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Geografia


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2013  •  2.864 Palabras (12 Páginas)  •  246 Visitas

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Las raíces de la civilización india se remontan a la prehistoria. La primera actividad humana en el sub-continente se encuentra en la temprana, media y tardía Edad de Piedra (400 mil - 200 mil a.C). Estos pueblos fueron cazadores y recolectores semi-nómadas durante milenios. Las primeras pruebas de asentamientos agrícolas en las planicies occidentales del Indo son contemporáneas de poblados similares en Egipto, Mesopotamia y Persia.

La primera civilización india conocida, punto de partida de su historia, se remonta a alrededor del 3000 a.C. Fue una civilización con un alto desarrollo urbano. Dos de sus ciudades, Mohenjodaro y Harappa, en el valle del Indo (actual Pakistán) representan el nivel más alto de estos asentamientos. Edificaron enormes templos, se dedicaron a la agricultura de regadío y mantuvieron un activo intercambio comercial con pueblos del Golfo Pérsico y Sumeria (Irak).

En el siglo XVI a.C los arios (indoeuropeos) llegaron a la India y sometieron a la población local. Introdujeron el caballo, armaduras de hierro y el idioma sánscrito, base de la mayoría de las lenguas indias. La guerra de caballería facilitó la rápida expansión de la cultura aria a través del norte de la India y permitió el surgimiento de grandes imperios. Los arios no conocían la escritura pero desarrollaron una rica tradición (compusieron los himnos de los vedas, grandes poemas filosóficos que son el corazón del pensamiento hindú). La civilización que forjaron, que luego se llamó védica, tenía su base en un rígido sistema de castas, en el cual los conquistadores integraban la nobleza dominante.

El siglo VI a.C. fue de agitación social e intelectual en la India. Comenzó la prédica de Gautama Buda y de Mahariva Jina. Las dos grandes religiones, budismo y jainismo, tuvieron influencia decisiva en la formación de la cultura india. Los monjes budistas extendieron luego su religión a lo que hoy es China, Japón, Corea, Sri Lanka y el sudeste asiático.

A finales del siglo III a.C. Chandragupta Maurya unificó el norte de la India y formó el primer gran imperio indio. El más grande de sus emperadores fue Ashoka (286-231 a.C.).

La edad de oro de la historia india comienza con el Imperio Gupta, que duró dos siglos (IV y V). Florecieron las artes y se realizaron trabajos eruditos sobre matemática, astronomía y medicina. Fue en esta época que se escribió el Kamasutra, célebre tratado sobre el amor.

La invasión de los hunos blancos significó el fin del Imperio Gupta; la India norte se desmembró en diversos reinos y no volvió a unificarse hasta la llegada de los musulmanes.

En el sur surgieron grandes dinastías rivales como los cholas, pandyas y pallavas (estos últimos crearon la arquitectura dravidiana, de estilo barroco).

Las invasiones musulmanas que comenzaron en el 700 fueron de gran impacto para la cultura india (lengua, vestimenta, arquitectura y valores sociales). En 1192 el poder musulmán llegó a la zona con carácter permanente. El más importante imperio musulmán fue el de los mogoles, dinastía de Asia Central fundada por Babur a principios del siglo XVI. Durante el reinado de Shahjehan se trasladó la capital a Delhi y se construyó el Taj Mahal (hacia 1650).

En 1296 Ala-ud-din Khalji se autoproclamó Sultán de Delhi y, para 1311, toda India se encontró bajo el sultanato. Para contrarrestar el poderío musulmán, en 1336 se fundó, con capital en Hampi, el Imperio Vijayanagara, el reino de la alianza hindú. Con el correr del tiempo, varios levantamientos dividieron el imperio y los sultanatos musulmanes formaron una nueva alianza. En 1565 la coalición de sultanatos venció al ejército de Vijayanagar. Como resultado de esto, el poder sobre la región pasó a gobernantes musulmanes. Luego sus reinos fueron anexados al Imperio Mogol (1529-1857).

La llegada de los europeos inició a una etapa crucial en la historia de la India. En 1687, la Compañía de las Indias Orientales británica se instaló en Bombay y durante todo el siglo XVIII su ejército particular libró la guerra contra los franceses, a quienes derrotó en 1784. A partir de 1798 las tropas de la Compañía, comandadas por Richard Wellesley, emprendieron la conquista metódica del territorio indio.

Los británicos gobernaron la India a través de la Compañía de las Indias Orientales. El país se convirtió en "la joya de la Corona británica" y su explotación posibilitó el desarrollo de la naciente Revolución Industrial, al proveer a la industria británica de materias primas baratas, de capital y de un amplio mercado cautivo. La economía india fue desmantelada. Se suprimió la exportación de telas de excelente calidad, realizadas de modo artesanal y doméstico, que eran un obstáculo para la expansión de la industria textil inglesa. La ruina de esta industria trajo aparejado el empobrecimiento masivo de los campesinos. La tierra fue reorganizada bajo el cruel sistema Zamindari para facilitar el cobro de impuestos que enriquecían las arcas británicas. Los campesinos fueron obligados a cambiar su agricultura tradicional por una de productos de exportación (índigo, yute, café y té). Esto trajo como resultado severas hambrunas.

Hacia 1820 Gran Bretaña controlaba casi toda India, excepto Punjab, Cachemira y Peshawar, gobernado por su aliado, el sikh Ranjit Singh. Los británicos anexaron esos territorios en 1849, después de la muerte de Singh. Los «aliados leales» mantuvieron una autonomía nominal, que les permitía conservar sus cortes, palacios y privilegios, para satisfacción de los visitantes europeos.

La consigna colonialista era «dividir para reinar»: se enviaban mercenarios de una región para someter a otra (como fue el caso de los gurkas nepaleses o los sikh de Punjab). También se utilizaron las diferencias religiosas; por ejemplo a principios del siglo XX, una reforma electoral estableció que los musulmanes, hindúes y budistas podían votar solamente a candidatos de su misma religión. Durante el período colonial, esta manipulación generó innumerables explosiones sociales.

La más importante fue la llamada rebelión de los cipayos (soldados indios al servicio de Inglaterra) de 1857-1858, que comenzó como una protesta en los cuarteles que luego incorporó otras reivindicaciones, y se convirtió en una protesta de todo el país. Hindúes y musulmanes se unieron y llegaron inclusive a proponerse la restauración del Imperio del Gran Mogol. Al fin de la rebelión se disolvió la Compañía de las Indias Orientales y el país se convirtió en dominio británico gobernado por un virrey. La reina Victoria incorporó el título de Emperatriz de la India.

El sistema educativo concebido para capacitar a los «nativos» en la administración colonial no cumplió exactamente con esta finalidad sino que permitió la

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