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Duby y Aries- La vida en la enfermería monástica

BrendadidiTrabajo22 de Agosto de 2019

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Duby y Aries- La vida en la enfermería monástica

En la época de la Edad Media, la enfermedad era la marca del pecado.

En el monasterio de Cluny, situado en Francia, se hallaba una enfermería. En ella, a los monjes enfermos ya no se les prohibía la carne, pues era necesaria para su salud, pero al mismo tiempo, al comerla, los excluía más de los demás, pues era un pecado. Los pensionistas de le enfermería se caracterizaban por andar con un bastón (como signo de debilidad) y con la cabeza cubierta (signo de penitencia). Esto se debía a que si estaban enfermos, era porque eran pecadores, y la única manera de alcanzar la purificación era mediante prácticas penitenciales. Si lograban curarse, antes de integrarse a los monjes sanos debían recibir la absolución.

Cuando un enfermo estaba grave, se lo llevaba a una sala capitular donde daba en público su última confesión, luego era devuelto a la enfermería para recibir la comunión y la extremaunción, y poder así besar la cruz y darle un beso de paz a todos sus hermanos. Se lo velaba sin interrupción. Sus iguales lavaban su cuerpo para trasladarlo luego a la Iglesia, luego de su salmodia se lo trasladaba al cementerio, en un sector privado que pertenecía a la comunidad monástica.

En esa época, la Galia se caracterizaba por la cantidad de epidemias que había. La aparición de bubones bajo la axila significaba la muerte fulminante de esa persona. Y en los santuarios de la ciudad se encontraban enfermos afectados por padecimientos de evolución lenta. Además, había una gran cantidad de gente que padecía parálisis, debido a las carencias alimenticias de la sociedad. Las enfermedades también eran provocadas por la falta de higiene en los acueductos de la ciudad, así como el consumo de agua estancada y por las zonas pantanosas que la ciudad poseía. La procreación en Galia se convirtió en una obsesión, pues creían que teniendo muchos hijos podían dejar descendencia que sobreviva a todas las enfermedades que ocurrían en la ciudad. Esto llevó a enfermedades psicosomáticas y mentales, que definían que la persona había sido poseída por el diablo, pues toda enfermedad en esa época significaba una posesión maligna y diabólica.

Los cuerpos enfermos poseían sufrimiento y sorda culpabilidad por ese sentimiento dual que tenían entre adoración y execración (condena) de la carne. Los hombres célibes sufrían menos y vivían más, debido a que no tenían que enfrentar ese tipo de problemas. La endogamia de la época llevaba a la multiplicación de la consanguinidad y las enfermedades degenerativas, que aceleraban así la muerte. En la escala de importancia, las últimas eran las niñas y las mujeres infértiles, a las cuales le seguían el muchacho, y por último la mujer encinta, considerada la más importante por su condición de MADRE, ni más ni menos. La religiosidad pagana y la obligación de supervivencia es lo que llevaban al mismo objetivo: el hijo.

Los dos grandes peligros de la época fueron las mujeres y los muertos.

Las mujeres se consideraban débiles, inclinadas al pecado, por lo que la feminidad significaba peligro. Existían las cámaras de damas, un espacio de exclusión donde las mujeres son excluidas por el simple hecho de que se las temía. El único hombre que podía controlarlas y entrar a esa cámara, era el jefe de la casa, el "señor", que vigilaba, corregía y hasta podía matar si encontraba a las mujeres de la casa con algún hombre de la familia. Si había diversiones íntimas, éstas eran controladas por el patrón, que elegía a qué hombre iba a introducir para este tipo de actos.

Por lo tanto, la mujer es vista como un cuerpo que escapa al poder de cualquier varón, excepto del jefe de la casa. Se les adjudicaban tareas como hilar o bordar para que estuviesen ocupadas, y se encargaban así de vestir a la familia con las prendas que hacían y de adornar la casa con sus tejidos ornamentales.

La única conjunción oficial era entre el señor y la señora de la casa, ocasión en la que se organizaba todo para que el encuentro sea perfecto, es decir, fecundo. De todas maneras, había encuentros ilegítimos y ocultos (los cuales ocurrían también en los monasterios), si el jefe se enteraba y quería castigar a la mujer, podía hacer público este desliz femenino y así podía castigarla de la manera que más le gustara.

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