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En El Cuerpo Humano

fausto294 de Febrero de 2013

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tos y la energía que gasta. Esto se conoce como equilibrio energético.

Cuando un niño consume menos energía de lo que necesita, se reducen las reservas de grasa y, en casos ex¬tremos, de músculo. Como consecuencia, se agudiza la pérdida de peso, se disminuye la actividad física y la velocidad de crecimiento, aparecen signos y síntomas de desnutrición gradualmente más severos. Las personas con desnutrición tienen mayor facilidad de enfermarse. En los niños se manifiesta con menos ánimo para jugar y relacionarse con sus compañeros y con un menor rendimiento escolar.

Lo contrario ocurre cuando la persona consume más energía de la que necesita. En este caso, la energía sobrante se convierte en grasa y es almacenada como tejido adiposo (gordura), con el consecuente aumento de peso. Cuando este aumento continúa, la persona se vuelve obesa.

La obesidad está asociada a riesgos de salud. Por ejemplo, una persona con un ex¬ceso de peso superior a los diez kilos, podría tener una presión arterial elevada, colesterol en sangre elevado, desarrollar diabetes y padecer problemas de huesos.

El equilibrio energético y los efectos que ocurren cuando se altera su equilibrio, podrían representarse de la manera que se aprecia en la página anterior.

En la población existe el hábito de comer “de más”, lo cual provoca una sensación incómoda de llenura. Otro hábito incorrecto es el de picar entre comidas y no mantener un horario fijo de comidas. Esto trae como consecuencia un desequilibrio energético que puede provocar obesidad.

Necesidades de energía

Para definir o calcular el requerimiento de energía de un individuo, se deben considerar diferentes aspectos como: sexo, edad, estatura, estado fisiológico (niñez, embarazo, lactancia), clima y actividad física que desarrolla la persona, la cual incluye el tipo de trabajo que realiza. Por ejemplo, un trabajador agrícola necesita más energía que un oficinista, porque su trabajo le demanda mayor actividad física y, por lo tanto un gasto mayor de energía.

Lo mismo ocurre con la mujer lactante, quien necesita mayor energía para la producción de leche en comparación con otra no lactante.

Las necesidades energéticas están aumentadas durante:

a. La niñez y la adolescencia, por ser períodos de rápido crecimiento y desarrollo.

b. El embarazo, porque se requiere energía para el crecimiento del feto, la placenta y los tejidos de la madre.

c. La lactancia, para la producción y secreción de la leche materna.

d. Períodos de enfermedad y postoperatorios, pues el organismo necesita de provisiones adicionales de energía para combatir la enfermedad y para su recuperación.

Energía

Alimentos fuente de energía

Todos los alimentos son fuente de energía, pero unos contienen más energía que otros. Los carbohidratos, y las proteínas, aportan 4 Cal/g y las grasas 9 Cal/g. Si la energía que proviene de los carbohidratos y las grasas, es baja con relación a las necesidades de cada individuo, entonces el organismo utilizará la energía que generan las proteínas, para cubrir esas necesidades con la consecuente disminución en el aprovechamiento de las proteínas para la formación de tejidos o músculos. Las vitaminas, los minerales y el agua no proporcionan calorías.

Los alimentos que aportan más energía, son las grasas, azú¬cares, cereales, leguminosas y verduras harinosas. (Capítulo de Alimentación Saludable).

A continuación, se presenta un cuadro con algunos alimentos fuente de energía.

En nuestro país, hasta la década de los años setentas, la desnutrición infantil constituía un problema de salud pú¬blica. Sin embargo, esta situación varió, ya que el porcentaje de niños con desnutrición disminuyó progresivamente hasta la fecha. Por otra parte, ha aumentado el nú¬mero de personas

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