Historia Del Medico A Traves Del Tiempo
juliopiura11 de Junio de 2014
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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA FACULTAD DE MEDICINA
ÁREA SALUD Y SOCIEDAD
SALUD Y SOCIEDAD I - PRIMER SEMESTRE
LA PROFESIÓN DE MÉDICO A TRAVÉS DE LAS EDADES
Henry E. Sigerist
Reproducido con fines docentes de:
Historia y sociología de la Medicina
Traducción de Gustavo Molina G.
Ed.Guadalupe, 1974
Los rasgos característicos de la profesión médica en cada época están determinados, en muy amplio grado, por la actitud de la sociedad hacia el cuerpo humano y su valoración de la salud y la enfermedad. El propósito de la medicina fue siempre el mismo: curar la enfermedad y eventualmente, prevenirla. La medicina siempre significó servicio; y por lo tanto, en todos los tiempos se requerían en el médico ciertas cualidades: pronta disposición para ayudar, conocimiento acerca de la naturaleza de la enfermedad y destreza para la curación. Sin embargo, el modelo ideal médico varía considerablemente, en los diferentes períodos de la historia de acuerdo con la estructura de la sociedad en cada época y su concepción general del mundo.
La medicina primitiva era de carácter muy complejo. Mientras los achaques pasajeros no requerían explicación y eran tratados por el paciente y familiares mediante drogas, dietas y otros medios racionales, las enfermedades serias debían ser explicadas, y la explicación era mágica a religiosa. Se creía que alguien le había hecho mal al paciente, fuera otro hombre o un demonio, introduciendo un objeto en su cuerpo por medios mágicos o sacándole algo esencial para la vida. En otros casos, se creía que la deidad había enviado la enfermedad como un castigo al pecado o que un demonio había tomado posesión del cuerpo del paciente. De acuerdo con esta idea la terapia era mágica o religiosa, ya que un objeto debía ser eliminado o la parte removida del cuerpo tenía que ser devuelta, la divinidad aplacada o el demonio expulsado. Por lo tanto, el médico de la sociedad primitiva era a la vez médico, sacerdote y brujo. Su nombre varía de "hombre de la medicina" entre los indios norteamericanos, a "shaman" como le llaman las tribus de Siberia. Su vida era dura. Su pago dependía del éxito del tratamiento. Si el paciente moría, el propio médico podía ser acusado de haber causado el daño. Siendo perito en el arte de la magia se pensaba que no sólo podía remover un hechizo sino que también era capaz de causar mal por medios mágicos. En muchas tribus el "shamanismo” era hereditario; en otras, se nacía predestinado, según indicaban diversos signos al nacer (niños con un diente) o en la niñez (sobrevivir a un accidente ordinariamente fatal). El joven era entrenado por otro shaman hasta que era consagrado y se independizaba. En algunas tribus americanas este "hombre de la medicina" era un campesino como cualquier otro miembro de la tribu y practicaba su arte sólo ocasionalmente, mientras que en la mayoría de las tribus, el shaman vivía segregado aparte de los demás.
En Babilonia, los médicos eran sacerdotes. En una civilización de carácter enteramente religioso, todas las ciencias eran parte de la teología. Su propósito era mantener a los dioses bien dispuestos o aplacarlos cuando estaban ofendidos. A fin de conocer sus intenciones, había que observar los augurios o signos por medio de los cuales se revelaban. Todas las ciencias en Babilonia empezaron así y también la medicina. El médico sacerdote observaba las estrellas, el resplandor de una llama, una gota de aceite dejada caer en el agua o los órganos de animales sacrificados, para conocer el halo del paciente y ser capaz de contrarrestarlo. Pero también los síntomas de la enfermedad eran augurios que debían ser atentamente observados e interpretados. Gran cuidado se dedicó a estudiar y describir esos síntomas, ofreciendo así a la medicina posibilidades racionales, sin descuidar la actitud religiosa. El tratamiento consistía, principalmente en exorcismos y muchos textos describen gráficamente al sacerdote médico, vestido con una capa roja, un cuervo en una mano y un halcón en la otra, pronunciando sus conjuros sobre el paciente.
En todas las épocas, su profesión confiere al médico gran poder. Sabe de venenos y maneja libremente poderosas fuerzas químicas, físicas y biológicas. Se le entregan secretos que también dan poder sobre el paciente. Cualquier abuso de este poder constituye una amenaza para la sociedad, la cual siempre trató de protegerse estableciendo normas para regular la conducta del médico. Las primeras disposiciones de esta especie se encuentran en el Código Hamurabi (año 2.000 a.c) donde ya figura un tarifado. Los honorarios del cirujano variaban de acuerdo a la posición social de sus enfermos. Además se le hacía responsable por sus actos y en caso de muerte durante una operación, se le cortaba la mano derecha. Reglas similares se conocen en la antigua Persia, en un libro de los Avesta, el Videvdat, que contiene disposiciones muy interesantes, según las cuales no se permitía a un cirujano ejercer su práctica hasta que llevaba a cabo con éxito tres operaciones, no en Persas, sino en infieles.
