Frutales

Características naturales

En contraste con el estrecho sector andino que corre de N a S, en la frontera con Chile, la meseta patagónica se caracteriza por tener bajas precipitaciones anuales (entre 200 y 500 mm). Del 65 al 75 % del tiempo, el viento sopla en dirección O-SO, con una velocidad máxima durante el período de crecimiento de los cerezos (entre septiembre y enero) y una velocidad mínima en invierno. Las temperaturas promedio anuales, varían entre 8,2 ºC y 13,5 ºC en las diferentes áreas de producción, y en todas las zonas los requerimientos de frío de los frutales de hoja caduca son satisfechos con facilidad. La heterogeneidad del suelo, caracterizada por un amplio rango de texturas, es un rasgo distintivo de los valles patagónicos, en los cuales los cerezos son cultivados. Las mayores limitantes del suelo son el alto contenido de sodio y/o salinidad, el drenaje insuficiente o la presencia de napas freáticas cercanas a la superficie. Más allá de estos factores, las condiciones agroecológicas en los valles de Patagonia Sur, son generalmente favorables para la producción frutícola y muchos actores están interesados en el desarrollo del sector, en especial con respecto al cultivo de cerezos, siendo este, aparentemente, el cultivo de mayor rentabilidad. Este cultivo demanda aproximadamente 2000 horas de mano de obra por ha por año, siendo también atractivo para el Estado, en un país con una alta tasa de desempleo.

Posee un clima semiárido y árido con temperaturas medias anuales inferiores a los 12º C, excepto la estrecha franja per húmeda y húmeda ubicada entre la ladera oriental de los Andes y los cordones montañosos paralelos a estos llamados en ciertos casos Patagónides, casi la totalidad del resto de la Patagonia Argentina. Las precipitaciones se reducen rápidamente de Oeste a Este.

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