CRIMINOLOGIA
GRYSSON24 de Octubre de 2012
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1. CONCEPCION DEL HOMBRE
El hombre, a diferencia de los animales, posee como característica exclusiva la racionalidad. Esta le permite pensar, evaluar y actuar de acuerdo a ciertos principios para satisfacer algún objetivo o finalidad, con los recursos que tiene a su alrededor. Este atributo humano hace que la conducta de nuestra especie sea consciente, en lugar de la instintiva animal, por lo que somos capaces de hacer frente de forma innovadora a problemas que no habíamos tenido anteriormente.
▪Somos animales simbólicos, ya que al adaptarse al medio crea la cultura, que se agrupa en universo simbólicos y abstractos, a los que dota de significados; además de transmitir relaciones abstractas como los ideas, los sentimientos, las concepciones del mundo y dan lugar a las religiones, la ciencia, el lenguaje,… Una de sus primeras manifestaciones en la Prehistoria, aparte del lenguaje, sería el enterramiento de los muertos, lo que implica unas creencias en el más allá.
▪ El ser humano también ha sido definido como un animal social porque somos capaces de construir formas comunitarias de relación con los demás, por ejemplo la familia, una ciudad,… Pero los animales también forman grupos (manadas, bandadas….) o “sociedades” para ir a las charcas de agua o emprender migraciones a otros climas. Entonces ¿en qué se diferencia la sociedad humana de la animal? Se diferencian en que la sociedad humana consiste en un grupo de personas que cooperan y que dependen unos de otros con el fin de cumplir los objetivos de una vida. Para ello cada individuo desarrolla una actividad diferente, de modo que se cubran todas las necesidades de los miembros. Además nuestras sociedades evolucionan y se adaptan a los tiempos, por lo que también tienen una visión de futuro.
La concepción del hombre, intentando recuperar la unidad que Platón rompió al considerar nuestro ser como compuesto de dos substancias distintas dificilmente reconciliables. Sin embargo, esto no implica que Aristóteles prescinda por completo de una visión dualista sobre el hombre. En el Tratado del Alma llega el filósofo a una concepción unitaria que considera al alma como la forma del cuerpo, indisolublemente ligada a él, pero, aún así, el dualismo alma y cuerpo se mantiene ya que no desaparece la concepción bipolar de los dos con elementos que componen la unidad hombre. Veámoslo.
Aristóteles explica el fenómeno de la vida con los mismos conceptos que utilizó en su física y en su metafísica (forma, acto y fin) en una concepción que se ha denominado posteriormente organicismo. Cuando hablamos del alma humana, y del alma en el resto de los seres vivos, nos referimos con ello a las múltiples acciones, operaciones y funciones que realizan estos seres: sentir, nutrirse, pensar...Estas actividades no pueden, desde luego, realizarse sin el cuerpo, porque precisamente no son más que su propia operatividad y funcionalidad.
Por ello, y aquí se separa de Platón, no es lícito considerar al alma como algo separado o separable del cuerpo. El alma es al cuerpo lo que la función es al órgano : "si el ojo fuera un animal, la vista sería su alma" Como consecuencia, el alma no es un ser subsistente por sí mismo ni tampoco una substancia. Lo que es sustancia es el hombre, que es un compuesto de alma y cuerpo: "Todo cuerpo natural, pues, que posee la vida, debe ser substancia, y substancia de tipo compuesto." (Del Alma, 412, a.) Por este motivo, el estudio del alma (psyché), la psicología, tendrá que fundarse en un estudio de las substancias naturales vivientes, es decir, en un estudio general del ser vivo:
Todo ser vivo se caracteriza por el hecho de que realiza por sí mismo una serie de funciones fundamentales: se alimenta, crece y perece según su naturaleza. El término vida es análogo y no unívoco, esto quiere decir que dicho término posee múltiples sentidos: "Ahora bien: la palabra vivir tiene muchos sentidos, y decimos que una cosa vive si está presente en ella cada una de las cosas siguientes: mente o pensamiento, sensación, movimiento o reposo en el espacio, además del movimiento que implica la
nutrición y el crecimiento o corrupción."
(Del Alma, 413, a.) La antropología filosófica, es aquella rama de la filosofía que tiene por objeto el estudio del hombre en sí mismo; que toma al ser humano como objeto a la vez que sujeto del conocimiento filosófico.
