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El Gusanito Que Queria Volar


Enviado por   •  24 de Enero de 2014  •  936 Palabras (4 Páginas)  •  585 Visitas

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CUENTO: EL GUSANITO QUE QUERÍA VOLAR

En una mañana lluviosa en el bosque de Luquillo, escondido entre unos árboles, esos magníficos árboles que visten de verde a la montaña, había un gusanito sobre una rama. -(Me encanta este lugar! -(Qué lugar magnífico!- El gusanito no dejaba de maravillarse ante tanta hermosura. Desde lo alto del árbol podía ver en la tierra a los distintos animalitos que allí vivían: reconoció

entre ellos al coquí, al sapo concho, al ratón y a varios lagartijos de color verde brillante, entre muchísimos otros. -(Buenos días amigo ratón! (Hola sapo! (Adiós señor coquí!- gritaba saludando a cada uno de los animales. (Qué feliz se sentía! Él sabía que era parte de ese paraíso, qué él también adornaba al majestuoso Luquillo. No había nada que necesitara, nada que

deseara pues lo tenía todo. Eso es, hasta que vio a la señora cotorra volando de árbol en árbol. -(Tremendo! (Cómo vuela la señora cotorra! Yo quiero volar-, dijo el gusanito. -Quiero volar como la señora cotorra- repitió. -Quiero volar sobre las montañas de El Yunque para así ver mejor a todos los animales, las plantas y los ríos.-dijo. Inmediatamente, sumamente emocionado, el gusanito dio un salto desde el árbol y se lanzó a volar. -(Estoy volaaaaaaaan...!- Fue lo único que se le oyó decir según caía aceleradamente hacia el suelo. Trató de mover su cuerpecito pero siguió cayendo. Lo movió hacia la izquierda y siguió cayendo. Lo movió hacia la derecha y siguió cayendo. Lo movió hacia el frente y hacia atrás pero siguió cayendo. -!OOOOOOHHHH!, No puedo volar- exclamó. Entonces recordó que la cotorra tenía alas y que volaba porque las movía. También recordó que él no tenía alas y que pronto caería al suelo. Por suerte, había una flor de miramelinda en su paso y cayó sobre ella. -(Si no hubiera sido por la flor me habría partido en pedacitos!-dijo. Pasaron semanas y el gusanito se dedicó a, bueno, a ser gusano. No más saltos

para él. Era más seguro arrastrarse por las ramas o por el suelo, que jugar a ser cotorra. Él pensaba que jamás podría volar. Una mañana el gusanito se levantó sumamente cansado. -(Qué extraño! Dormí toda la noche y me siento como si no hubiera dormido nada- Entonces le salió un hilo finísimo del cuerpo, como la seda, y pensó, -Aquí está ocurriendo algo muy raro. Muy raro. (Qué sensación extraña!- Lo único que deseaba era enrrollarse en el hilo que salía de su cuerpo y así lo hizo. Dio vueltas, vueltas y más vueltas y se enrrolló en el hilo. Los demás animales lo miraban sorprendidos y confusos. -La caída le hizo daño -dijo el sapo concho moviendo la cabeza.

El gusanito volvió a dar vueltas, vueltas y más vueltas y se enrrolló más en el hilo.

Así siguió hasta que quedó completamente cubierto en una bolita de hilo formando un capullo. Con el sueño que tenía, se puso a dormir. Dentro del capullo se había convertido en una pupa.

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