El agotamiento de la política cultural post-revolución

4.3 El agotamiento de la política cultural post-revolución.

La política social en México tiene su origen en la década de los 70, pero no es sino hasta mediados de los años noventa cuando se vuelve popular. Sin embargo, en 2004, con la Ley General de Desarrollo Social (LGDS), y en 2006, con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la política social se organiza y define a través de un marco legal, institucional, regulatorio y normativo, que además permite la evaluación de la política de desarrollo social.

La política social son estrategias y acciones concretas que realiza el Estado para construir una sociedad cohesionada y equitativa. A través de la política social se busca materializar los derechos sociales contemplados en nuestra Constitución.

De la política social se deriva la asistencia social, esta acción pública debe contribuir a generar mecanismos para que la población obtenga los medios necesarios para acceder a una mejor calidad de vida; es decir, debe ser un puente para sacar a los beneficiados de su situación actual y ayudarlos a alcanzar una posición distinta y favorable, con un trabajo digno, lo que sin duda fortalecerá el desarrollo y la cohesión social.

Guste o no verlo, escucharlo, entenderlo y asumirlo, el ritmo y la calidad del desarrollo económico determinan las posibilidades e impacto de la política social. Si en México no tenemos un crecimiento económico sostenido difícilmente se podrán ofrecer opciones realistas de equidad y mejoramiento social. Es por ello que el desarrollo social del país no puede ni debe descansar exclusivamente en la política social, porque no hay, ni habrá presupuesto que resista o sustente dicha hipótesis.

El problema de la falta de desarrollo social en México se agudiza no sólo por falta de un crecimiento económico sostenido, ni por basar el desarrollo del país exclusivamente en la política social o por falta de oportunidades para los mexicanos; el problema se agudiza por confundir o tergiversar la política social en una política asistencialista, con fines clientelares político-partidarios, de dependencia electoralista, que finalmente generará una ganancia política. Todo ello sin olvidar que en las relaciones clientelistas no son reconocidos los derechos de las personas, se les trata como inferiores y sin autonomía, además de que esperan una lealtad absoluta de aquellos que reciben los servicios.

La política social del Estado ha sido sustituida por una política asistencialista. El asistencialismo sólo busca utilizar la asistencia por parte del gobierno para cooptar la voluntad de la población; a través de las dádivas –que pueden parecer escasas pero resultan suficientes para sectores marginales y desprotegidos– se pone un alto a manifestaciones desfavorables hacia el gobierno en turno,

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