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Derecho Positivo


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2011  •  3.455 Palabras (14 Páginas)  •  473 Visitas

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EFICACIA DE LOS DISCURSOS Y EL EJERCICIO DEL PODER.

Los discursos de poder son elaboraciones discursivas complejas en las cuales se mezclan dimensiones semióticas propias de todo discurso, con construcciones epistemológicas, marcos analíticos, aspectos normativos, propuestas regulatorias y de intervención, y que, además, poseen intenciones políticas específicamente determinadas, es decir, son discursos que no buscan “comunicar”, ni transmitir ningún tipo de conocimiento o elaboración teórica nueva o re interpretativa, tampoco se inscriben dentro de una “acción comunicativa”, sino que tienen más bien la intención explícita de manipular, convencer, disuadir, actuar estratégicamente sobre los otros y administrar de manera consciente y explícita los consensos y los disensos, en función de las coordenadas del poder.

Dentro de esos discursos existe una disposición de conceptos, de categorías, de usos de la retórica cuya finalidad real no está en lo que dicen sino en lo que callan, o a veces en la forma en cómo lo dicen, o en el contexto en el que sitúan lo que dicen. Más allá de toda verdad posible, su función es práctica y releva de la eficacia en el ejercicio del poder. Los criterios de verdad que los estructuran dependen de ese complejo entramado de relaciones de poder y de contrapoder que nacen en toda sociedad. Más allá de la verdad y más acá de la historia, son formas discursivas e ideológicas que se corresponden a una relación entre el orden del saber, de la verdad y del poder.

Los discursos de poder utilizan los mismos elementos de cualquier discurso pero su disposición conceptual está hecha de tal modo que quien los recibe sea susceptible de ser “direccionado”, convencido, disuadido, persuadido, cooptado, manipulado, neutralizado, bloqueado. Se inscriben en los claroscuros del significante, en los intersticios de la verdad, en las ambigüedades de la razón, en las suspicacias de la lógica. Juegan con las ambigüedades de las palabras, utilizan conceptos que relevan de la ciencia, se enmascaran de analítica y los articulan dentro de un marco conceptual estratégico: son un claroscuro de sombras en el espejo.

Aquello que hace que los discursos de poder tengan fuerza y legitimidad está justamente en esa disposición estratégica en la analítica de los conceptos que utilizan, porque en general se trata de conceptos o nociones con las cuales aparentemente no podemos estar en desacuerdo. ¿Quién podría sospechar o imaginar siquiera que los pedidos de protección a la naturaleza hechos desde el discurso del desarrollo sustentable puedan esconder una intencionalidad más profunda que sería justamente lo contrario de lo que se proclama? ¿Quién puede pensar que en el discurso de la gobernabilidad pueda esconderse una intencionalidad más profunda y real que aquella específicamente enunciada en la teoría del buen gobierno?

sospechar de estos discursos, podría aparecer como una exageración, o incluso como un acto de suspicacia gratuita ante discursos que han logrado una gran legitimidad social y cierto consenso social; pero hay algo en esas formas discursivas que llaman la atención y que tienen que ver justamente con esa eficacia, con ese uso instrumental que está más allá de toda consideración académica o analítica, porque si existe un campo de relaciones de poder, la cuestión es que sobre y desde ese campo se generan, discursos o prácticas discursivas que tienden a legitimarlo, que tienden a ser funcionales a ese poder, que tienden a convertirse en recurso de ese poder.

Los discursos entonces relevan de prácticas históricas concretas que albergan a su interior un campo de relaciones de fuerza y de resistencia. Si la historia está transida de esa tensión conflictual del poder, entonces, esos discursos que operan y se generan desde el poder y que le son altamente funcionales pueden ser también comprendidos como verdaderos “discursos de poder”.

Los discursos de poder nacen vinculados a prácticas sociales concretas, y se forman, estructuran y se extienden desde un marco institucional determinado. Los discursos de poder son formulaciones teóricas elaboradas, pensadas, concebidas y estructuradas previamente. No son discursos espontáneos. No son parte de una retórica producida en común, aunque puede ser que después se conviertan en parte de la retórica social, pero en su elaboración, en su formulación participan de una práctica compleja que está muy vinculada con las relaciones existentes entre el saber (o el conocer) y el poder.

Los discursos de poder han logrado consolidar en su interior aquello que para las ciencias sociales siempre ha parecido una utopía, y es la interdisciplinaridad. Porque los discursos de poder son elaboraciones complejas, que recurren a la validación de diferentes campos epistemológicos, que estructuran en su interior puntos de convergencia desde diversos campos analíticos, que se formulan desde los requerimientos del poder, pero que se forman, se consolidan, se estructuran, se diseminan, se propagan, y extienden desde las universidades de los países más ricos, y los institutos de investigación.

EL DISCURSO DEL DERECHO, SU SENTIDO TELEOLÓGICO Y LAS RELACIONES SOCIALES.

“El Derecho ha cumplido desde la antigüedad una función básica en la vida humana”. A través del Derecho los seres humanos han definido su forma de organizarse en sociedad, y en las sociedades modernas las instituciones jurídicas y los tribunales son los que deciden quiénes ganan y quiénes pierden, quiénes dirigirán y quiénes pasan a la oposición. Podría pensarse que con el polifacético desarrollo de la ciencia y la técnica y con el inmenso alcance de los medios masivos de comunicación a nivel internacional, especialmente a través de Internet y en todos los idiomas imaginables, las instituciones administradoras del derecho y la legalidad tendrían gran cuidado a la hora de dar sus dictámenes, a la hora de decidir la suerte de demandantes y de demandados, a la hora de dar los resultados de las causas jurídicas; pero la realidad actual nos dice todo lo contrario: el fraude, la impunidad, la corrupción, la ilegalidad, la mentira, la ausencia de estado de derecho, la anarquía, la anomia, la injusticia, la incompetencia en todos los sentidos de los tribunales y de todo el aparato jurídico-legislativo, etc., siguen apareciendo como en los antiguos tiempos del atraso social, científico y tecnológico.

A través de la historia en la literatura jurídica o textos jurídicos se han plasmado acuerdos y se han establecido normas que, supuestamente, han regulado las relaciones entre las personas y entre los pueblos, es decir nos referimos al “derecho nacional o derecho comunitario” y al “derecho internacional o derecho intergrupal”.

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