LOCURA MENTAL

¿Cómo nombra y narra uno mismo el padecimiento mental o el propio sufrimiento? ¿Cómo lo llaman y lo cuentan la familia, los amigos, el Estado, la ciencia, los otros? ¿Qué consecuencias tiene que lo llamemos y narremos de una forma u otra? ¿Cómo influye en ello el contexto histórico, social y político en el que vivimos? Estas preguntas resultan fundamentales, nos devuelven la mirada hacia nosotros como sociedad y no sólo hacia el objeto que pretenden estudiar. Ellas señalan que estamos implicados de forma íntima en la manera como otorgamos nombre, narración y sentido a la locura. Una sociedad entera, la mexicana de principios del siglo XX (y, más propiamente, sus ideas sobre la modernidad, la clase social, la raza, el género) estuvo implicada en que el manicomio la Castañeda estuviera construido de tal modo que hubiera más espacio para mujeres que para hombres, pues “como se ha demostrado, el número de mujeres dementes es mayor que el número de hombres dementes”.

Una sociedad entera estuvo involucrada en que a un porcentaje de estas mujeres se le diagnosticara “locura moral”, un término acuñado por el médico inglés James Prichard, a principios del siglo XIX, “que describía una condición según la cual las pacientes reconocían impulsos bondadosos y malignos pero eran incapaces de resistirse a los últimos”. Al parecer, los psiquiatras mexicanos emplearon el término "locura moral" (aún cuando éste ya no se usaba en Estados Unidos ni en Europa en aquella época) para explicar las conductas femeninas que violaban las reglas implícitas de “la decencia y la domesticidad”.

La falta de modestia y recato para hablar de sexo; el gusto por el alcohol; el lesbianismo; escribir poemas, cartas de amor o textos políticos; salir de casa sin permiso de la madre o el marido; sostener relaciones sexuales extramaritales; consumir o llegar a ser adicta al alcohol, la cocaína o la heroína; presentar una “convulsión histérica” en alguna parte del cuerpo (en un caso específico, por los golpes de un marido que indujo en su mujer al aborto), etc., fueron todas ellas causas (heterogéneas) para encerrar a una mujer en La Castañeda y, más aún, para ser diagnosticada con el elocuente término de “locura moral”.

La Castañeda: narrativas dolientes hace que me pregunte: ¿qué de esa sociedad mexicana, de hace sesenta o setenta años, que encerraba a sus mujeres en el manicomio por no ser modestas, obedientes y dóciles, permanece hoy, no sólo en el tratamiento del padecimiento mental, sino, sobre todo, en la manera como damos nombre, narración y sentido al comportamiento de las mujeres?

...