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Fenomenologia


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2013  •  1.700 Palabras (7 Páginas)  •  196 Visitas

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Un ensayo sobre la fenomenología Husserliana

Advierto con mesura que el siguiente texto divaga entre el fenómeno y la cordura, y se prestan atención y leen entre líneas tal vez asome con sutileza alguna funesta rima. Pero no se asuste mí querido lector, trataré de ser arduo en mi gran labor, dejemos a un lado esta bárbara epoché y centrémonos de lleno en mi querido Husserl.

Ahora bien, primero centrémonos en la vida de este filósofo alemán – ya que pienso que para entender el pensamiento de alguien debemos adecuarnos primero al contexto en que se desarrolla su existencia. Pensemos, por ejemplo, en Sartre y su pensamiento: sin la guerra devastadora que acechaba el viejo contienen posiblemente nunca hubiese podido desarrollar su existencialismo de aquella manera, o por otra parte, sin las decepciones amorosas de Nietzsche este nunca habría sido misógino: uno de los aspectos más peculiares de su filosofía –.

Lo primero que podríamos decir de Edmund Husserl es que es oriundo de la antigua ciudad medieval de Prostějov en República Checa, la antiguamente conocida como Moravia. Nacido en el seno de una familia judía, el joven Husserl decide estudiar Matemática, disciplina en la cual alcanza a obtener el grado académico de Doctor. Casi un año después comienza a asistir a clases de psicología y filosofía con el que sería su maestro, Franz Brentano.

De este periodo publica Filosofía de la Aritmética, donde resaltan de inmediato su pasado matemático, reduciendo las leyes lógicas y matemáticas a meros procesos de la psique. Es aquí donde comenzamos a entrar en la materia de nuestro trabajo.

Al reducir la matemática, la ciencia duramente ideal a un proceso psíquico, incluyendo a la lógica en este ejercicio, estamos pasando de lo ideal a lo fáctico, de lo que idealmente pasa en el mundo de la lógica a lo que realmente pasa en el mundo lógico: se subordina lo ideal a la constitución mental del hombre.

Pero ¿cómo pasa esto? Ojalá la respuesta fuera tan sencilla de formular como lo fue la respuesta en mi mente – soy dueño de lo que callo, esclavo de lo que hablo -. Si dijéramos que aquella barrera que nos hacía creer que lo ideal está por sobre lo real desapareciese, no gratuitamente, sino porque nos hemos dado cuenta de que lo ideal está atado a la experiencia de lo humano (un ser netamente subjetivo), aquel idealismo al ser pensado por un ser subjetivo se vería envuelto en los límites del lenguaje y su subjetivación: ya no habría barrera entre lo ideal y real, por lo tanto, no hay ninguna verdad absoluta y por ende no se puede asentar ninguna ciencia en esta tierra de nadie. De aquella manera el psicologismo que estaba de moda en aquel tiempo se ve impedido de ser ciencia, ya que “lo factico no puede regir lo ideal, sino que, al contrario, es lo ideal la norma del pensar fáctico”[1]

Esto es porque la psicología tiene por campo de estudio lo particular y contingente, y la lógica por otra parte por leyes formales, universales y evidentes. No hay similitud entre ellas y en consecuencia la psicología no puede ser fundamento de la lógica.

Esto es lo que constituye su crítica al psicologismo. Pero ¿por qué nos hemos referido de su crítica al psicologismo? La respuesta puede parecer simple, incluso precipitada, un poco inmadura y tal vez no muy bien pensada, pero a decir verdad pienso que es porque ya en aquel texto se atisba un interés de elaborar un fundamento válido, lógico, un “fundamento del quehacer intelectual”[2]. Para ello nuestro autor viajará, según lo manifiesta Cruz Prados, a través una constante búsqueda para construir la filosofía como una ciencia estricta. El resultado de ello es su Fenomenología, primordialmente mostrándose a sí misma como un método.

Gritemos juntos “¡acerquémonos a las cosas, acerquémonos para que ellas nos hablen solas, que se muestren a si misma!” así podemos tener una doble realidad del objeto, una dualidad: un “eidos” y una “apoché”. El primero es lo que está en nuestra conciencia como un ser puro, como una esencia. Lo segundo es lo que llama nuestro Husserl como un entre paréntesis, lo que no pertenece al modo nato de ser del objeto en cuanto ser-dado en la conciencia: apoché (aunque sea tautológico).

Pero entonces cómo podemos llegar de la apoché al eidos. El autor nos explica que para ello tenemos que seguir una sucesión de pasos. Lo primero es suspender toda filosofía anterior, deshacernos del conocimiento heredado que tenemos del objeto, de toda la carga cultural que puede acarrear e incluso de la tradición de éste como elemento social. Lo segundo es eliminar todo carácter individual del objeto, de todo lo contingente que en él puede haber. Por último habremos de prescindir también de la existencia misma de éste. Sólo quedaría la idea en la conciencia, por así decirlo una imagen mental, la esencia: el ideal.

Pero aun así nos queda, amigos, la carga del sujeto; para eliminarla deberíamos pues poner entre paréntesis nuestra existencia misma, eliminando nuestras afecciones y todo fin práctico, convirtiéndonos en entes meramente contemplativos. De esta forma podríamos apreciar la esencia de las cosas, ya que para Husserl la

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