El Autodiminio Emocional
karlanate13 de Agosto de 2013
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1) El autodominio Emocional. Definición
El autodominio se ha definido como la cumbre del logro humano, porque de todas las cualidades semejantes a semilla que una persona puede cultivar, es la más difícil de sembrar, regar, abonar y cosechar. Una emoción es una alteración del ánimo que va acompañada de una reacción o manifestación corporal. En general el ánimo oscila entre dos extremos opuestos: por un lado está ligado a la sensación de agrado, que provoca un estado de excitación eufórica y placentera; y por otro va unido a la sensación de desagrado que induce a la depresión y el sufrimiento. Tales sentimientos provocan una reacción del organismo en su esfera puramente corporal (somática). Así, por ejemplo, con el agrado se hace más lento el pulso y la respiración más profunda, mientras que el desagrado lleva consigo una aceleración de los latidos cardíacos y una respiración rápida y superficial. Del mismo modo, todo el resto del organismo se adapta al estado emocional. En realidad no son más que vestigios de las reacciones primitivas de huida o acercamiento ante un estímulo, conductas fácilmente observables en el reino animal, pero que en el ser humano están moduladas por un desarrollo social e intelectual.
Es normal encontrar a nuestro alrededor comportamientos tan habitual escomo retraer los labios y mostrar los dientes cuando se está furioso. Aunque lo parezca, no quiere decir que tengamos intención de morder a nadie; tan sólo es una secuela de un gesto que primitivamente tenía un sentido de lucha, tal y como se observa aún en los anímales. Cuando sentimos miedo, notamos cómo se eriza el vello de nuestro cuerpo, en una reacción relacionable con el mecanismo de defensa de algunos animales, como, por ejemplo, el gato, y que en ellos tiene la intención de aumentar el tamaño corporal con fines intimidatorios. Son todas ellas respuestas emotivas que tienen lugar de forma refleja y sin que tengamos, en principio, control consciente y racional sobre ellas, porque no son aprendidas, forman parte del comportamiento instintivo heredado y se repiten en todos los seres humanos. Prueba de ello son algunas experiencias realizadas con niños sordos y ciegos de nacimiento. A pesar de no tener capacidad para imitar gestos o sonidos por carecer de visión y oído, cuando demostraban una emoción, repetían los mismos ademanes que otros niños sanos. Y los estudios antropológicos revelan cómo los gestos emocionales (de risa, llanto, ira, etc.) se reproducen por igual de uno a otro continente y entre las más diversas culturas, desde las más primitivas alas más desarrolladas. El ser humano no ha aprendido a emocionarse, lo que sí ha adquirido es un mayor enriquecimiento en la expresión de sus emociones, hecho que va en proporción a su capacidad de comunicación como animal social.
Sin embargo, con la evolución cultural y el aprendizaje de normas de convivencia a través de la educación, el ser humano también ha adquirido la capacidad de controlar sus emociones; o, al menos, la exteriorización de las mismas. Las normas de educación nos dicen que gritar cuando estamos furiosos, reírse a carcajadas, hacer aspavientos cuando lloramos, etc., no está bien visto y debemos reprimirlo. Hasta tal punto hemos asumido estas normas que, cuando las observamos, nos llaman la atención e incluso nos parecen ridículas, caricaturescas y exageradas. En cambio, son manifestaciones usuales entre las personas de bajo nivel cultural y sociedades primitivas. Otras veces, la manifestación espontánea de las emociones, se integra psicológicamente como una muestra de debilidad y, por tanto, tiende a reprimirse, sobre todo aquellas emociones fruto del sufrimiento, como el llanto. Todos hemos oído la frase: «los hombres no lloran» o llorar como una mujer, con la intención puramente machista de restar virilidad al hombre emotivo que se comporta como una débil mujer, cuando, muchas veces, demostrar una emoción es una cualidad humana positiva, que nada tiene que ver con la debilidad. El error tiene lugar cuando se confunde sensibilidad con sensiblería.
El Miedo Escénico
El miedo escénico es una forma de timidez que surge en presencia de grupos, o como consecuencia de pensamientos limitadores acerca de nuestra actuación frente a grupos. Es una reacción, una respuesta defensiva del organismo, caracterizada por distintas formas de alteración de la normalidad en el funcionamiento mental, emocional y motriz del individuo que lo padece.
