Revoluciones Politicas Inglesas
braulio061230 de Enero de 2014
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REVOLUCIONES POLÍTICAS INGLESAS
Los cambios del régimen político en Inglaterra durante siglos van consolidando un sistema de equilibrio de poderes. El
Parlamento fue ganando su importancia política como mediador entre el rey y el pueblo. La relación entre estas dos institu-
ciones fue, desde el siglo XIII, compleja y variada. El desarrollo económico origina nuevas fuerzas políticas sociales que
pretenden tomar parte en las decisiones del reino.
En el siglo XVI parecía que el frágil equilibrio logrado se rompería con el aumento de la autoridad del rey y la comple-
jidad de la lucha hegemónica europea, obligaba a la toma de decisiones rápidas, asegurándole un margen de autoridad.
Eso le permite a Enrique VIII ( 1509–1547 ) rompe con Roma en 1534 ( Carta de Supremacía ). La Carta es mucho más
que la reforma religiosa, es un medio para reafirmar el poder del rey ante las estructuras políticas y legales que le han
restado atributos. Así, Enrique VIII se libera de las limitantes político diplomáticas impuestas por el papa en Europa.
El rey se convierte en el jefe de la iglesia nacional inglesa, anglicana. Otro aspecto que lo beneficia es la reafirmación de
su autoridad ante los otros poderes y las leyes, que le restan autoridad. Con la Carta se inicia una etapa de cambios
políticos ( la reforma religiosa es parte del conflicto político ), sociales y, por supuesto, religiosos.
Lo que queda del feudalismo inglés desaparecerá a medida que se transforma la estructura política y económica. En ese
lapso Enrique VIII e Isabel I establecen gobiernos personales fuertes con la riqueza expropiada a los católicos. Así pueden
controlar a la nobleza, al clero anglicano y a la burguesía, pero no a las instituciones que regulan al Estado, especialmente
a la Cámara de los Comunes. El caso de Isabel I muestra hasta donde es posible llegar en la recuperación de sus atribucio-
nes enfrentando al Parlamento. La reina llega al poder con riqueza y fuerza, que incrementa con su capacidad de manejo
de la política. Pero no puede someter al Parlamento, menos cuando está de por medio la toma de decisiones que afectan
al reino. Para Isabel es fundamental consolidar al anglicanismo como religión oficial e instrumento de su poder. Un sector
de los parlamentarios son concientes de eso y se oponen al crecimiento de la autoridad real y constantemente tratan de
‘ regular las decisiones de la reina en aspectos fundamentales como la religión, la sucesión, libertad de expresión, seguir-
dad del reino’: ( Trevor–Roper, 1988. p. 323. ) “ … de la persona de la reina ”, es decir, la elección del príncipe consorte.
Isabel I muere en 1603 sin dejar heredero por lo que la corona pasa de la casa Tudor a la Estuardo. Jacobo VI de Escocia
( 1566–1625 ), hijo de María Estuardo, se convierte en rey de Inglaterra como Jacobo I. Gobernó Escocia con el principio
de derecho divino de los reyes y pretendía hacer lo mismo en Inglaterra. Eso lo lleva a enfrentar al Parlamento; especial-
mente con la Cámara de los Comunes opuesta a la supremacía de la corona. El rey reina en constante lucha con el
Parlamento, instituciones semiautónomas, leyes e iglesias. Como el Parlamento se negaba a darle el presupuesto que le
pedía, lo disuelve varias veces. Para gobernar Inglaterra Jacobo se convierte al anglicanismo y pretende que todos sus
súbditos lo hagan. Con esto aviva el radicalismo de los puritanos y la protesta de las otras iglesias del reino, especialmente
de los católicos que pretendían recuperar los bienes quitados a la iglesia y nobles católicos, así como sus títulos. Inglaterra
estaba en un proceso de transformación social y económica que enfrenta los ingleses. Los Estuardo introducen el factor
político que agudiza los conflictos que llevan a la guerra.
En 1625 muere Jacobo I y le sucede su hijo Carlos. La postura de Carlos I es abiertamente absolutista con lo que polariza
a los sectores políticos y sociales ingleses. El rey pretende recuperar los atributos que ha perdido ante las leyes y el Parla-
mento. Éste, a su vez, no está dispuesto a perder las facultades legislativas, legales y políticas ganadas a la corona.
En 1628 dos acontecimientos llevan a la ruptura del rey con el legislativo. El primero es el intento de que el rey acepte
la autoridad de las cámaras jurando la Petition of Righits. Leyes que impiden al rey afectar los derechos de sus súbditos.