Las interrogantes que se plantean apuntan a determinar qué es el hombre, qué diferencia al hombre de las demás entidades que existen en la realidad, cuáles son los componentes fundamentales de su ser; no en el sentido material o funcional físico con que pueden estudiarlo sea la anatomía o la fisiología, sino con referencia a lo que constituye lo más diferencial y personal de su ser, los determinantes de su condición espiritual y racional.
En este sentido, la antropología (del griego: ántropos=hombre), es aquella disciplina que procura el conocimiento del hombre no en sentido físico sino especialmente respecto de su comportamiento tanto en lo individual como en lo colectivo; aunque distinguiéndose de la sociología como disciplina que analiza las cuestiones de las sociedades humanas desde un punto de vista más general y objetivo, que subjetivo.
En la realidad, es fácil percibir que entre los seres vivos, fundamentalmente en el reino animal, ocurren fenómenos de conducta individual. La etología, en particular, es la disciplina que se ocupa de analizar las conductas de los animales de todos los niveles zoológicos. Sin embargo, es también facilmente perceptible que las conductas de los animales son explicables primariamente en función de factores de carácter instintivo; como comportamientos que están impulsados por determinantes que pueden considerarse automáticos o “programados” en relación a determinadas circunstancias.
En el hombre, en cambio, si bien se reconocen ciertos comportamientos impulsados por factores de índole biológica y también instintiva, existen conductas - que a medida que progresa en su evolución y civilización resultan ser las predominantes - que no pueden explicarse como originadas en una tendencia instintiva. En la mayor parte de los comportamientos humanos, no se da la motivación a través de la manifestación activa y automática de un instinto o de un deseo; sino que surge claramente que existen otros impulsos, sobre todo los de caráter racional o emocional, que responden a un ser del hombre, que es su signo diferencial específicamente característico respecto del resto de los seres vivos.
Puede decirse que alcanzar el conocimiento del hombre acerca de sí mismo ha sido tal vez el objeto primario y principal de la investigación filosófica. La propia constatación de la existencia del pensamiento filosófico, constituyó el aliciente de los filósofos para procurar un auténtico conocimiento de la esencia del hombre; incluso como un medio de liberarse de los condicionamientos que le impone el mundo exterior y alcanzar una verdadera libertad.
Beccaria en el prólogo de su obra presenta la realidad de la mayoría de las leyes penales que estaban vigentes en los Estados europeos de aquel siglo. Lo hace con crudeza y gran realismo.[cita requerida] Las define como la mezcla de restos de leyes de un antiguo pueblo conquistador con recopilaciones de un príncipe que doce siglos antes reinaba en Constantinopla -refiriéndose a Justiniano I- y envueltas en farragosos volúmenes de probados y oscuros intérpretes.1
"Algunos restos de leyes de un antiguo pueblo con- quistador, recopiladas por orden de un príncipe, que doce siglos hace reinaba en Constantinopla, mezcladas después con ritos Lombardos, y envueltas en inconexos volúme- nes de privados y oscuros intérpretes, forman aquella tradición de opiniones que en una gran parte de la Europa tiene todavía el nombre de leyes: y es cosa tan común como funesta ver en nuestros días, que una opinión de Carpzovius, un uso antiguo, señalado por Clarus , un tormento sugerido con iracunda complacencia por Frinaccias, sean las leyes obedecidas con seguridad y satisfacción de aquellos, que para regir las vidas y fortu- nas de los hombres deberían obrar llenos de temor y des- confianza." (Introduccion)1
La realidad era más cruda que esta crítica y, también, más cruel. Sirva como ejemplo la Ley I perteneciente al Título XXX de la Partida VII, recopilación legal efectuada por Alfonso X el Sabio, que estuvieron vigentes hasta el siglo XIX en España.
Ideas fundamentales
En De los delitos y las penas se exponen ideas que hoy se asocian con frecuencia a los fundamentos del derecho, pero que en el marco social expuesto arriba resultaban ser una propuesta de reformas casi revolucionarias. El libro se publicó, de hecho, en forma muy discreta, aunque su enorme éxito hizo que se difundiera por toda Europa (la primera edición española data de 1774). Algunas de estas ideas son:3
No es en ningún caso la voluntad del juez, sino las leyes, lo que puede dictar las penas.
En las leyes deben estar fijadas de manera minuciosa y comprensible las normas de convivencia. Cualquier persona debe poder saber de antemano si sus actos son constitutivos de delito o no, y cuáles son exactamente las consecuencias de los mismos.
Las penas deben ser tan leves y humanas como sea posible mientras sirvan a su propósito, que no es causar daño, sino impedir al delincuente la comisión de nuevos delitos y disuadir a los demás ciudadanos de hacerlo.
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