El miedo escénico incluye una amalgama de factores que incluye lo fisiológico, lo psicológico y lo conductual. En lo fisiológico, destacan respuestas como: Respiración acelerada, sudoración copiosa, tensión corporal, urgencia urinaria, malestar estomacal, dolor de cabeza, sequedad salivar, rubor facial, "trac"o sensación de laringe cerrada, escalofríos y náuseas. Las respuesta psicológicas suelen incluir: Fallas de memoria, pensamientos pesimistas destacado de errores, confusión de las ideas, fallas en la concentración, autoexigencia, y estados emotivos como temor al rechazo, al error, al fracaso, y al ridículo. Y en lo conductual, los comportamientos más vistos, son: Evitación de la acción, intentos de huida, "tics" nerviosos y otros automatismos, atropellamiento verbal, tartamudeo, reducción de volumen de la voz, silencios frecuentes o largos y en algunos casos, uso voluntario de licor y drogas tranquilizantes. Hay cuando menos cinco elementos principales que tienden a exacerbar el miedo escénico:- La novedad (enfrentarse a lo que no conocemos)- La sorpresa (enfrentarse a algo que no esperábamos tener que enfrentar)- La intensidad (el grado de importancia que el reto tenga para nosotros)- El desconocimiento (el grado de ignorancia temática del orador.- La inexperiencia (la falta de práctica y de vivencias en este aspecto)Las causas del miedo escénico se han buscado en diferentes escenarios, que van desde traumas de vidas pasadas, configuración cerebral innata, patrones o arquetipos astrológicos, traumas de la infancia y la adolescencia, aprendizaje por modelaje, exceso de perfeccionismo, sobreestimación de la opinión de los demás, etc. Cualquiera que sea la causa o grupos de causas, lo cierto es que éstas imponen límites a nuestra operatividad, satisfacción, autonomía y determinación, y nos condicionan a padecer estados de tensión, parálisis, evasión o confusión claramente improductivos.
Las Creencias
Una creencia es el sentimiento de certeza sobre el significado de algo. Es una afirmación personal que consideramos verdadera. Las creencias, que en muchos casos son subconscientes, afectan a la percepción que tenemos de nosotros mismos, de los demás y de las cosas y situaciones que nos rodean. Muchas personas tienden a pensar que sus creencias son universalmente ciertas y esperan que los demás las compartan. No se dan cuenta que el sistema de creencias y valores es algo exclusivamente personal y en muchos casos muy diferente del de los demás. Nosotros no vivimos la realidad en si, sino una elaboración mental de la misma. Lo que hace que la vida sea un constante manantial de esperanza y ricas alternativas o una inevitable fuente de sufrimiento .Lo que vivimos tal como lo vivimos, depende más de la representación y elaboración de nuestro mapa mental, que del territorio "real" en sí. Por lo tanto el mapa no es el territorio.
A través de nuestro sistema de creencias y valores damos significado y coherencia a nuestro modelo del mundo, al que estamos profundamente vinculados. Cuestionar una de nuestras creencias puede desestabilizar todo el sistema al afectar a aquellas otras que se derivan o están relacionadas con ella. Esta es la razón por la que somos muy reacios, en muchas ocasiones, a modificar alguna de nuestras creencias. Las creencias se forman a partir de ideas que confirmamos o creemos confirmar a través de nuestras experiencias personales. Cuando una creencia se instala en nosotros de forma sólida y consistente, nuestra mente elimina o no tiene en cuenta las experiencias que no casan con ella. Las creencias son una fuerza muy poderosa dentro de nuestra conducta. Es bien sabido que si alguien realmente cree que puede hacer algo, lo hará, y si cree que es imposible hacerlo, ningún esfuerzo por grande que éste sea logrará convencerlo de que se puede realizar. Todos tenemos creencias que nos sirven como recursos y también creencias que nos limitan. Nuestras creencias pueden moldear, influir e incluso determinar nuestro grado de inteligencia, nuestra salud, nuestra creatividad, la manera en que nos relacionamos e incluso nuestro grado de felicidad y de éxito. Son ideas que en un momento determinado llegaron a nosotros y porque si creímos, como el que cree que mañana sale el sol. Las creencias se han ido formando, ocupando un espacio, una energía, se han ido materializando dentro de nuestros conceptos más arraigados. Vienen a partir de lo que nos han dicho, de lo que hemos vivido, son maneras que nosotros creemos tener y ser, y que vienen más de otras personas, educadores, padres, experiencias de nuestros padres, por los medios de comunicación o en el momento que algo nos ha sucedido muy fuerte y se ha producido una impregnación en nuestro consciente o en nuestro inconsciente. Creencias a veces escondidas en nuestro inconsciente, y que están teniendo una repercusión extraordinaria en nuestras vida, y es difícil acceder a ellas. Una creencia puede tener o no base empírica. Por ejemplo, las creencias religiosas, al ser basadas en dogmas, no suelen tener base empírica; lo que las hace opuestas a la ciencia, que se construye a partir de datos obtenidos mediante el método experimental o a través de cálculos precisos. Aunque en el lenguaje común no suele tenerse en cuenta
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