En Egipto, los médicos pertenecen a la clase de los escribas. También solían ser sacerdotes, pero no necesariamente como en Babilonia. Recibían su formación en escuelas conectadas con las cancillerías, las cortes o los templos, destacando On, Menfis, Tebas y Sais.
En la era greco-romana
Cuando los griegos comienzan a viajar, reconocen en lmhotep, el dios egipcio de la salud, a su propio Asclepios. Sin embargo, eran dos deidades enteramente distintas: el primero, originariamente un hombre, un gran erudito y arquitecto del tiempo del rey Doser, fue mas tarde divinizado. Asclepios, Esculapio de los romanos, era en cambio un demonio local de Tesalia, una deidad del mundo subterráneo. Según la leyenda, fue extraído del útero de su madre por Apolo, cuyas flechas le habían causado la muerte. El niño Asclepio fue llevado a la cueva del centauro Quirón, quien le enseñó las virtudes medicinales de las plantas y muchos conjuros, llegando a convertirse en un médico que curó muchos enfermos y aún resucitó algunos muertos. Zeus castigó tal osadía con un rayo divino.
Esta leyenda tiene profundo significado: la interferencia del médico en las leyes de la naturaleza no es obvia, sino que representa una gran perturbación. Y Platón sentía la necesidad de justificar al médico, argumentando que la sociedad necesita cuidados sanos. Asclepios fue adorado en muchos templos y se pensó que sus sacerdotes los Asclepíades, fueron los primeros doctores griegos. Esto, sin embargo, no es correcto. La medicina practicada en dichos templos consistía en curas milagrosas. Era una medicina puramente religiosa que nada tenía que ver con el arte de curar originado en las escuelas de los filósofos pre-socráticos y que encuentra su más alta expresión en la escuela de Hipócrates. Los médicos hipocráticos se llamaron también Asclepíades, pues se organizaron en una especie de gremio cuyo patrón era Asclepios.
El médico griego era no obstante, un artesano. Recibía su adiestramiento como aprendiz de otro doctor. Igual que los demás artesanos, viajaba mucho y practicaba su arte mientras vagaba. No había muchos médicos en la antigua Grecia, solamente las ciudades mayores tenían su propio médico, cuyo salario era financiado mediante un impuesto especial. En tiempos de guerra o epidemia, se nombraban médicos de emergencia, pero en los pueblos menores no los había y sus servicios eran prestados exclusivamente por médicos viajeros que acertaban a llegar por allí.
No nos gusta la idea de este médico griego, artesano, yendo de ciudad en ciudad, golpeando las puertas y ofreciendo sus servicios como lo haría un herrero o un zapatero. Pero no cabe duda que así ocurría. Varios tratados hipocráticos lo describen de un modo muy ilustrativo. Había muy poca privacidad en las relaciones médico – paciente. La consulta del doctor, el “iatreion”, igual que el taller de cualquier artesano, estaba abierto a todo el mundo, y los problemas médicos se discutían abiertamente en la plaza del mercado. La llegada simultánea de dos médicos al mismo pueblo, por coincidencia, daba Iugar a una fiera competencia. De nuevo, los escritos hipocráticos cuentan como muchos doctores trataban de atraer la atención de los pacientes, vistiéndose de modo extravagante, perfumándose profusamente o exhibiendo instrumentos llamativos. El doctor Ludwig Edelstein ha demostrado de modo convincente, que el arte del pronóstico alcanzó en la medicina griega tan alta desarrollo principalmente a causa de las condiciones peculiares de la práctica profesional. El médico que llegaba a una pequeña ciudad era generalmente desconocido para la población. El mejor modo de asegurarse una buena reputación era haciendo un pronóstico correcto y diciéndole al paciente enseguida cual era su enfermedad, aún sin formular preguntas.
La posición social del médico hipocrático no era elevada, como correspondía a un artesano que trabajaba para ganarse la vida. Y sin embargo, entre todos los artesanos era uno de los más estimados, a causa de la actitud de los griegos hacia el cuerpo humano.
El mundo griego admiraba lo sano y lo perfecto. La salud era considerada como el mejor bien. El hombre ideal, para los griegos, era el ser armonioso cuyo equilibrio de cuerpo y alma lo hace noble, hermoso y perfecto. La enfermedad era considerada una gran maldición, pues aparta el hombre de su estado de perfección y lo convierte en un ser inferior. Por consiguiente, el médico cuya función es mantener y restaurar la salud, fue tan altamente estimado como podía serlo
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