EL AGUA Funciones y Necesidades en el Hombre

EL AGUA

El agua es el componente principal de los seres vivos. El cuerpo de un ser humano tiene un 75% de agua al nacer y cerca del 60 % en la edad adulta. Aproximadamente el 60 % de esta agua se encuentra en el interior de las células o sea es agua intracelular. El resto circula en la sangre y baña los tejidos, es lo que llamamos agua extracelular. Es una sustancia inorgánica compuesta por H y O, está presente en todos los alimentos excepto en el aceite, es un nutriente no energético, contiene gases (CO2), clamos y sales dependiendo de los terrenos de donde proceda o circule.

El Agua Funciones y Necesidades en el Hombre

El agua tiene múltiples funciones en el organismo, entre las más importantes podemos destacar:

•  Es el principal componente de las células de nuestro cuerpo
•  Ayuda a eliminar toxinas a través de la orina y de la respiración
• Regula la temperatura del cuerpo, manteniéndolo refrigerado cuando se encuentra expuesto a temperaturas elevadas.
• Transporta nutrientes y oxígeno a las células
• Protege los órganos y tejidos del cuerpo
• La cantidad de agua varía de un tejido a otro. Sangre 83%, tejido adiposo 15%
• La edad. Feto 90%, edad adulta 60%
• Las principales funciones orgánicas:
• Asiste a múltiples procesos como digestión, absorción, metabolismo y excreción.

En el cuerpo el agua se distribuye en dos componentes:

• Agua intracelular 50-58/100
• Agua extracelular 23/100

Es importante tomar en cuenta que no se debe esperar a tener sed para tomar agua, ya que cuando una persona siente sed, ya ha perdido 500 ml o más del agua corporal total. Es importante tomar fluidos durante todo el día. La leche, los jugos, las sopas y otros fluidos todos cuentan como parte del requerimiento de líquidos que se deben tomar por día. Sin embargo, el café, el té negro y el alcohol no son buenos sustitutos de agua, ya que la cafeína y el alcohol son diuréticos y promueven que el cuerpo pierda más agua de la cuenta.

Cuando al cuerpo le faltan líquidos, disminuye el flujo de sangre a los órganos y la función de éstos se vuelve más lenta. La mayoría de los adultos requiere de ocho a diez vasos de agua al día. La deshidratación leve es una causa común y a menudo inadvertida, de cansancio, el cual mejora sustancialmente una vez que hemos restablecido los niveles adecuados de agua para nuestro organismo. En el agua de nuestro cuerpo tienen lugar las reacciones que nos permiten estar vivos, esto se debe a que las enzimas necesitan de un medio acuoso para que su estructura adopte una forma activa. El agua es el medio por el que se comunican las células de nuestros órganos, valiéndose de un alfabeto constituido por 8 monosacáridos los cuales van a constituir a las glicoproteínas, además es el líquido por el que se transporta el oxígeno y los nutrientes a nuestros tejidos. El agua es también la encargada de retirar los residuos y productos de deshecho del metabolismo celular de nuestro cuerpo. Por último, gracias a la elevada capacidad de evaporación del agua, podemos regular nuestra temperatura, sudando o perdiéndola por las mucosas, cuando la temperatura exterior es muy elevada.

Las necesidades hídricas de la persona vienen a suponer 1 cc de agua por cada Kcal. consumida. En una jornada de 24 horas, se consumen en promedio alrededor de 2.000 a 4.000Kcal., con lo que las necesidades de agua serían de dos a cuatro litros en veinticuatro horas.

¿Qué es el agua metabólica?

En las reacciones de combustión de los nutrientes que tiene lugar en el interior de las células para obtener energía se producen pequeñas cantidades de agua. Esta formación de agua es mayor al oxidar las grasas - 1 gr. de agua por cada gr. de grasa -, que los almidones - 0,6 gr. por gr., de almidón-. El agua producida en la respiración celular se llama agua metabólica, y es fundamental para los animales adaptados a condiciones desérticas. Necesitamos unos tres litros de agua al día como mínimo, la mitad de los cuales aproximadamente la obtenemos de los alimentos y la otra.

Recomendaciones sobre el consumo de agua

Necesitamos unos tres litros de agua al día como mínimo, la mitad de los cuales aproximadamente la obtenemos de los alimentos y la otra mitad de tomar agua. Si se consume agua en grandes cantidades durante o después de las comidas, disminuimos el grado de acidez en el estómago al diluir los jugos gástricos, esto puede provocar que las enzimas que requieren un determinado grado de acidez para actuar queden inactivas y la digestión se ralentice. Cuando las bebidas que tomamos con las comidas están frías, la temperatura del estómago disminuye y la digestión se ralentiza aún más.

Es recomendable beber en los intervalos entre comidas en lapso de dos horas después de comer y de media hora antes de la siguiente comida. Igualmente, está especialmente recomendado beber uno o dos vasos de agua al levantarse; así conseguimos una mejor hidratación y activamos los mecanismos de limpieza del organismo. 

El agua no es necesariamente confiable en la mayoría de las poblaciones, los contaminantes del agua pueden provenir del grifo de las redes públicas de distribución de agua a las cuales se le añaden compuestos químicos como el flúor y el cloro, que a pesar de ser imprescindibles para evitar la contaminación microbiológica, pueden resultar peligrosos incluso en las dosis autorizadas por la sanidad pública. Además, si las tuberías por donde circula el agua hasta nuestro grifo están hechas de plomo, es conveniente saber que este metal pesado se disuelve en el agua de consumo. También se pueden encontrar en el agua del grifo otros elementos altamente tóxicos como el mercurio, el cadmio y los nitratos de los pesticidas agrícolas, especialmente en zonas industriales o agrícolas.

Ingesta de agua durante el ejercicio físico

En función del tipo de esfuerzo y de la temporada ambiental, el cuerpo perderá a través del sudor cantidades importantes de agua, en el empeño de mantener la temperatura corporal dentro de límites normales, 36,5-37,5º C. El movimiento de los músculos produce calor y el cuerpo pone en marcha un mecanismo de disipación del mismo, a través del sudor y posterior evaporación. En días calurosos y muy húmedos este mecanismo defensivo del organismo puede verse desbordado y las pérdidas por sudor pueden ser extremas, alcanzando serios niveles de deshidratación. En estas circunstancias es fundamental llevar ropa ligera y suelta que permita la libre circulación de aire alrededor de nuestra piel.

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