Frecuencia cardíaca de un atleta
auriasdfghjklApuntes31 de Agosto de 2021
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Frecuencia cardíaca de un atleta
Con la práctica frecuente de deporte, el organismo sufre modificaciones. Algunas son muy apreciables, como el adelgazamiento o la generación de musculatura en las partes del cuerpo que más soportan el esfuerzo (brazos, músculos de las piernas, etc.). Pero, además, cuando regularmente se realiza práctica, en el músculo cardíaco también se producen cambios y adaptaciones. Una de las más importantes es el descenso de la frecuencia cardíaca (pulsaciones del corazón por minuto) en reposo y también durante el ejercicio físico.
El corazón de un individuo en reposo, sin entrenamiento, tiene una frecuencia de aproximadamente 70 latidos por minuto, pero un atleta de resistencia generalmente sólo necesita 40 latidos por minuto.
Cuando se realiza un entrenamiento aeróbico regular se produce un alargamiento de la fibra muscular cardíaca, lo que genera un aumento de las cavidades cardíacas denominado cardiomegalia. La consecuencia del crecimiento del tamaño de las cavidades cardíacas es que en cada bombeo de sangre el volumen es mayor y, por consiguiente, también la cantidad de oxígeno que transporta la sangre en cada latido junto con la reducción de la frecuencia cardíaca tanto en reposo como en el esfuerzo submáximo. Si se mantiene en esos niveles la frecuencia cardíaca, se evita la aparición de fatiga.
Pulsaciones y deporte
Se sabe que el ejercicio aporta grandes beneficios a la salud, de ahí el creciente interés por practicar deporte. Éste, desde el punto de vista metabólico, se divide en aeróbico y anaeróbico. Con ejercicio físico o trabajo aeróbico se hace referencia a la actividad física que por su intensidad requiere principalmente oxígeno para su mantenimiento. Cuando la intensidad requerida para realizar un ejercicio físico es muy elevada y el organismo no necesita oxígeno, se habla de ejercicio anaeróbico. Una vez que ha quedado claro que el ejercicio aeróbico es aquel que requiere oxígeno, dentro de esa categoría se englobarían actividades como caminar rápidamente, correr, jugar al fútbol, remar, saltar a la cuerda, nadar, patinar, montar en bicicleta y bailar, entre las más comunes.
Es de vital importancia que el ejercicio se realice con cierta intensidad para que los latidos del corazón aumenten e ingresar así más aire a los pulmones, con el fin de que el oxígeno sea distribuido por todas las células.
La forma más fácil de medir la intensidad del ejercicio aeróbico es a partir del número de pulsaciones cardíacas por minuto; se considera que la cifra máxima que soporta un corazón sano es de aproximadamente 220. Para calcular el número de pulsaciones ideal de cada persona se resta a 220 la edad en años del practicante; por ejemplo, para un hombre de 30 años sería: 220 – 30 = 190.
En función del número de pulsaciones alcanzadas, el ejercicio físico aeróbico se podría categorizar en:
• Suave: si se realiza en el rango del 55-60% de la cifra indicada.
• Moderado: si se practica entre el 60-75%.
• Fuerte: si se alcanza el 75-85% de las pulsaciones máximas aconsejadas en el individuo. Exceder esta cifra implica convertirse en anaeróbico.
Es recomendable que para conseguir una mayor resistencia física y una mejor condición del corazón, lo ideal es realizar los ejercicios aeróbicos en un rango de intensidad fuerte, durante un tiempo moderado (20-30 minutos) un par de veces a la semana. Si el objetivo es mantener la salud y mejorar el metabolismo (aprovechamiento y desecho) de las grasas, conviene hacer un trabajo de suave a moderado durante 40 minutos o más y de tres a cinco veces por semana. Los beneficios serán mayores si existe la posibilidad de hacerlo con más frecuencia.
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