LA TIERRA Y SU MEMORIA, NUESTRA MEMORIA

LA TIERRA Y SU MEMORIA, NUESTRA MEMORIA

INVESTIGACION: EXPOSICIÓN DE GEOGRAFÍAS DE LA VERDAD

ARTE Y CIUDAD

Por Esmeralda Valencia Carvajal

Una de las prácticas más macabras que ha dejado el conflicto armado en Colombia es el de la desaparición forzada (el tiempo). La mayoría nunca aparecen y muy pocos de los que pueden regresar lo hacen vivos. De esta violencia voy a mencionar un poco de las muchas cosas que se pueden recopilar de esta situación. Esta información nos da una ambientación y una idea de la situación colombiana.

• Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, Colombia, con un registro de 60.630 víctimas entre 1970 y 2015
• Aún hay 52.508 personas desaparecidas.
• El 46% de estos crímenes en el país fueron perpetrados por los paramilitares. 
• Las regiones más afectadas, el Magdalena Medio, el oriente antioqueño y el Valle de Aburrá (Antioquia) suman 10.377 desapariciones forzadas. Le siguen el Urabá, el alto Sinú y San Jorge (Córdoba), el bajo Cauca y el suroeste antioqueño, con 6.933 casos. Regiones como Ariari-Guayabero (Meta) y Florencia (Caquetá) registran 4.483 desaparecidos. Las regiones del Pacífico, como el Valle, Cauca, Nariño y el bajo Putumayo, reportan 4.089 casos. El Catatumbo registra 1.052 desapariciones; el piedemonte llanero, 2.106 casos, y la Sierra Nevada de Santa Marta tiene 3.208

No es de ignorar que la historia y la memoria de nuestro país están manchadas de sangre, llenas de desgarradores gritos ahogados  y  de ríos de lágrimas de miles de colombianos que han sido víctimas del conflicto en Colombia; una guerra irracional que ha marcado nuestra tierra, que ha dejado a miles de familias colombianas penando por sus parientes, esperando por lo menos un cuerpo que no quita el dolor pero que da algo de paz al sentir que tienen una parte de ellos cerca, que pueden hacer sus actos de homenaje haciéndolos sentir justos ante sus parientes victimas del dolor.

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Quizás muchos de nosotros que no hemos sido víctimas directas de esta guerra, hemos olvidado e ignorado la cantidad de sangre derramada de personas inocentes sin razón alguna. Los hechos violentos y macabros del conflicto muchas veces en nuestra memoria solo existen como  una noticia más, un hecho trágico, que da pena pero que llega a ser hasta pasajero, que se convierte en un periódico informativo más. Tal vez estamos tan acostumbrados a escuchar o a ver esta triste situación, que hemos decidido olvidarla, o al menos intentar ignorarla.

Sin embargo tenemos un testigo de todas las atrocidades cometidas a lo largo de nuestra historia, un testigo que guarda la sangre, los gritos, las lágrimas y los cuerpos  de miles de víctimas inocentes del conflicto colombiano. Un testigo que nunca va a olvidar el dolor al que se le ha obligado a ser cómplice. Nuestro país, nuestra tierra, nuestros ríos, nuestras montañas guardan la memoria de los hechos violentos desde los más “insignificantes” (ninguno lo es) hasta los más macabros; nuestra tierra que llora junto con las familias de los desaparecidos, asesinados, víctimas de la maldad. La tierra se ahoga con los gritos de dolor y tristeza, ella carga con la memoria del dolor y la guerra

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