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EL ALCOHOLISMO ENFERMEDAD SOCIAL


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2013  •  2.320 Palabras (10 Páginas)  •  294 Visitas

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El alcohol es la droga mejor aceptada en nuestra sociedad y más subestimada por los riesgos que implica. Han surgido en los últimos 30 años nuevos tipos de alcoholismo. Por un lado, jóvenes que empiezan a beber cada vez con mayor precocidad. Por otro, ancianos solos que se dan a la bebida para olvidar su propio abandono. Las causas hay que buscarlas tanto en la historia personal de los bebedores como en la sociedad y nuestra cultura.

“Yo, cuando llegué a Alcohólicos Anónimos (AAs), pensaba que me iba a encontrar un montón de gente mayor, todos hombres de esos que viven en la calle”, recuerda Mar, alcohólica en recuperación, de 37 años. No obstante, conoció allí a gente como ella misma, entre ellos muchas mujeres jóvenes. “En mi casa no se consumía alcohol, se hablaba de las drogas; tenía una educación religiosa y provenía de una familia no-marginal, de clase media”, cuenta. “Sin embargo, siempre me sentí diferente, sussusceptible”. Mar empezó a beber de jovencita, con 13 o 14 años. “Lo hacía muy de vez en cuando”, dice. “Pero cuando bebía me emborrachaba hasta caerme”. Empezó a estudiar Información y Turismo, se casó, tenía una hija y montó su propio negocio y se ganaba bien la vida: “Tenía todo lo que necesitaba para ser feliz pero no lo era. Me sentía muy vacía”, explica. “En esa situación encontré el alcohol”. También Laura, de 29 años, intentó llenar un vacío dentro de sí misma con el alcohol: “El vacío mío partió de mi infancia”, analiza. “Siempre me sentí muy sola y con un miedo delante de la vida tremendo. Tampoco sentí apoyo para enfrentar las cosas”. Su padre era empresario y siempre estaba de viaje. Laura sentía cierta frialdad dentro de la familia: “No hacían muchas cosas juntos ni había mucha comunicación”, afirma. “Con 21 me fui de la casa. Iba con un chico que también consumía”, cuenta. “Era un bebedor fuerte y fumaba porros. Teníamos la casa superdesorganizada, todo sucio, los platos sin fregar de 15 días y pasábamos resacas, depresiones y peleas”. Laura tenía 24 años cuando ya no podía ir más a la facultad para estudiar Empresariales ni levantarse sin pensar en el alcohol. “Siempre estaba llorando, sentía que estaba estropeando mi vida”, se acuerda. Fue entonces cuando acudió a una psicóloga pidiendo ayuda, y ésta la habló de los grupos de los AAs. FUERA DE LOS ESTEREOTIPOS Ni Mar ni Laura entran en el estereotipo del alcohólico o alcohólica tradicional: un hombre entre los 40 y 50 que bebe para relajarse después del trabajo o para olvidarse de sus frustraciones o la típica mujer que bebe a escondidas. Pero sí son representantes de una nueva generación de alcohólicos, los jóvenes que llegan a engancharse a través de un consumo excesivo, especialmente durante de los fines de semana, en los que beben en compañía de sus amigos. Según el psiquiatra Francesc Freixa, sólo el hecho de la subida de consumo de alcohol en los últimos años aumenta ya la cifra de los alcohólicos. Pero para llegar a ser alcohólico hay que tener en cuenta varios factores. Muy importante es, sin duda, la aceptación social de las bebidas alcohólicas y su fácil alcance. A pesar de dañar seriamente la salud de millones de personas en el mundo y de ser la primera causa de muerte de los jóvenes en España (que cogen borrachos el coche para luego provocar un accidente), el alcohol es la droga mejor vista y, a pesar de su larga trayectoria en la historia de los humanos, todavía se menosprecia los riesgos que implica.

EL ALCOHOL COMO DROGA SOCIAL Y CULTURAL Sobre todo en los países mediterráneos existe la costumbre de acompañar la comida con un buen vino o (si la familia dispone de menos dinero) se hace con un vino mezclado con gaseosa. Aquí, como en otros países europeos, se suele celebrar un contrato, un examen aprobado, un cumpleaños, el aniversario de la empresa o el día de la boda no sólo con alguna copa sino con alcohol abundante. Es decir, el alcohol se asocia con algo para festejar y con pasárselo bien, como lo subrayan y trasmiten también la publicidad, la televisión y el cine. “En las películas, a los protagonistas se les ve consumir alcohol (muchas veces en exceso) y eso te lo venden como positivo”, critica la psiquiatra Alicia Rodríguez, que trabaja como especialista en alcoholismo para el ayuntamiento de Barcelona. “O también ocurre que alguien ha tenido un disgusto y se toma una copa, y con esta copa parece que se alivia”. Tanto Rodríguez como su colega Freixa ven detrás de eso toda una campaña publicitaria que marca la percepción social del alcohol y su uso. Lo que varía según el país es lo que se consume. Mientras en el Mediterráneo se bebe tradicionalmente mucho vino (lo que también está cambiando en las últimas décadas), en los países de Europa del Norte se bebe más cerveza y en los países del Este tragos de mayor porcentaje, como el vodka. En muchas zonas de España, hombres y mujeres se pasan el día bebiendo. Empiezan ya con el carajillo por la mañana, una cerveza para acompañar el bocadillo a media mañana, seguido por el vino para comer…

JÓVENES COMO LAURA Los jóvenes, en cambio, se suelen emborrachar sobre todo los fines de semana y siguen funcionando entre semana con más o menos normalidad. Aunque aparentemente controlan la situación, entre ellos ya se encuentran unos alcohólicos incipientes. La enfermedad es progresiva. Laura lo ha experimentado en su propio cuerpo. “La primera borrachera la cogí más o menos con 12”, cuenta. “Después, con 15, empecé a salir y beber los fines de semana. Y cada vez estás más cerca, cada vez necesitas beber más frecuentemente. Lo de ‘esporádicamente’ se convierte en otra cosa. Me emborrachaba también entre semana”. Bebió incluso en la universidad, en el lavabo o estudiando: “Me decía que así me saldría mejor. Era absurdo”. También Mar llegó a beber hasta en el trabajo. Como era la jefa nadie le podía decir nada. “Me creía que no lo sabían. Pero claro que lo veían”, dice ahora, años después. Lo que en España es la marcha y el botellón, es entre los adolescentes alemanes en estos momentos el “Komatrinken” (beber hasta caer en coma), que recuerda a los grupos estudiantiles dominados por ritos de masculinidad en décadas pasadas. Inglaterra, por su parte, está exportando desde hace unos años los llamados “alcopops”, limonadas mezcladas con alcohol de alto “octanaje” presentadas en botellas llamativas que tienen también en Suecia y Alemania mucha salida entre los jóvenes. Tanto en España como en otros países europeos, los jóvenes combinan además su excesivo consumo del alcohol con otras drogas, sobre todo con la cocaína.

Se trata de un fenómeno relativamente reciente. Los jóvenes españoles empezaron sólo hace unos 20 o 30 años

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