Automedicación

Hoy en día, cuando todo se maneja por cuestiones de mercado, los medicamentos se producen masivamente y muchos están al alcance de cualquier persona. Debido a esto, la automedicación, es decir, cuando el paciente decide que tiene determinada enfermedad en relación con su sintomatología se receta un medicamento sin la adecuada indicación y supervisión médica, se ha vuelto una práctica cada vez más común y un verdadero problema para la salud.

La medicación irresponsable, sin consejo médico crea diversos problemas tanto en el ámbito de investigación como en la propia salud de la población. Algunas de las complicaciones son: disminuir la efectividad de los antibióticos en la persona que los toma y la generación de cepas de bacterias resistentes al antibiótico; el indebido consumo de analgésicos produce malestares gástricos, úlceras y aumento de la presión arterial, así como la intoxicación e interacciones indeseadas entre medicamentos.

El principal problema con la automedicación es que todas las sustancias químicas o drogas tienen efectos secundarios; es decir, además del efecto terapéutico, puede causar en el paciente molestias adicionales como somnolencias, mareos, vómitos, dolor de cabeza, entre otros. Afortunadamente en la mayoría de los casos estas dolencias no son graves pero en algunos casos el daño al organismo puede ser fatal e incluso producir la muerte.

De acuerdo a datos obtenidos en una investigación por la Organización Mundial de la Salud, “El 50% de la población toma medicamentos en forma incorrecta, causando el 5% de las internaciones hospitalarias y cera de 10 000 muertes por año”. (2010)

Generalmente, la mayoría de los casos de automedicación, ocurren debido a la recomendación de un amigo o familiar hace de algún medicamento que a él le resultó; sin embargo, no necesariamente va a actuar de la misma manera en otro organismo, aunque los síntomas parezcan los mismos, estos pueden ser consecuencia de otro padecimiento o simplemente ser otro padecimiento.

Existen muchas razones por las cuales la sociedad recurre a esta práctica irresponsable, entre ellas cabe citar las siguientes: escasez de tiempo para acudir a la consulta médica, pérdida de la credibilidad sanitaria basada en el deterioro de la relación médico-paciente, puesto que hoy en día se confía más en el desarrollo tecnológico que en el conocimiento del doctor, procesos patológicos banales que por su carácter de cronicidad son poco valorados por el propio enfermo e interpretados por este como “automedicables” como por ejemplo un resfriado común, gripe, cefaleas, transtornos gastrointestinales leves, y por último, propagandas escritas o en la pantalla de medicamentos que muestran alivios inmediatos de síntomas, que en muchas ocasiones complican más la patología de base o en su caso ocultar síntomas para poder hacer un diagnóstico.

La lista de productos farmacológicos que con más frecuencia se utilizan habitualmente para la automedicación es muy preocupante pues es bastante amplia. Se destacan entre ellos los antiinflamatorios tipo naproxeno para migrañas habituales, analgésicos tipo paracetamol para

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