Animales

En la Escuela de arquitectura de Talca se preguntaron cuánto se podía gastar un alumno en maquetas y planos para realizar el proyecto de final de carrera. Concluyeron que algo más de 1.500 euros y decidieron que en un país como Chile esa cifra alcanzaba para construir 10 metros cuadrados. En eso consisten buena parte de los proyectos de final de carrera de la escuela. En construir 10 metros de complejidad en los que los estudiantes demuestran sus capacidades para ejercer o no como arquitectos. La relación materia-lugar y universidad-sociedad está, así, presente en todos esos proyectos, un aprendizaje presidido por la realidad que lleva al estudiante a saber no solo proyectar, sino también construir.

En la ribera de la laguna Ciénagas del Name, Mauricio Rojas levantó un observatorio guiado por el profesor Gregorio Brugnoli. Lo hizo con estructura y lamas de pino y con cañas de bambú. La idea que había detrás del mirador era la de habitar la pendiente para poder, así, alterar cómodamente el punto de vista, esto es ampliar la naturaleza de un mirador. Y la propuesta del alumno, que trabajó una superficie grande, de 78 metros cuadrados, consistió en recurrir a las propiedades de mimetismo de los animales que habitan la laguna. Se trataba de poder ver, sí, de hacerlo con comodidad y con vistas enmarcadas. Pero era también fundamental pasar desapercibido, camuflarse con el lugar.

Así, los paramentos de bambú son los que enmarcan la mirada y la conducen hacia los diversos paisajes. La condición de lugar de paso del mirador se reafirma cuando este se extiende para construir un recorrido hacia la laguna. Pero son los reflejos de la luz solar entre las cañas los que dotan de un movimiento aparente al mirador, que, como el reflejo del agua, parece estar respirando. El extraño equilibrio entre desaparecer en un lugar y convertirse en una arquitectura con reflejos y movimiento visual es el que acerca este mirador a los animales de la laguna que pretende observar.

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