Investigacion
asdario23 de Junio de 2015
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extendían hasta el horizonte: sedanes, camiones, buses, casas rodantes, cualquier cosa
que se pudiera conducir. Ví tractores, una mezcladora de cemento. En serio, incluso ví una
plancha con un enorme cartel encima, un aviso de un “Club de Caballeros.” Un montón de
gente iba sentada sobre él. Las personas iban montadas en cualquier cosa que podían, en los
techos, en los compartimentos para equipaje. Me recordó las viejas fotografías de los trenes
en India, con toda esa gente colgando de ellos como monos.
Había un montón de basura a los lados del camino —maletas, cajas, y hasta pedazos de
muebles caros. Había un piano de cola allí tirado, en serio, hecho pedazos como si lo
hubiesen lanzado desde la parte de atrás de un camión. Había también muchos vehículos
abandonados. Algunos habían sido arrastrados fuera de la carretera, otros habían sido
desvalijados, otros estaban quemados. Vï a mucha gente que iba a pié, cruzando los campos
o siguiendo la carretera. Algunos iban tocando en las ventanas de los autos, ofreciendo todo
tipo de cosas. Algunas mujeres estaban ofreciéndose a los conductores, sin duda tratando de
conseguir algo a cambio, quizá gasolina. Seguramente no estaban tratando de que las
llevaran, porque a pié se movían más rápido que los autos. No tenía sentido, pero… [se
estremece].
Un poco más atrás, a unos cincuenta kilómetros, el tráfico se movía un poco mejor. Uno
pensaría que la gente estaría más tranquila. Pero no. Todos estaban haciendo señas con las
luces, chocando con los autos que tenían en frente, y saliendo de ellos a pelear. Ví a algunas
personas tiradas a un lado de la carretera, se movían muy poco o nada en absoluto. La gente
pasaba corriendo a su lado, llevando cosas, llevando niños, o simplemente corriendo, todos
en la misma dirección que los autos. Unos cuantos kilómetros más atrás ví la razón.
Las criaturas se movían como un enjambre entre los autos. Los conductores de los carriles
exteriores trataban de adelantar por fuera del camino, quedándose atascados en el lodo, y
atrapando a los de los carriles internos. La gente no podía abrir las puertas para huir. Los
autos estaban demasiado cerca los unos de los otros. Ví a esas cosas metiendo la mano por
las ventanas abiertas, sacando a las personas o metiéndose ellos. Muchos conductores
estaban atrapados sin salida, con las puertas todavía cerradas y, asumo, con llave. Las
ventanas seguían arriba, hechas de vidrio templado de seguridad. Los muertos no podían
Traducción: m_earendil www.noerestu.com
entrar, pero los vivos tampoco podían salir. Ví a algunas personas entrar en pánico, tratando
de dispararles a través del parabrisas y destruyendo así la única protección que les quedaba.
Estúpidos. Quizá habrían podido resistir unas cuantas horas más allí, e incluso haber tenido
alguna oportunidad de escapar. Aunque quizá vieron que era imposible, y que esa era la
salida más rápida. Había una jaula para ganado, remolcada por una camioneta que seguía
atascada en uno de los carriles interiores. Se sacudía violentamente de un lado para el otro.
Los caballos que llevaba todavía estaban adentro.
El enjambre seguía avanzando por entre los autos, abriéndose paso literalmente a
mordiscos por entre las filas inmóviles, con todos esos pobres diablos que intentaban
escapar. Eso fue lo que más me impresionó, porque no iban a ninguna parte. Estaban en la
Interestatal 80, un pedazo de carretera entre Lincoln y North Platte. Ambos lugares estaban
completamente infestados, así como todos los pueblos que había en el medio. ¿Qué
...