Evolución de la fabricación de monedas

Evolución de la fabricación de monedas

1.1. La acuñación a martillo, desde los orígenes

hasta el siglo XVI

En la Edad Antigua los cospeles eran creados por fundición, introduciendo el metal

liquido entre dos moldes. Después el cospel era calentado al rojo para ablandarlo y era

colocado entre los cuños. El cuño del reverso era sujetado con unas tenazas y estaba

apoyado sobre un yunque. El cuño del anverso era sujetado por el obrero y le daba

varios golpes de martillo para grabar el diseño en la moneda. Pudiéndose volver a

calentar la moneda al rojo para volver a estampar a golpe de martillo el diseño hasta que

quedase bien labrada la moneda. Muchas monedas tenían descentrado el diseño de sus

caras, hasta que se empezaron a usar visagras, en el Bajo Imperio Romano, que unían

ambos cuños o troqueles y los mantenían fijos.

También en el Bajo Imperio Romano durante el mandato del Emperador Constantino se

comienza a usar cuños de acero más resistentes que ya no hacían necesario el calentar

los cospeles. Se estima que aquellos cuños podían acuñar unas 10 mil monedas antes de

romperse. Los romanos llamaban al taller de monedas <<oficina monetalis>> y al

obrero que acuñaban las monedas <<suppositor>>.

En esta vidriera que enseña un taller monetario de la Edad Media, se ve a un obrero

reducir con golpes de martillo el espesor de una placa de metal en la cual los cospeles

son después cortados con la cizalla o tijera, limados y martillados para conseguir el peso

y el espesor deseados.

El monedero procede a la acuñación propriamente dicha:

Pone el cospel entre los troqueles e imprime entonces varios golpes con el martillo que

estampan el diseño en la moneda.

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