deste mal (el despoblamiento) es que todos cuantos pasamos a las Indias, vamos con intención de volver a España muy ricos. Lo cual es imposible (pues acá no llevamos nada y allá holgamos) sino a costa del sudor y sangre de los indios”.
7Luis Sánchez reconoce que en Mexico “ha habido siempre un poco de justicia y favor para los indios”, pero insiste en la diferencia entre las leyes y los actos concretos. Y agrega:
“lo segundo que ha destruído las Indias fue los esclavos […] el repartimiento de los indios, porque no usan los españoles dellos como vasallos (el subrayado es mío) sino como esclavos y enemigos. En minas, cargas y servicios personales y en las mas partes no guardan mas tasa y viven tan sin ley, como si no fuesen cristianos”. La codicia es la madre de todas las culpas y de este defecto no exime ni “a los jueces eclesiásticos y seglares”, ni a los “clérigos y frailes” ni a los conquistadores y encomenderos”.
8Annick Lempérière tiene razón al recordar que el estatus legal de los indios es el de vasallos, pero una cosa son las leyes y otra los actos,
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