Por ejemplo no puede aprobar y recaudar impuestos solo, se requiere que lo haga con el parlamento. Tampoco puede
ordenar arrestos sin la orden de un juez, afectar las libertades, ni ordenar el exilio de nadie sin un juicio previo.
El otro acontecimiento que enfrenta a los dos poderes es el asesinato del duque de Buckingham, Primer Ministro. El rey
acusa al Parlamento por el asesinato de su ministro y lo disuelve asumiendo el gobierno, ahora reina y gobierna. Carlos I
toma el control del gobierno, de los impuestos, pretende disminuir los derechos del pueblo, especialmente los que otorgan
autonomía a ciertos sectores de la sociedad, y trata de imponer el anglicanismo en sus reinos. Lo único que logra es profun-
dizar las diferencias con los católicos, puritanos y presbiterianos.
La política de unificación religiosa de Carlos I lleva a la guerra con Escocia ( presbiteriana ) en 1638. Esta pretensión es
apoyada por Guillermo Laud arzobispo de Canterbury y el Primer Ministro conde de Estrafford. Así la guerra se convierte
en problema político, religioso y financiero para la corona en Inglaterra, ya que el rey por sí solo no pude aumentar o crear
nuevos impuestos. La guerra no favorece a Carlos I que se ve obligado a convocar al Parlamento, Corto, en 1640 para obte-
ner recursos y poder seguir la guerra. La falta de recursos no se deben únicamente a la guerra, los ingleses dejan de pagar
impuestos destinados a la armada. El Parlamento aprueba los recursos que pide el rey y éste ordena su disolución; los
Comunes se oponen, representan los intereses de los burgueses, opuestos a una guerra que paga el pueblo, es decir, ellos.
Las políticas de Carlos I dividen y debilitan la posición del reino en la política europea a favor de Francia, España y
Roma. Los católicos ingleses reciben el apoyo de esas potencias para debilitar aún más al Estado británico. El panorama
se complica cada vez más y los Comunes se van radicalizando ante la terquedad del rey. El ejército real no puede vencer
a los escoceses que lo derrotan el 23 de julio de 1640 en Newborne, también es una derrota política al obligar convocar
nuevamente al Parlamento. Los miembros de éste, especialmente los comunes, no ceden fácilmente a las exigencias del
rey y se oponen a la disolución cuando se les ordena. Los Comunes envían una advertencia al rey, que ha violado la ley,
al enjuiciar a Estrafford por traición y tiranía condenándolo a morir. El monarca responde en 1642 acusando a varios de
opositores, John Pym y Oliver Cromwell y otros, de traición.
Se inicia la lucha entre los poderes del Estado. El Parlamento no permite los arrestos y recurre a la decisión del poder
judicial, su postura es la de neutralidad ejerciendo su función dentro de las normas del derecho e impedir la ruptura del
orden. Estos acontecimientos son, en los hechos, una declaración de guerra. El rey deja Londres y reúne a sus partidarios
y viejos enemigos que le brindan apoyo, los católicos le ofrecen un ejército. Para los enemigos del rey eso confirma las
sospecha de una conjura de los católicos que pretenden retornar al poder.
El ejército del Parlamento queda bajo el mando de Oliver Cromwell que lo reorganiza sometiéndolo a un sistema de dis-ciplina y comando nuevos. Las reformas militares son efectivas ante un ejército real estratificado y rígido que es derrotado
en Marston Moor el 2 de julio de 1644 y Naseby en junio 14 de 1645. Para 1646 Carlos I ha sido derrotado y capturado. En
tanto las fuerzas políticas, sociales y religiosas que animan la revolución se enfrentan por el poder. Presbiterianos contra
puritanos, que dominan el ejército, y realistas. Los puritanos se imponen y Cromwell, uno de ellos, se convierte en el hom-
bre fuerte de Inglaterra, después del rey, mientras viva, claro está.
El rey no dura mucho en prisión, con apoyo de partidarios nobles escapa a Escocia en 1648, donde reorganiza sus fuerzas.
Los escoceses lo apoyan por un tiempo, con la promesa de respetar la iglesia presbiteriana, pero las presiones inglesas obli-
gan a un acuerdo con éstos. Entregan al rey, que es sometido a juicio por traición y tiranía, y sentenciado a morir el 30 de
enero de 1649.
La muerte del rey crea un vacío político e institucional que cubren, en parte, las fuerzas que lo originan encabezadas por
Cromwell. Éste inicia la depuración del ejército y el medio político entre 1648 y 1653; Parlamento y de todos aquellos que
sean peligrosos para la nación. Suprime la monarquía, la Cámara de los Lores, persigue a los católicos, presbiterianos y
anglicanos. Cromwell no teme utilizar la fuerza para lograr la pacificación y, una vez que la
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